Inquilinos de viviendas sociales del
PAU de Carabanchel (Madrid) vendidas a un fondo de inversión tienen ya
fecha de lanzamiento; otros la aguardan de forma inminente.
El cambio de manos, realizado a espaldas de los vecinos, supondrá subidas de hasta el 35% en los alquileres mensuales.
La Asociación de Afectados y
Afectadas por la venta de vivienda pública EMVS afirma que las casas se
han vendido por entre 60.000 y 75.000 euros, un precio muy inferior al
valor de tasación.
José mira su casa. La memoria le devuelve al momento en el que firmó
el contrato con la Empresa Municipal de Vivienda y Suelo de Madrid hace
ahora justo 10 años. “Pensé: esta sí, esta va a ser la mía para
siempre”, relata con las fuerzas en niveles mínimos. Es septiembre y
espera desde hace semanas la fecha del desahucio con la que el fondo de
inversión Magic Real Estate Blackstone (a través de la empresa Fidere),
nuevo propietario de su vivienda social, va a sacarle con lo puesto de
su casa.
Cuando llegaron a ese piso, ubicado en el PAU de Carabanchel (Madrid)
aún no había nacido su hijo, que ahora tiene siete años. Trabajaba como
escayolista para una subcontrata que, “lo que son las cosas”, construía
viviendas de la EMVS. Hasta que la burbuja del ladrillo explotó. En
2012 se puso a la cola del paro y los 400 euros mensuales de alquiler
social se volvieron una cifra inalcanzable. “Estuve sin pagar unos
meses. Lo puse en conocimiento de la EMVS para poder ir asumiendo esos
retrasos según fuera haciéndome con el dinero. Me prometieron un cambio
de casa a otra cuyo arrendamiento pudiera asumir con mi nuevo nivel
económico”, explica.
Pero ese cambio nunca llegó. Fue enviado a un piso vacío que estaba
ocupado. Notificó la situación y después el procedimiento se anuló
porque habían comenzado las gestiones para que el fondo buitre que ahora
es propietario de su vivienda adquiriera los bloques de pisos sociales.
El 6 de agosto finalizó el contrato que le vinculaba con la EMVS. Su
deuda es hoy de 11.000 euros.
El Ayuntamiento de Madrid vendió el verano pasado 18
promociones de vivienda social de la ciudad al fondo de capital riesgo
Magic Real Estate Blackstone por 125,5 millones de euros. Las
negociaciones, según el relato de los vecinos, se realizaron a sus
espaldas. Nunca recibieron una notificación oficial para informarles de
que su casero no sería nunca más un ente público, aunque el Ayuntamiento
asegura en su web que “el proceso de venta se ha caracterizado por su
trasparencia y concurrencia competitiva”. El cambio de manos, conocieron
después los inquilinos, iba a suponer un aumento de las cuotas de hasta
el 35% en tres años.
Solo los vecinos cuyo contrato con la EMVS vencía el 6 de agosto
recibieron en junio un burofax de aviso de Fidere para firmar uno nuevo
con las nuevas condiciones. ”Si hay personas que ya no pueden pagar los
alquileres actuales, imagina cuando se produzcan las subidas”, señala
Arancha Mejías, presidenta de la Asociación de Afectados y Afectadas por
la venta de vivienda pública EMVS.
La puerta de entrada del bloque de pisos, entregados hace 10 años. \ S.P
La cuestión, como también ha ocurrido con una venta paralela de vivienda pública del IVIMA
a Goldman Sachs-Azora, está en manos de los jueces. El pasado mes de
agosto, el juzgado de instrucción número 18 admitió a trámite la
denuncia del PSOE sobre una posible prevaricación en la venta de 1.860
viviendas, según los socialistas, a un precio “muy por debajo” del valor
de mercado.
Trampas en la letra pequeña
Como explica Mejías, los pisos se han vendido por una media de entre
60.000 y 75.000 euros, un valor bastante inferior al precio de tasación.
“Mi casa se ha entregado a los tiburones financieros por 65.000 euros
cuando se tasó en 105.000″, indica. Muchas familias, que han pagado sin
demora las cuotas durante 10 años, han sumado con todas las
mensualidades el precio por el que el Ayuntamiento ha vendido unas
viviendas que podrían ser ya de su propiedad. O, al menos, eso fue lo
que prometieron a José cuando firmó el contrato. “Me dijeron de palabra
que la promoción tenía opción a compra a partir del décimo año. Aunque
no me descontarían el alquiler, me garantizaron un precio de venta de
una vivienda social de segunda mano”, asegura.
Esas promesas se trampearon en la letra pequeña. “Las viviendas
tenían, según los papeles, opción a compra facultativa, lo que quiere
decir que la EMVS decidía a los 10 años si tenía o no facultad para
venderla a los inquilinos”, apunta Arancha Mejías. Pero el fondo de
inversión se adelantó. “Es un atropello a la dignidad de los que hemos
estado pagando religiosamente durante tantos años. Estamos agotados, nos
sentimos vendidos, desprotegidos, pisoteados”, reconoce una de las
vecinas, que prefiere no dar su nombre. Tiene tres hijos y su sueldo no
le permite asumir más de los 480 euros que pagaba hasta ahora de
alquiler.
El Ayuntamiento se escuda de que el motivo de no haber ofrecido las
viviendas en venta los inquilinos tiene que ver con una “imposibilidad
legal”. “La venta individualizada a los adjudicatarios, reza un comunicado publicado
en su web en julio de 2013, “no está contemplada en el Plan Estatal de
Vivienda que acoge la financiación de dichos inmuebles”. “Lo que sí
permite, agrega, es la venta de todo el edificio a sociedades que tengan
por objeto su destino a alquiler”.
Mari Carmen y su madre acompañan a Julia a su casa. \ S.P
Para Julia, de 80 años, la vida se mide por los días que van restando
hasta el 16 de octubre. Es la fecha de su desahucio. Llega a la reunión
de vecinos sobre un bastón y con el gesto agotado. Una vez más, y casi
como si de una terapia se tratara, relata su situación con un discurso
que, tan pronto se invade de rabia como se desmorona. “Me están matando
poco a poco”. A veces se rompe; otras, sus ojos se llenan de ira y
descarga su frustración verbalmente. Sus ingresos se reducen a una
pensión de viudedad de 632 euros con la que viven ella y su hija. Solo
el alquiler se lleva 577.
Esperar y desesperar
Unos bloques más arriba de la casa de Julia, que comparte
urbanización con José, vive Mari Carmen. Su vida lleva metida en cajas
desde junio, cuando estaba prevista su salida obligada de la vivienda
por orden judicial. El juez paralizó cautelarmente el desahucio, pero la
sentencia aún no es firme. Desde entonces, ni Mari Carmen, ni su
marido, ni sus dos hijas se han atrevido a sacar más que una muda de
esas cajas que invaden casi cada rincón del que, aun entre cartones,
sigue siendo su hogar.
En 2006 firmaron el contrato –”como una lotería”, recuerda ella–.
Durante tres años pagaron los 700 euros de alquiler que les pedía
mensualmente la EMVS, hasta que su pareja se quedó sin trabajo en 2009.
Como José, trataron de buscar una solución pidiendo un cambio de
vivienda que jamás se tramitó. Con una deuda de 17.000 euros, la familia
fue llevada a juicio por Fidere en febrero, tras una serie de amenazas.
“Te torturan cada día con cartas que te recuerdan tu situación, ¡como
si no lo supiéramos!”, expresa Mari Carmen.
Es la existencia convertida en espera. José lleva días pensando
marcharse para huir del momento más temido. No quiere que su hijo, a
quien ve cada fin de semana como marca el régimen de visitas acordado
tras su divorcio, sea testigo de la pesadilla que a él no le deja pegar
ojo. “Se da cuenta de que cada vez hay menos cosas en casa, intento ir
vaciando poco a poco, pero no tengo un lugar donde llevarlas”, lamenta.
Las palabras de los abogados de Fidere durante el juicio, dice, retumban
en su cabeza: “Vamos a hacer todo lo posible por que el proceso se
desarrolle de la forma más rápida”. En sede judicial, asegura Jose, la
empresa no mostró las escrituras de la casa que acreditan que es
propietaria de la vivienda. “A pesar de la negativa de mi abogado a
continuar, el juicio salió adelante”, afirma.
En los bloques de pisos se percibe ese grumo de silencio que no
siempre conviene confundir con la tranquilidad. Un par de niños, a las
puertas de la adolescencia, juegan en el patio común. Según calcula
José, de los más de 100 vecinos que convivían en la urbanización, hoy no
quedan más de 30. Las persianas bajadas acorazan las ventanas y las
flores de los pocos balcones por los que aún asoma vida languidecen como
rendidas. En uno de los bajos, un blindaje de metal impide el paso a
una vivienda cuyos inquilinos, cuenta José, fueron desahuciados por la
EMVS. Esta vez, ni siquiera hizo falta que el buitre entrara en su casa.
Perdonar que sea pesado pero si deseamos que estas cosas no ocurran no existe nada mas que un camino. Tener un programa claro donde se contemplen las necesidades de la población y llenar con el las urnas de votos. Cuidándose de no hacer y decir algunas tonterias que los partidos de la izquierda soléis hacer y centrándose en lo nos afecta al gente que son solucionar estas cosas.
los bancos se quedan con 200.000 millones de euros y con los pisos que embargan, mientras sus habitantes van a la calle.
Con una hipoteca media de 180.000 euros por vivienda embargada, que ya es mucha hipoteca puesto que desahucian hasta por 22.000 euros, se pueden comprar un millón de viviendas por 180.000 millones de euros o dicho de otra manera, con 200.000 millones de euros el estado se podría quedar con mas de un millón de viviendas embargadas que pasarían a ser propiedad del estado.
Propuesta: que el estado se quede con la cantidad de viviendas embargadas necesaria para que todas las personas que han perdido su hogar por embargo, no disponiendo de otra, puedan vivir en ella mientras vivan, con un alquiler que cubra únicamente la contribución y los gastos de la comunidad incluido el mantenimiento de los edificios. Cuando la cuantía por la que se embarga sea pequeña que puedan optar a recuperar la vivienda cuando pasado un tiempo mejore su situación.
Estas viviendas serán también destinadas para acoger a todas las personas que no tengan una renta suficiente para poder pagar un alquiler privado.
Al mismo tiempo estas viviendas irán formando un parque publico de viviendas destinado en el futuro para alquileres a precios bajos que cubran las necesidades de los ciudadanos sin necesidad de tener que comprar un piso o casa.
Perdonar que sea pesado pero si deseamos que estas cosas no ocurran no existe nada mas que un camino. Tener un programa claro donde se contemplen las necesidades de la población y llenar con el las urnas de votos. Cuidándose de no hacer y decir algunas tonterias que los partidos de la izquierda soléis hacer y centrándose en lo nos afecta al gente que son solucionar estas cosas.
ResponderEliminarLos bancos se quedan con 200.000 millones de euros y con los pisos que embargan, mientras sus habitantes van a la calle.
Con una hipoteca media de 180.000 euros por vivienda embargada, que ya es mucha hipoteca puesto que desahucian hasta por 22.000 euros, se pueden comprar un millón de viviendas por 180.000 millones de euros o dicho de otra manera, con 200.000 millones de euros el estado se podría quedar con mas de un millón de viviendas embargadas que pasarían a ser propiedad del estado.
Propuesta: que el estado se quede con la cantidad de viviendas embargadas necesaria para que todas las personas que han perdido su hogar por embargo, no disponiendo de otra, puedan vivir en ella mientras vivan, con un alquiler que cubra únicamente la contribución y los gastos de la comunidad incluido el mantenimiento de los edificios. Cuando la cuantía por la que se embarga sea pequeña que puedan optar a recuperar la vivienda cuando pasado un tiempo mejore su situación.
Estas viviendas serán también destinadas para acoger a todas las personas que no tengan una renta suficiente para poder pagar un alquiler privado.
Al mismo tiempo estas viviendas irán formando un parque publico de viviendas destinado en el futuro para alquileres a precios bajos que cubran las necesidades de los ciudadanos sin necesidad de tener que comprar un piso o casa.