Aula Magna de la Facultad de Historia de la Universidad de Sevilla.
Filas de bancas repletas de ciudadanos de todas las edades. Muchos
escuchan en la puerta, en pie. Hay quien incluso se sienta en las
escaleras de acceso al estrado, que acoge un busto adornado con claveles
rojos, amarillos y morados. Sobre él, una amplia mesa cubierta por dos
banderas: la andaluza y la republicana. En el centro, una de las voces
más incómodas de los últimos años disecciona la situación y propone
negociar un camino: la tercera república. Julio Anguita, que pasó por
esas mismas clases cuarenta años atrás, tenía claro su objetivo: “Quiero hablar de la tercera república. Y no de cuando venga, sino de cuando usted y yo la traigamos”, dijo en una intervención en clave de desafío.
EL DIAGNÓSTICO
Anguita propone una tercera república que sepa responder a lo que
considera una gran crisis de civilización. “No es una crisis económica,
estamos ante algo muchísimo más gordo, más importante, más grave”. Un
escenario de fin de régimen en el que se enfrentan los dos grandes
pilares del sistema, capitalismo y democracia representativa. “Hasta
ahora, el poder económico y las instituciones han estado echando un
pulso. Pero ese pulso lo ha ganado el poder económico”, aseguró el
andaluz, “cuando un gobierno dice yo ya no puedo hacer nada porque los
mercados lo dicen, la democracia representativa es una farsa”.
La soberanía de los ciudadanos ha caído ante las leyes económicas.
“El poder político no tiene fuerza. ¿Quién manda? ¿En qué ha quedado el
proyecto de Unión Europea? En dos nombres, Draghi y Merkel. Merkel y
Draghi”. Ante ese escenario, Anguita propone salir del euro y ver cómo
es posible articular otra comunidad política. “Nuestro país
está perdiendo soberanía. La más grande, la de la moneda. Quien no
controla su moneda, no controla nada”, explicó, “Salirse del euro es una
medida urgente”. En el camino para recuperar esa soberanía, la
deuda. Anguita es rotundo: “No se paga. ¡Punto!”, dijo ante las risas
del público. En otros motivos, porque no se puede. Un dato: España paga
todos los días 105 millones de euros. “Traería problemas, pero prefiero
esos problemas con la gente unida a terminar muriendome lentamente.
Puede que estemos al borde del colapso de aquí a unos meses”.
En ese escenario, los poderes incumplen sistemáticamente las leyes.
Así, explica Anguita, aparece el doble estado -concepto acuñado por el
socialdemócrata alemán Ernst Frenkel- , ese que hace el trabajo sucio
cuando el estado oficial no es capaz de cumplir su propia legalidad. Y
cuando se va aún más allá, el estado mafioso, en el que estamos
instalados, ese en el que las instituciones son reemplazas por mafias
económicas o políticas, que juegan a favor de sus intereses. Corrupción
generalizada, que alcanza todos los niveles. Ese juego de poder se
manifiesta, por ejemplo, en los indultos, “delincuentes que se ponen en
la calle porque son cercanos al poder”.
El ciudadano es la única clave para invertir la situación:
movilizados, activos y conscientes. Ante un movimiento obrero que ha
perdido la batalla, una apuesta decidida por la educación. “Hasta que los sindicatos no les digan a sus afiliados que hay que leer y aprender no se v a conquistar nada”,
defendió, “La ignorancia no sirve para nada. Es una pieza muerta”. Es
precisamente esa pasión por la educación lo que destaca de las dos
repúblicas españolas. Con él coincidió Carmen Lobo, exconcejal del
Ayuntamiento de Camas que destapó un caso de corrupción en su municipio:
“Mi corazón se convierte en un acerico -dijo parafraseando a Anguita-
cuando veo lo que está pasando a mi alrededor y mis vecinos prefieren
ver la televisión antes de salir a la calle a protestar. Cuando veo que
el libro de Belén Esteban ha sido número uno en ventas, me avergüenzo de
ser española”.
LA PROPUESTA
Los ciudadanos españoles, dice Anguita, hemos sido abducidos en dos
ocasiones. Y la responsabilidad está repartida entre todas las fuerzas
políticas. Una fue en la transición. “Entonces la democracia se
convirtió en el mito, en el sentido de que iba a resolver todos los
problemas”. Democracia como un fin y no como un medio, como una fase más
de la lucha. La segunda, la firma del tratado de Maastricht, la Unión
Europea y el Euro, que se tomó como un milagro. “Tengo miedo a la
tercera”, dijo el político: una abdicación de Juan Carlos y la llegada
al trono de su hijo, el Príncipe Felipe, o la instauración de una
república de mínimos. “El problema no es que tengamos una república
formal, sino qué tipo de república”. El excoordinador general de
Izquierda Unida esbozó ayer las líneas generales de su Propuesta para la III República
-así se llamaba la conferencia- ante una audiencia entregada. Sigue la
línea de la Constitución jacobina de 1793: república es democracia y
democracia es república. Y república también es un estado garantista,
que tome la carta de derechos humanos como referencia.
“El problema no es que tengamos una república formal, sino qué tipo de república”
El modelo que propone pasa por varios ejes fundamentales. Anguita
apuesta por avanzar hacia una democracia más completa con un cambio de
la legislación electoral o medidas para fomentar la participación -como
hacer la figura del referéndum sea vinculante-. El ciudadano debe ser
necesariamente la clave. Ese es precisamente, dice, uno de los fallos de
la Constitución del 78. Los partidos no pueden ser únicamente los
órganos que encaucen la participación. Ahora dice, el rey es capaz de
pastorear a los partidos: “El golpe de Tejero triunfó el 24, al día
siguiente, cuando los representantes de los partidos van todos como
buenos chicos y el rey como la gallina clueca los acoge a todos”. Ese
sistema deberá servir, además, para controlar al poder, luchar “a
muerte” contra la corrupción e contar con contrapesos efectivos -“El defensor del pueblo es una plañidera”,
dijo-. Atención especial a las separaciones: de los poderes entre sí,
máxima fundamental, y entre iglesia y estado, en todos los ámbitos.
En cuanto a la articulación de esa nueva república, el modelo federal
es el objetivo. Pero, a la vez, unitario -”No puede ser un estado de
reinos taifas”- para garantizar los servicios sociales y que la economía
no se imponga al poder político en ningún territorio. Para el exterior,
apuesta por la construcción de una nueva U.E con los países del sur,
mirar más hacia Iberoamérica y un unión con Portugal -una república
Ibérica-; para la defensa, un cambio del concepto de seguridad. No es
concepto militar, sino civil: “Una sociedad segura es una sociedad que
come, que tiene educación y trabajo. Lo otro es una sociedad armada,
pero no segura”.
Anguita no quiere ponerle apellidos a su propuesta de tercera
república. Ni socialista, ni comunista, ni nada que se le parezca. Sin
embargo, aunque admite que sería una parte menor del proceso, si apuesta
por mantener la bandera tricolor y el himno por su carga sentimental. Y
contra los que quieran invocar a fastasmas del pasado , información:
“¿Por qué no nos convertimos en militantes de la república?”. Así lo
practica él, dice, cuando va al mercado, charlando con los clientes
mientras espera en la cola.
“Una sociedad segura es una sociedad que come, que tiene educación y trabajo. Lo otro es una sociedad armada, pero no segura”
Tanto la primera como la segunda república llegaron en momentos de
crisis monárquica y en un contexto económico complicado . El escenario
es similar hoy, ¿es factible una tercera república? “Hasta que no seamos
más y no tengamos un proyecto de república que de manera democrática
impongamos, vamos a dejarnos ya de cuándo va a venir la república”,
defendió Anguita, “¡Dejen ustedes de soñar!”. Para conseguirlo, solo hay
una receta: consenso y unidad. “Yo digo, aquí está mi propuesta de república. Destrozadla. Pero, puñetas, ¡destrozadla”, dijo entre las risas del público,
“En la oposición somos más narcisistas que la leche. Estamos todo el
día mirándonos en el espejo. Espejito, ¿hay alguien más rojo que yo?”.
En los últimos minutos del acto, la voz de una joven interrumpió las
palabras de Anguita. “¡Viva la república! ¡A por la tercera! ¡A por la
tercera”, dijo antes de romper a llorar.
....recuerdo que unos meses uo un año antes de la crisis , los recortesetec etc....un día me dije yo creo que ahora estamos "maduros" para hacer un sondeo si se puede ir a por La República que se nos robó en!!!! la distadura...sabia que iba aser dificil....pero zas llegó el tambaleo de una Democracia endeble, la mayoría absoluta y el resto del poderio de los bancos....pero ahora tenemos que ir a por ella!!! nos la tenemos que ganar!!!!! unamos en una sola voz toda la izquierda concienzada..
ResponderEliminarque la unión hace la fuerza. Salud
Me parece extraordinario, yo suscribiría el 95% del texto.
ResponderEliminarSin embargo no estoy de acuerdo con lo de federal.
<<>>>>
¿Como se puede planificar la leche que es necesaria producir para toda España en Cantabria, por mucha leche que se pueda producir en Cantabria, o los cerdos ibéricos, alimentados con bellotas, que se necesitan criar en España en el Valle de los Pedroches?
ResponderEliminarLa economía de un país se tiene que planificar de manera centralizada, lo demás es como dice el texto << -”No puede ser un estado de reinos taifas”- >>> Aunque pueda haber ciertas cosas descentralizadas.
¿Que queremos un estado como la Unión Europea, donde los nacionalistas han construido una jaula de grillos donde cada uno esta pensando haber que se lleva para su país, y cuando uno tiene un problema que se las arregle como pueda?
¿Esa es la España que queremos?
Si es esa yo quiero la independencia de Murcia.
Pues vamos camino de conseguir esa jaula de grillos desde que cada autonomía tiene su propia cartera.
En un estado no puede haber ciudadanos de primer y de segunda y por lo tanto no se puede estar mirando a quien se la ayuda o quien no, y cuando hay un problema se tiene que dar la solución sin mirar donde se encuentre.
El gobierno central es el gobierno de todos y es para todos igual.
Cuando se cae un paleta de una obra en Lérida y se mata, su sangre es roja como la de el que se cae en Badajoz, Soria o Vigo; los jóvenes de Cornellá, tienen los mismos problemas que los de Ponferrada, Pozoblanco o Villarrobledo, y los problemas de los parados de Cataluña, también tienen los mismos problemas que los de Madrid, Andalucía o Estremadura.
Estos son los problemas que nos unen a toda la clase trabajadora y por ellos debemos luchar.
Tal vez algún día tengamos que decidir si a Cataluña se le da la independencia o no, y no se hundirá el mundo si se le da, pero mientras España se un estado, para que funcione lo mejor es que sea un estado unitario.
La autodeterminación es como el divorcio, un mal negocio, un desastre a la familia que le toca, pero, cuando una familia se convierte en un infierno, mejor el divorcio y cada cual por su lado.
Pensemos en una hipotética independencia de Cataluña.
¿Los habitantes del pirineo van ha ser económicamente lo mismo que los de Barcelona?
¿Serán unos catalanes de primera y otros de segunda?
¿Le darán la independencia a los del Pirineo?
F. Franco: Pensemos ahora en que se intentan desdibujar los paises de europa como está sucediendo en algunos ambitos.
ResponderEliminar¿serian los alemanes igual que los españoles?
Los nacionalistas españoles se quejan de lo mismo que se quejan los nacionalistas catalanes, vascos, gallegos o andaluces. El problema es que todos sois (o son) nacionalistas. Cada uno es nacionalista de su nacion, que en capitalismo se resume en "lo de cada uno por encima de lo de los demás".
Los Pepitos se quejan de los Juanitos por lo que estos segundos hacen con el Chupachus, y los Juanitos se quejan de los Pepitos por lo mismo. Eso si, luego todos hablan de respetar a los individuos como iguales(acepcion que tanto Pepitos como Juanitos aceptan para definirse a ellos mismos, lease la delcaracion de los DDHH).
Está muy visto ya. Y no son errores o confusiones sino estruturas mantenidas con voluntades encaminadas y dirigidas a ello. Los estados se mantienen para aparentar unidad y proyecto comun, aunque sea a la fuerza mientras les roban a las poblaciones humanas. ¿ironico, no?
Son los seres humanos los que se juntan o se separan no las naciones o los estados. Siempre y cuando no se haya desprendido uno en tal grado de la libertad que le confiere su existencia que pretenda hacer creer que ese ente llamado estado ES él/ella.
Es obvio que no es asi.