Jorge Alcázar
Miembro de la Mesa Estatal del FCSM y del Colectivo Prometeo
¿Qué perseguimos
cuando dedicamos nuestro tiempo y esfuerzo a participar en las luchas
que a nuestro alrededor tienen lugar? ¿Cuál es el motor que empuja
nuestras ansias renovadoras? ¿A qué aspiramos en nuestro día a día
y con nuestro trabajo continuo? No es otra cosa que al cambio de
modelo económico, político y social.
Si preguntáramos a
las personas que pueblan nuestro espacio vital, la inmensa mayoría
mostrarían su rechazo por los modelos actuales y su indignación y
hastío.
Por ello,
pretendemos cambiar un modelo económico que arrincona a esa
mayoría ciudadana en la miseria y el desamparo. Que perpetúa bolsas
de pobreza y promueve un reparto desigual e injusto de los recursos.
Un modelo económico que favorece la acumulación de capital y bienes
en manos de un pequeño grupo de personas, dotándolos de un poder
casi ilimitado para controlar el destino de un 99 % de la población.
Perseguimos cambiar
un modelo político que trabaja por y para sí; por y para los
intereses del poder real, aquel que se oculta a la sombra de las
instituciones de gobierno, pero que se desnuda y aparece en forma de
grandes fortunas y grupos de control. Un modelo político que desoye
sistemáticamente al ciudadano, gobernando a espaldas de éste,
imponiendo los intereses de unos pocos en contra de las necesidades
de una inmensa mayoría; un poder político que gobierna y legisla
con arbitrariedad y de forma ilegítima. Un modelo que enraíza en lo
más profundo de nuestras instituciones de gobierno, económicas o
judiciales, la corrupción en cualesquiera de sus formas, perpetuando
castas de dirigentes cuya única aspiración es la de mantener su
posición de control y dominio, a la par que llenar sus bolsillos con
el sudor de nuestra frente y de nuestras desgracias, y cuya amplitud
de miras y capacidad crítica no va más allá de las fronteras
dictadas por las élites instauradas en los partidos políticos
tradicionales y sus pagadores.
Y consecuencia de
estos dos modelos, perseguimos un cambio de modelo social.
Modelo corroído y en fuga, en el que se asientan la injusticia y la
desigualdad. Marcado por el sesgo, por la diferenciación de clases y
poderes, y donde cada vez y con más fuerza se imponen la pobreza, la
resignación, la miseria y la indignación. Un modelo social que
despoja de sus derechos naturales y sociales a millones de personas,
hurtándoles la justicia, la ética y hasta la dignidad.
Mas para alcanzar
las metas diseñadas, es necesario emprender, a través de la
generosidad, la valentía y la superación, la conquista
progresiva de tres escenarios. Un camino a emprender en el que
sea desplazada la dialéctica de izquierdas y derechas (al servicio
del poder) por la dialéctica de los de arriba y los de abajo, de los
corruptos y los honestos, de lo justo y lo injusto, una dialéctica
más veraz y concreta.
La unidad de las
fuerzas activas en la lucha, la unidad social y ciudadana y el poder
popular, son las tres conquistas necesarias para emprender los
profundos cambios de modelo más arriba anunciados.
La creación de un
espacio común de lucha de los agentes implicados hoy por y para el
cambio, en donde desarrollar estrategias comunes de acción y
respuestas unitarias, la polarización hacia una misma dirección,
dará origen a la creación de un estado de ánimo y de consciencia
colectiva que se asienten en la mayoría hoy golpeada duramente por
el estado actual de cosas, generando el caldo de cultivo y los medios
necesarios para alcanzar el poder popular.
Y es aquí que las
Marchas por la Dignidad 22 M surgen. Entendidas como un
proyecto no finalista a través del cual se alcancen los dos primeros
escenarios planteados. Un proyecto con continuidad en el tiempo
y con un eminente carácter catalizador, cuyos ejes motrices son
argumentos tan incuestionables y asumibles por la inmensa mayoría
que dan motivos sobrados para marchar a Madrid el día 22 de Marzo.
Son el paro y la
precariedad laboral, la dignidad y justicia en el trabajo o la Renta
Básica elementos de cohesión y peso, pues a los 6 millones de
parados hay que añadir el 1’3 millones de personas sin ninguna
prestación, el 10’6% de hogares sin ingresos o los más de 3
millones de personas que viven en la pobreza severa (menos de 307
euros al mes), y todo ello rebozado con las nuevas relaciones
laborales establecidas por el capital.
Son los recortes
públicos, aplicados sin piedad en Educación, Sanidad y
Servicios Sociales, fuerzas que nos deben obligar a tomar Madrid,
cuando por otra parte sabemos que la diferencia entre ricos y pobres
ha aumentado en un 30%, que el número de ultrarricos en España
(tener más de 30.000 millones de euros en activos) ha aumentado en
2013 hasta 1625 personas, lo que supone que acumulan más de 48 veces
el PIB de todo el país, o que el 20% de los más ricos en España
acapara el 44% de los ingresos declarados, mientras el 20% más pobre
apenas aporta el 6%.
Es la defensa de
nuestros servicios públicos motivo por sí sólo suficiente para
acudir a Madrid enarbolando las banderas blancas, verdes, violetas y
multicolores de las mareas.
Tenemos todos y
todas motivos infinitos para gritar contra la corrupción
instalada en las instituciones de gobierno, económicas y judiciales,
pues no puede ser soportable que las grandes fortunas y las grandes
empresas concentren el 71’8 % (el 65% del presupuesto de Sanidad en
todo el estado) del fraude fiscal total, lo que suponen entorno a
45.000 millones de euros al año, mientras el 80% de efectivos de la
Agencia Tributaria se dedican a perseguir al pequeño fraude. Son
motivos los 22.400 millones de euros a Bankia, los 27.000 de Caixa
Cataluña y la CAM o los 9.000 de Nova Caixa Galicia, cuando estos
mismos bancos rescatados con nuestro dinero reparten espléndidos
dividendos a aquellos que los hundieron a la par que echan a la gente
de sus casas a la calle. Hay que manifestar nuestro hartazgo y límite
ante los Gürtel, Bárcenas, contabilidad B, “despidos en diferido,
ERES de Andalucía, Palau o Noós.
Y el 22 de Marzo se
ha de gritar en Madrid por una auditoría de la Deuda Ilegítima
cuyos intereses nos cuestan al día 105 millones de euros. Hay que
clamar contra la reforma del artículo 135 de la Constitución
por el cual nos han impuesto (PSOE y PP) el dogal de pagar para que
cobre el rico, antes que comer, exigiendo el impago de esta deuda
ajena a nuestros intereses (técnicos de Hacienda la cifran en
150.000 millones de euros) y la renegociación de la deuda total,
insostenible desde el punto de vista técnico y desde el de los
derechos humanos.
Y más aún,
debemos exigir el cumplimiento de la legalidad vigente en materia
constitucional y de Derechos Humanos, sometiendo al poder real que
nos hurta derechos asumidos por y para sus propios intereses, para
transformar la legalidad formal en legalidad efectiva.
Por todo ello,
Madrid ha de representar el 22 de Marzo el hartazgo, la indignación
y la rebeldía de un pueblo que se levanta contra sus tiranos y
secuaces.
“A la calle
que ya es hora de pasearnos a cuerpo y mostrar que pues vivimos,
anunciamos algo nuevo”
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