Jose Luis Díaz Santiago
El lunes 17 de Septiembre tuvo lugar la inauguración oficial del
ya conocido por todos como curso escolar de la tijera y la fiambrera
en la localidad toledana de Fuensalida, donde por cierto siempre ha
gobernado el Partido Popular. Al acto asistieron los Príncipes de
Asturias, el ministro Wert y la presidenta de la comunidad María
Dolores de Cospedal, entre otras autoridades locales y regionales,
intentando transmitir una imagen de normalidad ante el inicio de
curso.
Esa
misma mañana, los cinco sindicatos con representación en la
educación pública de Castilla-La Mancha, CCOO, UGT, CSIF, STE-CLM
Intersindical y ANPE, convocaban una concentración para protestar
contra los recortes en la plaza Zocodover de Toledo.
Sin
duda sorprende esta convocatoria y somos muchos los que nos
preguntamos ¿qué pretenden los sindicatos desviando la atención?
¿Por qué no hacer público nuestro enfado e indignación en la
inauguración del curso? ¿Acaso le siguen el juego a la señora
Cospedal? Ante la demanda de muchos afiliados los sindicatos se
defendieron alegando que no tenían autorización para concentrarse,
pero ¿por qué trasladar la concentración y “limpiar la zona”?
¿Acaso no comprenden que no es tiempo de respuestas tibias y que ha
llegado la hora de la desobediencia? Cuesta trabajo entender
decisiones como esta, sin duda la actual ola de corrupción que
invade nuestra sociedad también se ha asentado en las cúpulas
sindicales, que parecen funcionar en base a pactos, aislados de sus
bases.
Sin
embargo, lejos de dejarse seducir por esta maniobra de distracción,
un grupo de irreductibles galos que diría Goscinny, integrado por
profesores, padres y estudiantes pertenecientes a la “marea verde”
silbaron y abuchearon el acto. Como desgraciadamente viene siendo
costumbre, la policía impidió el acceso a varias personas, a pesar
de estar acreditadas, por portar una camiseta verde con el consabido
lema “Escuela pública, de tod@s y para tod@s”, que consideraban
ofensiva y de protesta. Más allá de la manifiesta vulneración de
la libertad de expresión, lo que esa camiseta expresa es un derecho
recogido en el artículo 27 de ese “libro revolucionario”
anteriormente conocido como Constitución Española.
Días
después el ministro Wert mostraba su satisfacción al declarar que
“el lunes pasado había 1200 personas apoyándonos con banderitas
de España y 35, con camisetas verdes sin banderitas de España, que
no nos apoyaban”. Mientras tanto, tertulianos en la radio y en la
tele, todólogos que de todo saben, manifestaban que tan reducido
grupo de personas no representaban un malestar mayoritario contra la
política educativa del PP. La estrategia había salido perfecta, más
si cabe tras constatar que la concentración en Zocodover había
contado con más de 3000 personas, a pesar de ser convocada en
horario laboral, otra gran idea que agradecer a los sindicatos.
En
el manifiesto hecho público días antes, los cinco sindicatos
expresaron su rechazo ante los recortes que “están provocando que
la educación pública comience a peligrar”. ¿Comienza a
peligrar?... curiosa interpretación de la realidad cuando tras estos
quince primeros meses de Cospedal en el gobierno se han perdido cerca
de 5000 empleos sólo en educación pública, 2226 en Primaria e
Infantil y 1701 en Secundaria, a los que hay que añadir los 1000
despidos del curso pasado. A todo esto hay que sumar el hacinamiento
del alumnado tras el aumento de ratio, la supresión de 61 escuelas
rurales a las que asistían alumnos que hoy día están recibiendo
clase de voluntarios y profesores jubilados, la pérdida de
profesores de apoyo en los centros, la eliminación de la gratuidad
de los libros de texto, la supresión de becas, comedores y
transporte escolar o en definitiva el vergonzoso tijeretazo al
presupuesto de educación.
Al
parecer, la visión del consejero de educación Marcial Marín,
compartida por el ministro Wert, es que esta situación “no supone
un menoscabo de la calidad de la educación y sirve para luchar
contra el fracaso escolar” ¡Claro que no! Sólo porque 10000
alumnos más sean atendidos por 5000 profesores menos gracias al
“gobierno del empleo” no debemos ser tremendistas…
Pero
no son estas declaraciones por parte del gobierno las que nos
sorprenden. Tampoco los recortes que aplican, éstos son promovidos
por dos fuerzas de intereses claramente identificables, por un lado
grupos ultraliberales que persiguen hacer negocio con la educación
pública, y, por otro, los sectores más reaccionarios y
conservadores, que pretenden la vuelta a un sistema educativo
trasnochado y afín a su ideario, elitista y excluyente. La
estrategia emprendida por el ejecutivo de Rajoy únicamente pretende
reducir los servicios públicos hasta presentarlos como ineficaces,
devaluando su calidad, para justificar así futuras privatizaciones o
su desaparición.
Llama
poderosamente la atención que sólo dos días después de la
inauguración del curso, la señora Cospedal iniciara una ronda de
contactos con los secretarios generales de los principales sindicatos
de la región. Sobre todo porque hace ya 6 años que fue enviada por
su partido a Castilla-La Mancha para encabezar la oposición y en
todo este tiempo, y tras 15 meses en el gobierno, no se había
reunido con ningún sindicato, a pesar de la insistencia de éstos.
Sin embargo, todos corrieron felices a la reunión con María Dolores
“la bien pagá”, ajenos a sus desplantes y ataques a
sindicalistas y clase obrera. Más aún entristece escuchar a unos y
otros hablar de “clima cordial” o “alta sintonía” ante el
inicio de “Un nuevo tiempo de colaboración leal entre sindicatos
y gobierno, pues no se pueden permitir estar continuamente
enfrentados” ¡Tremendo!... ¡Qué se besen! ¡Qué se besen!
¿Pero en qué mundo viven? No contentos con esto, se vanagloriaron
al anunciar que Cospedal se había comprometido a no realizar más
despidos masivos de interinos… ¿Pero le queda alguien más? Quizá
lo que sobra no son profesores sino demagogia. Eso sí, lo que no
sabemos es si Mari Loli los felicitó personalmente por la perfecta
maniobra de distracción.
Resulta
decepcionante y tremendamente frustrante la actitud de los
sindicatos, reducidos a meros amortiguadores de las agresiones del
capital a la clase obrera, limitándose a reivindicaciones
corporativas y económicas, más preocupados de repartirse lo poco
que queda del pastel que de movilizar a los trabajadores. Su
situación es delicada porque el malestar social es incontestable, y,
si no son capaces de estar a la altura y liderar ese malestar, la
calle será ocupada por otros, como hemos podido comprobar con la
pasada movilización del 25-S.
Son
muchas las voces que se preguntan qué será lo próximo, qué será
lo siguiente con lo que tragarán los sindicatos, quizá la Ley
Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), cuyo
anteproyecto fue aprobado recientemente por el consejo de ministros.
Curioso nombre ese que pretende mejorar la educación recortando
plantillas y presupuesto. Paradojas de este gobierno acostumbrado a
hacernos lo blanco negro.
Esta ¡Séptima!
reforma del sistema educativo en “democracia” es una reforma
claramente ideológica y segregadora. Contempla separar a los alumnos
a los 15 años en función de lo que quieren estudiar, así el
sistema educativo se pone al servicio de las necesidades
empresariales al promover una segregación prematura de los alumnos,
introduciendo itinerarios en función de su rendimiento y no de sus
necesidades. De este modo la Formación Profesional se convierte en
el coche escoba de los alumnos que no son “buenos” y el
bachillerato queda reservado para los que sí lo son, para lo bueno,
para lo selecto. Igualmente la nueva ley instaura tres revalidas que
pretender dejar en el camino a alumnos con dificultades, en una clara
vuelta a la educación de los años 60. Esta carrera de obstáculos
persigue en última instancia que sólo puedan acceder a niveles
superiores un reducido número de personas, la élite del alumnado.
Desaparece por cierto el bachillerato de Artes Escénicas, Música y
Danza ¿para qué alimentar futuribles faranduleros, verdad?. También
resulta pernicioso el anuncio de la prorrogación de los conciertos a
los centros que segregan por sexo mientras se recortan 5000 millones
de euros en recursos para la enseñanza pública. En definitiva, esta
nueva ley supondrá una vuelta a la educación franquista que tanto
gusta al gobierno, potenciando lo privado y lo religioso, dañando
gravemente la ya maltrecha constitución española.
Sobran
los motivos por tanto para no pasar más por el estrecho aro de sus
convencionalismos; sindicatos, profesores y asociaciones de padres y
alumnos tiene ante sí una nueva oportunidad para conformar un fuerte
bloque de oposición a esta nueva reforma que no ha contado con ellos
ni les ha pedido opinión.
Está
claro que ante esta situación la indignación ya no basta. Se hace
indispensable una reacción y una respuesta contundente que, aunque
pacífica, tenga a la desobediencia civil como principal exponente de
la lucha social. Se agotó el tiempo del consenso y de la
negociación, ya no basta con pontificar frente a la pantalla de un
ordenador la radicalidad y el descontento, no basta con acudir a
tertulias radiofónicas o televisivas, entrevistas, ruedas de prensa
y demás trampas del sistema para aparentar pluralidad. No queda más
alternativa para defender nuestros derechos que la movilización en
la calle, en las escuelas y hospitales. Todavía, por supuesto, queda
mucho por hacer. El camino es largo y tortuoso. Hemos de desarrollar
juntos un espíritu crítico y una conciencia social. Dando cuenta de
la altura moral que los ciudadanos anónimos pueden alcanzar cuando
deciden ejercer la libertad. Pero sin miedo. Como rezaba una pancarta
en la pasada concentración del 25-S, hagamos nuestra la consigna
“Sin trabajo, sin vivienda, sin futuro, sin miedo…”
J
No sé si sabrás que la invitada al acto oficial en Fuensalida del STE-CLM acudió al mismo con la camiseta verde en vez de trajeada como el resto de sus compañeros de los otros sindicatos. Y tampoco sé si conoces lo que la pasó, que la sacaron sin poner los pies en el suelo, literalmente.
ResponderEliminarCon esto quiero decir que no todos los sindicatos son iguales, sobre todo los minoritarios, aunque no puedo estar más de acuerdo contigo en que su comportamiento dista mucho del que sería si, por ejemplo, se autofinanciaran y fueran esclavos,de las subvenciones.
Juan Pedro
Totalmente de acuerdo, también en salir a la calle no hay otra...
ResponderEliminarLos sindicalistas són parecidos a los políticos, muchos de ellos sólo miran por sus intereses y olvidan quién les votó; pero esto también se les va a acabar.
Salud!
Es cierto todo este descontento social, es muy difícil sentirse identificado con ningún sindicato o partido político. Tristemente, la frase " todos son iguales" parece que cada vez se hace más real. Por eso, hay que cambiarlo todo y el poder lo tenemos nosotros. !Salgamos a la calle! !Que no nos silencien! Como dijeron los islandeses : POWER TO THE PEOPLE.
ResponderEliminarC.R.L.
Creo que ya va siendo hora de dejar de tirar piedras contra nuestro propio tejado. Por lo menos, yo voy a empezar a pensar que quienes arrojan esas piedras no están bajo mi mismo tejado.
ResponderEliminarPor mucho que deban actualizarse y regenerarse, considero que los sindicatos han sido, son y serán una herramienta imprescindible para la causa de los trabajadores y del pueblo en general.
Como en todo gran colectivo, puede haber elementos que defrauden, pero a nadie en su sano juicio se le ocurre pedir, por ejemplo, la disolución de la sanidad pública por un caso de negligencia médica, como no sea que tenga interés en promover un modelo privado y lucrativo de sanidad.
Las subvenciones que reciben los sindicatos fue una de las pocas conquistas que obtuvimos en la transición. Se dan con luz y taquígrafos y no implican ningún tipo de sumisión al gobierno de turno.
Por favor, basta ya de hacerle el juego a la derecha más reaccionaria.