Una mano inclina el cogote de Rodrigo Rato para que entre en un coche
policial. Se desvanece, en un instante, una época. La del milagro
económico. La del argumentario contra lo público. La de la
criminalización de los sindicalistas críticos y el desprecio a los
trabajadores. La del éxito de lo privado, la liberalización del suelo,
el azul del PP hasta en los telediarios, el ladrillo, el cemento y las
tuneladoras, la era de Rouco, los telediarios mercenarios, José Luis
Moreno y José María Fidalgo, el desparpajo de la cazadora de talentos
ladrones Aguirre, la de las privatizaciones felices de la sanidad y la
educación, la de los españoles mirando en los cubos de basura mientras
Ana Botella les multaba e invitaba al mundo a un relaxing cup of café
con leche. La del saqueo de las cajas de ahorro, la de la universidad
entregada a Bolonia y devuelta a los ricos. La era de Aznar y la
Gürtel, de Esperanza Aguirre y la Gürtel, de Cristina Cifuentes y la
Gürtel. Maldita Venezuela que no lo tapa todo. A ver si Maduro hace algo
que está la cosa fea.
Una mano inclina el cogote de Rodrigo Rato, detenido, mientras
registran su casa. Alzamiento de bienes, fraude fiscal y blanqueo. Con
el apoyo del Ministro Montoro. Que hace amnistías fiscales para sus
colegas. Montoro el deslenguado. El que usa el aparato del Estado contra
los adversarios políticos. El del despacho donde atienden los problemas
fiscales de las grandes fortunas. Un fiscal, que viene de esa época,
hace un escrito urgente al juez de guardia para que Rato sea puesto en
libertad en cuanto acabe la práctica de los registros. Qué fiscal tan
diligente. Personas pobres que han robado un par de cientos de euros no
tienen tan buenos abogados. Los ricos siempre han sido impunes porque
ellos han escrito las reglas de juego. Hoy algo se ha roto. Una mano,
detenida como un paso de baile, baja la arrogante cabeza de Rato para
que entre en el coche. El fiscal tiene miedo a ese coche y se acaricia
su propio cogote. No pocos fiscales, en estos tiempos del PP, pertenecen
al pasado aunque no lo sepan. Una época se acaba y nunca faltan
mercenarios que antes de abrazar el nuevo régimen, siempre con maneras
de converso, deciden ser los más execrables defensores del necrosado
nepotismo. Ni siquiera la historia se acuerda de esos seres tan infames.
Pero tienen su cuota parte en el daño.
La noche del jueves 16 de abril, a las 22:40, desaparece el hashtag
#FueraLaMafia 17A. Un llamamiento para que el viernes 17 la ciudadanía
le recuerde al PP que está harta de sus acciones criminales. En las
redes sociales surge una gran consternación: ¿por qué ha desaparecido
algo que están construyendo decenas de miles de tuiteros en toda España?
¿Cómo es posible que ese llamado, convertido en apenas unos minutos
tendencia nacional, haya sido retirado? ¿Es que los poderosos mandan
sobre las redes? Alguien ha llamado a Twiter para frenar ese
llamamiento. Otra vez una concentración delante de la sede del PP. Y la
cúpula del PP tiene pánico. Lo que más les asusta es que la gente se dé
cuenta de que se comportan como una asociación para delinquir.
Aquella vez fue a las cinco. Este viernes es a las siete. Pero tiene
la misma lógica: decirle a los ladrones de nuestra democracia que ya
sabemos qué tienen entre manos, que no vamos a permitirlo. Un petrolero
que amenaza la costa canaria regresa vientos del pasado. La cabeza de
Rato, responsable de agachar la cabeza de continentes enteros cuando era
Director del FMI, se inclina para entrar en un coche policial. Rato,
que le quitó medicinas y educación a los países del Sur, que ha
compartido vinos caros y suites lujosas con la enemiga de los ancianos
Lagarde, con el enemigo de las mujeres Strauss-Kahn, que le quitó a los
madrileños la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid, entra en un
coche policial para que sepamos que todos este esfuerzo de protesta no
ha sido en vano. Tantos desahuciados de Bankia tendrán, al menos, una
pequeña compensación por todo lo que han sufrido. He visto a una
preferentista dejar caer una lágrima. Ayer, mientras los trabajadores
esperaban la sentencia del Supremo que les daría la razón, lloraba
porque una anciana acababa de morir sin recuperar sus ahorros. La gente
como Rato no llora por nadie.
Quedan, todavía, todos los necesarios responsables de esta etapa de
rapiña. Los Montoro, Guindos, Esperanza Aguirre, Mariano Rajoy,
Cospedal, Soraya Sáez de Santamáría, Javier Arenas, Carlos Floriano, Ana
Mato, el Ministro Fernández, Gallardón o Javier González, Camps, Matas,
Bárcenas o Jesús Sepúlveda. Y el gran jefe bajo cuyo mandato se gestó
la Gürtel y todos estos desaguisado: José María Aznar. El de la foto de
las Azores. Y no olvidamos a los periodistas mercenarios que los han
defendido. Qué etapa. ¿Cómo hemos podido los españoles aguantar tanta
mentira? Igual estábamos viendo el fútbol o planeando el siguiente
viaje. Ellos estaban enriqueciéndose sobre nuestras espaldas. Y usando
el aparato del Estado para hacer negocios e intentar silenciar a los
opositores.
Una mano inclina el cogote de Rodrigo Rato, Vicepresidente del
Gobierno de Aznar, el mismo al que el sonriente Presidente de la foto de
las Azores había señalado como sustituto, para que entre en un coche
policial. Se desvanece, en un instante, una época. Caen las estatuas
pero quedan los pedestales. Si el pueblo no reacciona, vendrán los
mismos perros con distintos collares. No pueden irse otra vez de
rositas. Es hora de recordar que en democracia el pueblo es el que
manda. Pásalo.
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