Sebastián
Martín Recio.
Miembro
del Frente Civico Somos Mayoría Sevilla
Han pasado ya las
imágenes de este Primero de Mayo de 2013 y a muchos nos han parecido
como desfiles de antaño, cortejos organizados con el ritual
sempiterno de las pancartas con siglas y slogans y el mitin final
diciendo casi siempre lo mismo… Y nos duelen esos pasos perdidos de
tantos compañeros y compañeras, que cada vez somos menos, tomando
conciencia de la inutilidad propia, de la impotencia ante los poderes
establecidos y de lo irreversible de este proceso que nos lleva a más
desigualdad, menos derechos, menos libertades, más insolidaridad,
más paro, más exclusión, más precariedad, más inseguridad, más
desunión, más enfermedad, más fascismo…
Parece trágico todo
esto, no? Pero así lo sentimos en muchos momentos… Y, en
consecuencia, quienes aún no hemos tirado la toalla y deseamos un
cambio en profundidad, una transformación real, llegamos a una
conclusión: Si queremos que esto cambie, también hemos de cambiar
nosotros. Los sindicatos han de cambiar de rumbo y de estrategia, de
métodos, de alianzas y de discurso… Unas reflexiones al respecto:
1.-Los Sindicatos
mayoritarios aún siguen anclados en el discurso de la concertación
y de los pactos. Raro es el día en el que algún dirigente
no sale con la consabida proclama de la necesidad de “un gran
pacto”, ahora por el empleo, señalando en sus propuestas
generalidades y lugares comunes que todos compartimos pero que quedan
en palabras. Son líneas de discurso de otros tiempos, de los tiempos
de Zapatero, y resuenan con la nostalgia de una pretensión
imposible, cual es protagonizar unos acuerdos que contemplen unas
medidas económicas y sociales que se sabe de antemano que no van a
producirse en ningún marco de diálogo y de consenso con los agentes
económicos y el gobierno, empeñados como están en una
reestructuración salvaje de la economía y de las relaciones
sociales.
Aparece así un continuo
discurso de autoengaño, similar al juego que protagonizan el PP y el
PSOE, consistente en hacer creer a la gente que todos quieren un
gran acuerdo de todos y para todos, pero que éste no se produce por
culpa del otro. De antemano se sabe lo que el gobierno y los grandes
empresarios quieren y que no van a ceder, teniendo como tienen los
aparatos de poder y las instituciones en sus manos. Lo que no se sabe
con seguridad qué es lo que quieren exactamente el PSOE y los
Sindicatos –y a veces una parte de IU-; estos juegan, pero el poder
ejecuta, esas es la gran diferencia, y quizás una de las causas del
gran desconcierto social existente.
El discurso del Gran
Pacto y del Gran Consenso es una entelequia y, en consecuencia, hay
que dejarlo ya de manera clara y fehaciente. No podemos legitimar
acuerdos cuya base y orientación se sustentan una y otra vez en
secuestros de la democracia y de los derechos. Y menos aún pensar
que en las condiciones existentes los poderes van a dar marcha atrás
o a cambiar sus pretensiones.
2.-Los sindicatos
de clase han de pasar a una estrategia de confrontación.
Una confrontación que a ellos les corresponde trabajar en el ámbito
de lo social y laboral de manera prioritaria y relevante… Y
hablamos de una confrontación de ideas y de prácticas, de
realidades, no sólo verbales. Con una estrategia inteligente que no
les lleve ni al desastre ni al desgaste, pero que salga de esta
atonía o pasividad que se percibe en las estructuras sindicales.
No se ve a los delegados
sindicales, ni a los liberados, por los centros de trabajo, en
reuniones y en actos para explicar los problemas y las alternativas,
para incitar y organizar la movilización, para extender la lucha,
para difundir y propagar las acciones, para mostrar directa y
palpablemente el apoyo y la solidaridad con los despedidos, con los
represaliados, con los trabajadores en general… Esto comporta un
plan formalmente estructurado para llevar a cabo en todos los
territorios una acción sostenida de explicación, formación y
movilización a los trabajadores de todos los sectores, una acción
con una dedicación militante activa por parte de quienes han asumido
esa responsabilidad y esa representatividad.
3.-Los Sindicatos
mayoritarios aún persisten en sus clásicas políticas de alianzas:
Trabajan en un marco de conquistas parciales, con un
referente predominante socialdemócrata (el PSOE) y dejando
inequívocamente claro que están dentro del sistema. Esto es agua
pasada. La socialdemocracia como tal, en Europa, no puede ser
referente de nada transformador porque ya ha demostrado con sus
complicidades y con su trayectoria, que forma parte del sistema y ha
sido partícipe activo de los orígenes y del desarrollo de esta
crisis que nos machaca, independientemente de que muchos compañeros
que militan en este campo son de izquierdas y no se sienten
vinculados con esas complicidades superestructurales de sus partidos.
Resulta extraño, por no
decir rechazable, el distanciamiento recalcitrante, a veces con
signos de desprecio, que los sindicatos mayoritarios tienen con otras
organizaciones minoritarias y más radicales. Tal es el caso del SAT
cuyas legítimas acciones han sido referente para muchos jornaleros y
para la sociedad civil andaluza. Sin embargo, se han visto solos, sin
el menor gesto de solidaridad y apoyo, en momentos en los que han
sido represaliados por sus acciones sindicales. Los sindicatos
mayoritarios, en una estrategia de confrontación, han de extender y
desplegar sus alianzas hacia los sectores más combativos contra el
sistema y dejar los discursos y las improntas que les señalan como
partes del sistema. Han de estar presentes en las plataformas
antidesahucios y reivindicativas que afectan a los derechos más
básicos de las personas. Y no pueden ver como extraños a los
parados, aunque no estén afiliados, sino como aliados necesarios.
En este despliegue de
políticas de alianzas sociales, los sindicatos mayoritarios han de
prestar especial atención a las pequeñas empresas, y cuidar las
relaciones en cada territorio, propiciando un plan de contacto y
apoyo permanentes con éstas, que sufren igualmente las condiciones
de la crisis impuestas por el sector financiero.
En definitiva, han de
concebir una estrategia de alianzas contra el sistema y no con partes
del sistema, independientemente de que en su espectro de actividades
y responsabilidades estén y sigan estando los mil problemas
cotidianos y concretos que afectan a la vida de la gente y a las
necesidades de sus afiliados.
Y así pasaremos del
cuarto menguante a la Luna Nueva….
Estoy de acuerdo con todo lo que dice respecto a los sindicatos. Están anclados en un anacronismo que casi dá más risa que pena.
ResponderEliminarD. Julio Anguita tiene las cosas mucho más claras; su inteligencia, sabiduria y una serenidad en su discurso me emociona y hemos llegado, en mi entorno, a admirar y agradecer sus comparecencias.
Ayer fué en la TV de CyL: por casualidad pude escucharle y coonvercerme de que El si sabe por dónde deb emos caminar. Gracias y mucha saludad y fuerza para D. Julio.
Final poético para una cruda y tozuda realidad. Perfecto análisis que, con absoluta seguridad, no leerá ninguno de los sobrados dirigentes sindicales.
ResponderEliminarUn abrazo, compañero.
Pilar.