Doctor en Derecho e Inspector de Trabajo y Seguridad Social
Miembro de la Mesa estatal del FCSM
( Fuente: Público.es)
La película de Andrei Tarkovski La infancia de Iván (Ivánovo detstvo,
1962) narra la historia de un niño soldado empleado en misiones de
espionaje durante la II Guerra Mundial. Magistralmente interpretado por
Nikolái Burliáyev, el protagonista ha perdido a su familia a manos de
los alemanes y colabora con las tropas soviéticas, sufriendo en sus
propias carnes los efectos más nocivos de la guerra y la violencia.
Convertido en un adulto con cuerpo de niño, Iván recurre a la fantasía
para sobrevivir a esta experiencia traumática. Los sueños constituyen el
verdadero mundo de Iván, que encuentra en ellos una forma de escapar de
la angustia y el dolor ocasionados por la guerra. La película evoca con
crudeza la innata tendencia del ser humano a refugiarse en la
ensoñación para evadirse de una realidad vivida como insoportable.
Enfrentados a un presente atribulado e incierto, las personas
necesitamos soñar con un futuro mejor para seguir adelante cada día.
Esta triste historia ilustra perfectamente la estrategia comunicativa
del Partido Popular en lo que respecta a la crisis económica que está
atravesando nuestro país. Como si fuéramos menores de edad, el Gobierno
apela a nuestra fantasía colectiva e intenta amortiguar el descontento
de la población propagando una supuesta recuperación económica cuyos
efectos deberían notarse en algún momento de un futuro próximo pero
siempre postergado. Como no podía ser de otra forma, la recuperación es
el resultado natural de las políticas de austeridad impuestas por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) y aplicadas por el Partido Popular. A pesar de las señales de alarma
que está emitiendo nuestra economía, el Gobierno pretende dar por
terminada la crisis y anuncia a los cuatro vientos el regreso de los
buenos viejos tiempos, jaleando una nueva versión de los “brotes verdes”
que popularizó Zapatero.
No es este lugar ni momento para desmentir el optimismo panglossiano del Partido Popular. Informes solventes
advierten que estamos ante una salida en falso de la crisis y que la
situación económica podría empeorar gravemente en los próximos
trimestres, mostrando con toda crudeza las dañinas consecuencias de las
políticas neoliberales. En realidad, la crisis económica ha servido de
excusa para generalizar la precariedad laboral y provocar un dramático
empobrecimiento de la inmensa mayoría de la población en todas las
esferas de la existencia social. De manera extraordinariamente rápida,
los trabajadores están siendo reducidos a la condición de pura
mercancía, acentuando la vulnerabilidad de su posición social y anulando
cualquier posibilidad de control de su vida laboral. En un proceso
complejo y altamente calculado, las políticas neoliberales están
provocando la mercantilización acelerada de todas las relaciones
sociales con el fin de generalizar la incertidumbre y la inseguridad de
la población trabajadora en lo que concierne a sus condiciones de vida y
trabajo.
En el caso de Valencia, la propaganda del Partido Popular raya en la
inconsciencia y la provocación. Veinticinco años de gobierno de Rita
Barberá han transformado la ciudad del Turia en un paraíso de la
especulación, haciendo de Valencia un negocio sumamente lucrativo para
algunos empresarios que han sabido aprovecharse de la corrupción, la
tremenda corrupción del poder político. El paso del tiempo ha
sedimentado un modelo neoliberal y postfranquista de gestión urbana con
enormes costes sociales y medioambientales, en el que la precariedad
laboral y las desigualdades sociales se han multiplicado a velocidad de
vértigo. Las élites locales, con la vergonzosa complicidad del poder
político, secuestraron las instituciones ciudadanas y las exprimieron en
su propio beneficio, arrebatando a nuestro pueblo sus señas de
identidad y condenando a la exclusión a muchas personas que no pueden
satisfacer sus necesidades básicas. Como muestra, un botón: según datos
del Consejo General del Poder Judicial, en 2013 se produjeron 4.792
desahucios en nuestra ciudad, más que Barcelona (4.552), que tiene el
doble de población, y sólo superada por Madrid en términos absolutos.
A pesar de todo, la ciudadanía está encontrando nuevas formas de
organizarse y de expresar sus demandas democráticas, anticipando el
surgimiento de una nueva identidad política en nuestro país. En efecto,
el pasado 22 de marzo tuvo lugar una gigantesca manifestación que
involucró en su dinámica a amplios sectores sociales movilizados y
politizados, demostrando una capacidad de convocatoria que creíamos
perdida para siempre. Debemos tener presente que esta movilización es el
resultado de años de trabajo, en los que los movimientos sociales han
exhibido una creatividad impresionante y han acumulado fuerza social y
política. Junto a ello, las elecciones europeas han supuesto un motivo
de ilusión y de esperanza para muchísima gente, profundizando y
acelerando una grave crisis de legitimidad de los partidos y del sistema
político en su conjunto. Ambos hechos demuestran que el movimiento
popular ha adquirido una capacidad inédita para construir una
alternativa política capaz de derrotar al neoliberalismo, evidenciando
que estamos ante una oportunidad única para iniciar un proceso
constituyente que refleje un nuevo equilibrio de poder en el país.
Las próximas elecciones municipales son un hito decisivo en el
proceso de acumulación de fuerzas y deberían servir para propiciar una
amplia confluencia político-social que dispute la hegemonía al
bipartidismo. La emergencia de procesos unitarios en ciudades como
Madrid o Barcelona, por citar sólo los casos más conocidos, alumbra el
camino a recorrer para dar un paso más hacia el profundo cambio político
que necesita nuestra sociedad. En Valencia también es posible y
deseable un proceso de estas características. Es más, quizás como en
ningún sitio se den aquí las condiciones para construir un nuevo espacio
político plural, unitario y participativo, que permita el encuentro y
la cooperación de los sectores insumisos que se han venido oponiendo a
las políticas neoliberales a lo largo de estos años. Un nuevo espacio
político que sirva de nexo entre generaciones y alimente el protagonismo
y la participación de la ciudadanía en la definición de un consenso
programático que facilite su unión política.
El Frente Cívico Somos Mayoría de Valencia ha decidido apoyar el proceso de confluencia que se iniciará el próximo 23 de septiembre
en la Societat Coral El Micalet, donde, por cierto, arrancaron otras
iniciativas históricas que le dieron dignidad a nuestro pueblo. Con toda
modestia y conscientes de las dificultades que nos aguardan, esperamos
contribuir a un debate programático que defina una ciudad pensada por y
para las personas, en la que podamos vivir y trabajar dignamente y en la
que las desigualdades sociales no condenen a la desventura a la inmensa
mayoría de la población. Fieles a nuestros principios, no concurriremos
a las elecciones, pero estamos dispuestos a participar activamente en
la elaboración de un programa que permita una amplia confluencia
política y social para abrir un nuevo tiempo en la ciudad. Confiamos
plenamente en que las fuerzas sociales y políticas comprometidas con la
ruptura democrática estarán a la altura del momento histórico y
antepondrán el interés general de la ciudadanía a cualquier otra
consideración. Juntos, podríamos.
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