asamblea Acampada martes 8 de abril
Juan Rivera
Colectivo Prometeo
“¿Mirará algún día la Justicia hacia el sitio que habitan
las personas dignas y honestas?” (Proverbio chino apócrifo)
Hoy
hemos almorzado con una mala noticia: el juez ha dado un mes de plazo para que
desalojemos el centro social y ciudadano “Rey Heredia”. La decisión no es nada
original. Tampoco es casual. Otro juez
ha tomado la misma con el Centro Okupado Escuela Taller de Alcorcón.
El
domingo también desayunamos con la expulsión de las familias de la sevillana Corrala
Utopía y hace meses fueron arrojados a la calle, dijera lo que dijese el
Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, los ocupantes de Salt. Todas las
actuaciones se enmarcan en la misma línea, afectando los derechos fundamentales
de esa ingente masa de ciudadanos que -también pese a lo que diga la teórica
ley máxima de 1978 en su artículo 47: “Todos los españoles tienen derecho a
disfrutar de una vivienda digna y adecuada”- con la excusa de la crisis han
visto esfumarse de un plumazo garantías y libertades para sumergirse de lleno
en una etapa política que cada día guarda más similitud con la sufrida en el
Tardofranquismo.
En
todas las ocasiones se confirma que la alegoría clásica de la Justicia con
venda en los ojos y balanza se ha transmutado en una caricatura de sí misma, en
un personaje tan bisojo al que su estrabismo transforma en un cíclope que
solo ve para proteger sus intereses de casta.
Resulta
curioso comprobar cómo los mismos oligarcas político-financieros a los que se les
llena la boca de frases hechas tipo “hacer cumplir la ley”, “el
imperio de la ley “o “todos somos iguales ante ella”, ponen tanto
empeño en modificar a su favor la legislación (últimos decenios), fabricar leyes-exprés que protejan sus intereses (últimos
años) y lograr bula e inmunidad (últimas semanas).
El
sainete “Deja la multa y corre” de Esperanza Aguirre no es una
astracanada estilo Berlanga, es el modelo de impunidad que los poderosos
pretenden construirse.
En
esta crisis, mientras hemos visto atónitos salarios recortados/ancianos
y niños desahuciados/familias excluidas/derechos ninguneados/deterioros
buscados en Sanidad, Educación, en el meollo de los servicios públicos que nos
hacen personas dignas... no hemos visto que el peso de esa Justicia
pregonada caiga contra quienes han generado, para beneficiarse de él, para
obtener réditos económicos, el actual caos.
Si
diseccionamos el país que nos tocó en suerte la situación no debe extrañarnos.
España es un lugar único –“is different” decía Fraga– entre las llamadas
democracias occidentales. Permite que el
único condenado en relación con el Franquismo sea el juez que investigaba las
fosas de la desmemoria donde siguen mal sepultados decenas de miles de vencidos.
O que el nacionalcatolicismo permanezca vivito y coleando el núcleo ideológico del PP. O que la derecha
extrema aplauda una acción como la protagonizada por el alcalde de Reíllo (Cuenca)
– devolverle el nombre de una calle al dictador Franco- que en cualquier país
mínimamente democrático lo inhabilitaría para ocupar un cargo público. Es de
los pocos casos mundiales en los que refrendar a un asesino de masas no se
considera apología del terrorismo.
Como
colectividad, no nos escandaliza que las leyes se hagan a medida de un empresario
que nunca arriesga o que en la última encuesta de población activa vuelvan a
bajar un 3% el número de contratos indefinidos a jornada completa mientras se
disparan (+ 5'3%) los de tiempo parcial y especialmente (+40,1%) los de
formación y prácticas que anulan los derechos del trabajador.
Tampoco que se deslocalicen y cierren empresas
rentables o que de momento –según el Tribunal de Cuentas– el coste del rescate
bancario a costa del dinero público se eleve ya a 107.914 millones de euros.
Aunque los bancos “rescatados” con nuestro dinero sigan expulsando de unas
casas vacías que deberían ser del Estado a los españoles sin casa.
Anoche
en la Asamblea del Rey Heredia hubo tristeza y estupefacción pero también
muchas ganas de continuar esta lucha pacífica y solidaria. Los centenares de
asistentes se sorprendían al leer un auto que, al margen de ejemplos poco
afortunados como los del coche corriendo a 180 km/h o el asalto a la tienda de
ropa para repartirlo a los pobres y algunos toques de sensibilidad social al
loar la labor solidaria de los
encausados, centraba perfectamente el problema desde la óptica del poder: la
propiedad es sagrada y no se toca. Si es privada se defiende con todo el
aparato judicial. Si es pública -circunstancia que al leer los folios queda
totalmente difuminada- y teóricamente al servicio de la ciudadanía, es
exclusivamente la voluntad del gobernante la que debe atenderse.
Cuando sobre la mesa coinciden una reclamación
ciudadana de un espacio para su uso colectivo y una voluntad de los cargos
públicos de cerrar el mismo sin dar explicaciones, siempre primará la
decisión de estos. No es necesario contemplar otras posibilidades – también
recogidas en la Constitución del 78- como el fin social de la propiedad.
No vaya a ser que el ejemplo cunda y empecemos a reclamar la prioridad de
ese fin.
Nos
han dado el plazo de un mes para el desalojo. En estas semanas de margen
contemplaremos curiosas estampas. A partir del domingo 13, veremos a muchas de las autoridades que conforman el actual
Sistema dando –si se tercia- un óbolo al pobre adosado a la puerta de la
iglesia. Algunos incluso procesionarán descalzos en un intento de emular el
dolor del dios al que dicen seguir.
Como
han regado el espectáculo religioso con importantes inyecciones de dinero
público les será más fácil digerir lo
que están haciendo sufrir a esas clases populares en nombre de las que hablan en periodo electoral y a las que
tanto desprecian.
Al
pedir judicialmente la expulsión de la Acampada Dignidad no les ha importado convertir nuevamente en un
calvario el día a día de tantas personas que, más allá del plato de comida, el
libro, la clase o la charla, gracias al rey Heredia habían vuelto a introducir
en sus vidas retazos de lucha y esperanza. La solidaridad que como decía ayer
un espontáneo al tomar la palabra “les hacía intentar ser mejores personas”.
El
poder es insensible al hambre de la gente o a que duerman en la calle. No le
importa que vuelva la mugre y el edificio se deteriore con el desuso. A no ser
que una vez vaciado de “indeseables” pueda servir a fines más elevados
espiritualmente hablando. ¡Dónde van a compararse una turba de zarrapastrosos
perroflautas poniendo un plato caliente a quien lo necesita o enseñando música
e inglés a un posible museo en el que, engominados
de traje azul disfrazados de capillitas sevillanos recorran salas que huelan a
incienso!
Todo
ello a mayor gloria de Dios y del político consentidor. Nunca sobra la ayuda
celestial por si tienes que acudir a Roma de penitencia y pedir perdón por los
pecados.
En
las encuestas del CIS caen en picado la valoración ciudadana a jueces y
políticos. Cuando las leyes se aplican sin que importen las consecuencias.
Cuando el legalismo es insensible al estropicio que se causa al aplicarlas,
siendo mucho peor el presunto remedio, ¿alguien con dos dedos de frente puede
extrañarse de la creciente desafección y de la impopularidad?
La verdad es que me hubiera gustado estár allí para conocer a personas decentes e impulsar un nuevo cambio. Por desgracia, soy de otra Comunidad Autonoma y me enteré de dicha reunión a las 18:00 horas por lo que me hubiese resultado imposible acudir.
ResponderEliminarSoy de la opinión de que cada vez habrá más diposición por parte de jovenes academicamente preparados de crear comunidades de autogestión lo más independientes posible del sistema que te esquilma.
Es una idea muy atractiva y liberadora pensar en que vayas a poder vivir en una comunidad donde prime la razón, la honestidad y el conocimiento científico para progresar sin genocidas que quieran asesinarte.
Nos acostumbramos a todo. Nos hacen acostumbrarnos a ser animales salvajes, como ellos.
Por poner un solo ejemplo; la Constitución Española asegura la vivienda como derecho. Si atendemos al concepto de derecho nos percatamos de que este es una condición que debe existir sin compraventa alguna de por medio.
Pues bien, resulta obvio que en capitalismo todo es mercancia y todo posee precio o valor monetario.
Es por tanto, una falacia pensar que los derechos sean derechos, es decir, que no puedan participar de una compraventa de los mismos por cualesquiera otras prevendas u objetos de valor.
Siendo esto así, y acostumbrandonos al mundo de sufrimientos que nos imponen, pondre un ejemplo clarificador de cómo nos afecta directamente este entorno a nuestra propia percepción del bien moral y, consecuentemente, del progreso colectivo:
La PAH, organización por la que siento un respeto y admiración muy profunda, no se percata de que, en realidad, pedir como derecho viviendas en alquiler, con el fín de posibilitar la resolución del problema habitacional y el drama que genera, no es una medida justa. Ya que si el Derecho Constitucional avala esta vivienda (hogar) como un derecho, el mismo debeía ser una condición sine qua non con independencia del costo monetario que suponga (si lo supone, pues el valor puede couantificarse de múltiples maneras).
Cualquiera que sepa un poco de filosofía o economía se percata de que para ello, el sistema capitalista deberia desaparecer, pues el mismo impone valor monetario a todo lo existente, a pesar de que sea otra enajenación más y otra subjetividad impuesta como objetividad, pues el valor excede lo económico.
Así pues, siendo la vivienda un derecho, el Estado debería proporcionarla sine qua non cualesquiera condiciones se den.
De lo contrario, no sería un derecho.
¿Os imaginais el derecho fundamental de la vida siendo monetarizado? "Si no pagas te envio a un sicario y te asesina."
Pues bien. Eso es lo que está sucediendo.
Hay que organizar una coalición de izquierdas. Hay que desbancarlos en las urnas. Esa desafección hacia la política de la que hablas, se vuelve contra la gente de bien. Van a volver a salir. No pueden estar otros tantos años. Gotmaremos
ResponderEliminarFormaremos, si no, parte del continente africano y tendremos que saltar vayas de espino para acceder a europa
ResponderEliminarPor suerte, existe una axiomática imborrable tanto en la educación como en la esencia misma del ser humano: el amor, la empatía humana, la solidaridad y la necesidad de algún tipo de relación con semejantes a uno todavía sostienen la necesidad de entender el mundo y de dar una explicación racional, lógica y ordenada del mismo que nos situa en una realidad reconfortante y deseable para querer habitarlo y experimentarlo.
ResponderEliminarA pesar de que los individuos medios desconozcan las dinámicas y las mecánicas complejas del mundo sociológico, humano, económico, político, científico, realidad del saber estructurado y sistematizado, sigue existiendo un sustrato natural humano del que emerge la razón misma de vivir y no sobrevivir, de toda una moralidad derivada de la experiencia natural que defiende la dignidad del ser humano.
Fruto de ese hecho fáctico me enorgullece y me renueva saber que existen personas que defienden el progreso colectivo. El único progreso real.
Cuan rara es la esperanza, no te percatas de su existencia hasta que es esperanza, de nuevo. Siempre estuvo ahí.
Juan, la maniobra de desahucio estaba cantá de antemano..."No vaya a ser que el ejemplo cunda y empecemos a reclamar la prioridad de ese fin." ¡¡Y el mismo Ayuntamiento apoya y, ayuda a que la Mezquita se la queden los curas, en propiedad...¡¡
ResponderEliminar¿Y porque no se le pide a los jueces que cumplan los derechos humanos?
ResponderEliminarPara el último anonimo:
ResponderEliminarNo se les pide por la sencilla razón de que son los primeros que los transgrenden (no todos, solo la inmensísima mayoría. Los pocos a los que realmente les importa la Justicia son marginados, destituidos o se semi-alian con los procedimientos con la esperanza de seguir comiendo............caviar).
La corrupción hace alusión a la desviación de la razón, el sentido de ser, el por qué de la existencia misma del Estado de Derecho.
Se piensa, cual religión, que la Ley en si misma puede contener y dirigir toda conducta humana.
Se piensa que la Ley posee caracter natural. Es un grave error (en realidad es una manipulación, no es un error), pero es un error que los genocidas pretenden hacer creer porque, de ese modo, su poder (el legislativo, entre otros), posee misteriosamente rango o caracter natural.
Cosa, evidentemente, falsa. Pues la Ley es posterior a la moral y a la experiencia humana.
Pero se pretende hacer creer que antes de la Ley no existe nada. Así, un genocida siempre que está en el poder, con tal de mantener el status quo, pretenderá hacer creer que la Ley emana primero y despues es la legitimidad, debiendo cumplirse bajo CUALQUIER CIRCUNSTANCIA Y/O EVIDENCIA EMPÍRICA. Incluso, cuando la Ley sea injusta.
La legalidad no se sustenta en otra base que no sea la ética. Y esta última, no posee otro fundamento que la experiencia humana razonada. (Hablo de la Ley, del legislador, que busca algún tipo de moralidad).
Nos percatamos de que la Ley actual se constituye sin ningún objeto más alla de la manutención del status del poder impositivo del legislador.