Rafael Juan
Colectivo Prometeo y Frente Cívico "Somos Mayoría"
Que
la población está asfixiada hasta límites desconocidos en décadas es algo que
ni el optimismo bífido y mentiroso del gobierno y sus palmeros mediáticos puede
esconder. Y esa asfixia sirve como argumento para muchas situaciones y
respuestas que se están planteando por parte de la sociedad.
La
más rápida, la habitual, la única para una gran parte, es la electoral. Es la
que nos han metido en vena. La democracia
representativa, le llaman. Esa que, votando cada cuatro años, nos
invita a delegar nuestra responsabilidad en “l@s polític@s”. Esa que tanto les gusta a los gobiernos para
negar la participación ciudadana.
Y,
cuando la necesidad acucia, el ser humano siempre es tendente a tomar el camino
más corto y más habitual, a pesar de que no sea el más eficaz. Ya se sabe, “el
hombre es el único animal que tropieza siempre en la misma piedra”.
Después
de unos años en los que, en mi opinión, se había tomado el camino correcto
hacia un cambio profundo en las formas de organización y de lucha, parece que
el año electoral ha hecho reverdecer el refrán. El 15M, las plataformas
antidesahucios, las mareas (con sus deficiencias), las nuevas confrontaciones
laborales (Coca-Cola, Movistar, UPS, INDRA, movimientos contra las
privatizaciones,…) culminando con la movilización organizada de miles de colectivos
minoritarios que supusieron el mayor éxito en décadas, el 22M. Todas estas y
otras muchas más, han sido experiencias que han logrado, después de una dura y
larga travesía de 30 años en los que la tendencia fue la contraria, un primer
estadio en eso que se llama “empoderamiento popular”.
Pero
esa piedra, que sabemos dónde está, que parecía más pequeña y algo escondida,
vuelve a hacernos tropezar una más. La irrupción de Podemos como elemento
electoral ilusionante ha significado, entre otras cosas, que mucha gente que
participaba en el proceso social se haya volcado en su organización y en la
conformación de candidaturas de la formación política morada. La urgencia,
volvía a hacer de las suyas. Se buscaba de nuevo la inmediatez para llegar a un
punto, el electoral, que debió haber esperado una situación ulterior más
potente. De hecho, tras las elecciones europeas, que tantas (quizá demasiadas)
alas dio a Podemos, Pablo Iglesias declaraba que la manera en que de verdad se
cambiaban las cosas era tomando el poder. Esa deriva ha llegado a nuestros días
a una formación que ha provocado que la ilusión de muchos jóvenes por la
política se haya venido abajo de nuevo. Que esa gente que creía en la
horizontalidad, en la participación en círculos, en las decisiones de abajo a
arriba, vean como, una vez más, han sido decepcionad@s por quienes han decidido
autonombrarse salvador@s de este país, con acuerdos puntuales, por arriba y sin
contar con sus bases, con otros colectivos políticos que, normalmente, tienen
sus mismas prácticas. Aquellos otros que han llegado a las instituciones
manteniendo sus orígenes de colectivización de las decisiones, han rechazado
sus “ofertas”.
Otra
mucha gente que participó en los procesos sociales cogió el camino de la otra
“pata” electoral, IU, con las mismas consecuencias de desertización en las
reivindicaciones y en la conformación de la confluencia social.
En
este lado de la “pata”, a solo tres meses de las elecciones generales, se
vuelven a dar procesos en los que se reúnen personas, la mayoría con su mejor
intención, para aportar ideas, hablar con colectivos sociales, buscar a las
personas más destacadas de un lado y de otro. Muchas de estas personas son
gente que, desencantada con Podemos, buscan la unidad con el resto de
propuestas electorales. Se constituyen en comisiones (de organización, de
elaboración de programa, de comunicación,…) Todo rápido, pues los plazos se les
echan encima. Con pocas personas, porque, son las que hay y, además, no hay
tiempo para ampliar las opiniones. Con procesos internos débiles e inmediatos,
con debates cerrados malamente, porque las asambleas, que son muchas en tres
meses, se hacen eternas. Algunos debates ni se producirán, porque supondrían
hacer reuniones de varios días. Repito. Con la mejor intención. Es verdad que
eso favorece a quienes no la tienen. Pero, por mis experiencias, son l@s menos,
aunque suelen conseguir su objetivo. Todo ello llevará a conformar una
candidatura débil, con un programa que, aun quedando bien, no habrá surgido de
las bases de la población, sino de estos debates mermados. Y, en el caso de las
próximas generales, supone ir con otras agrupaciones de otras provincias con
las que no habrá tiempo de poner un programa en común, con las que no se podrá
comprobar si sus candidat@s comparten en esencia el proyecto. Todo ello con la
ilusión de poder obtener unos resultados que, a lo sumo, supongan “aportar” no
se sabe muy bien qué para sacar del gobierno al PP (cosa que, ni por asomo,
nadie puede imaginar cómo me agradaría) Estas experiencias, que se están
denominando Ahora en Común, además, son tomadas en muchos casos como la
respuesta de IU a la intolerancia de Podemos, sirviendo también de revancha
para gentes que jamás han buscado la confluencia y que son los culpables de que
Podemos surgiera. Estos Ahora en Común dicen buscar la “UNIDAD POPULAR”. Empleo
aquí por primera vez el título de algo que está en boca de toda la izquierda
(incluso en la de l@s que no quieren llamarse izquierda aunque dicen serlo “en
la intimidad”) pero que, como otras muchas palabras y expresiones, está siendo
pervertidas y usadas indebidamente.
Porque,
¿es Unidad Popular que l@s dirigentes de Podemos vayan por algunas comunidades
autónomas pactando candidaturas con los dirigentes de otros partidos? En mi
opinión no. Será una unidad de partidos, pero no popular. ¿Es Unidad Popular
plantear unas primarias en las que el máximo dirigente propone sus candidatos
para cada territorio para enfrentarse a otr@s que solo son conocid@s en esos
lugares? Esta pregunta se la pueden contestar l@s adscrit@s de cada sitio. Y,
¿es Unidad Popular que una serie de colectivos, entre ellos IU, promuevan la
creación de una candidatura en cada territorio en las circunstancias antes
descritas de premura y precariedad? En mi opinión, no. Eso sí, al menos tienen
un tinte más democrático y plural que el practicado por Podemos. Y, desde la
dirección, y quiero subrayar la dirección y particularizar en Alberto Garzón,
el mensaje enviado sobre propuestas es más claro y más cercano a lo que demanda
la sociedad organizada. Aunque, en mi opinión, siga faltándole la rotundidad de
negar el Euro y su proceso criminal contra la mayoría de la población.
Evidentemente,
todo esto que aquí se refleja y que obedece a la realidad de lo experimentado,
puede ser para mucha gente la solución. Tan solo quiero intentar explicar el
por qué yo no lo considero así y, sobre todo, que está lejos de lo que es la
“UNIDAD POPULAR”.
En
primer lugar porque la urgencia de echar a este grupo de auténtic@s vampir@s y
asalta caminos que es el gobierno del PP tiene que ir acompañada con mucho más
que esos deseos. Y, eso, no hay forma de hacerlo en tres meses. Ni en seis. Ni
en algunos más, sobre todo si no empezamos a poner las bases para que, en un
plazo medio-largo, tengamos las condiciones adecuadas para que, de verdad, el
miedo cambie de bando; para que, de verdad, el interés general esté por encima
del de un@s cuant@s; para que, lo poco de avanzada que tiene nuestra
Constitución, se cumpla; para que, poco a poco, se siguieran introduciendo
cambios apoyados por esa mayoría social a la que siempre aludimos pero con la
que poco contamos. Al menos en el sentido de hacerla coparticipe de nuestros
debates, de nuestras reuniones, de las luchas justas que les llevarán a
conseguir sus aspiraciones sin tener que esperar a períodos electorales.
En
segundo lugar porque la Unidad Popular se conseguirá cuando se cuente con el
pueblo: cuando los debates, las reuniones, las decisiones colectivas surjan con
aquell@s que están siendo l@s principales damnificad@s de esta injusta
sociedad. Y me refiero a l@s desemplead@s, a l@s desahuciad@s, a l@s
inmigrantes, a l@s estudiantes, a l@s jubilad@s y pensionistas. Tienen que ser
las personas que no tienen nada que llevar a sus casas; l@s que vuelven a casa
de sus padres para compartir techo y gastos; l@s que tiran del abuelo o abuela
para vivir de su indigna pensión; l@s que ocupan pisos vacíos porque, de forma
reiterada, los bancos le han robado lo suyo; la población en general, que ve
cómo su sanidad y educación públicas desfallecen. La sociedad que ve a diario
cómo su dinero sirve para que sea dilapidado, robado, desviado hacia lo
superfluo, lo obsceno y lo corrupto, mientras no hay para ayudar a quien no
tiene para comer. Solo estaremos en condiciones de plantear tomar el poder
institucional cuando toda esa gente, junto con aquell@s que aún mantienen una
cierta dignidad en sus condiciones y que, de forma altruista y plausible,
practican un activismo imprescindible, haya configurado la UNIDAD POPULAR.
Cuando, en confluencia, hayan planteado objetivos, hayan luchado por ellos y
hayan visto que no hay que esperar a cambiar un gobierno para cambiar leyes o
actuaciones injustas. Cuando la unión, el trabajo y la camaradería que da el
día a día junt@s, la confianza mutua, el orgullo y la alegría por los objetivos
conseguidos, obliguen, de forma natural, a dar un paso más. ¿Por qué no
probamos a coger, de una vez, este camino? Más aun teniendo tantas muestras de
que es el correcto. ¿O es que han necesitado las plataformas antidesahucios que
haya cambios de gobierno para parar desalojos? Evidentemente, si l@s
desahuciad@s, después de este proceso que se plantea, toman el poder
institucional, elaborarán leyes sensibles con quienes estén en esa situación,
pero, mientras tanto, l@s que de forma inminente van a perder su hogar, no
pueden esperar ni pueden ser dejad@s a su suerte. ¿Esperó Rosa Parks en EE.UU.
a que un gobierno cambiara la ley que permitiera a l@s negr@s sentarse en los
autobuses públicos? ¿Esperó Mandela a que no se sabe quién aboliera el
apartheid legalmente? ¿Esperó Gandhi a que la injusta sociedad impuesta por los
británicos en la India cambiase por la vía legal? ¿Esperó la clase trabajadora
española a que muriera el dictador para pelear y conseguir mejoras en sus
condiciones de trabajo y de vida?
No
estoy llamando aquí a la negación de la vía electoral. Al menos no por el
momento. Esa sería una fase posterior a la aquí planteada. Lo que se propone es
priorizar la unidad popular real como base para la toma del poder real y del
institucional.
¿A
qué esperamos tod@s y cada un@ de nosotr@s para cumplir con nuestra obligación
de ciudadan@ y preocuparnos por nuestras condiciones de vida, por las de
nuestr@s hij@s, por nuestro planeta, que ya no sabe cómo advertirnos más de que
lo vamos a matar?
¿Por
qué no hacemos una vez algo distinto? ¿Por qué no hacemos un trabajo más
ingrato, más difícil, tedioso y largo, pero seguro que más productivo? ¿Por qué
no tomamos el mando de nuestro futuro implicándonos en nuestros barrios, en
nuestras empresas, en los colectivos o asociaciones, en la elaboración de
propuestas de mejoras para imponerlas colectivamente?
Esta
es la postura tomada de forma unánime en la Coordinadora Estatal del FCSM del
pasado 20 de junio de 2015. Y la filosofía originaria de nuestra organización.
Como decía Héctor Illueca, Coordinador de la Mesa Estatal del FCSM, “hemos
puesto las luces largas”, no entramos en procesos electorales, seguiremos
potenciando las confluencias sociales en torno a objetivos apoyados por tod@s.
El Frente Cívico ya tiene unos puntos que fueron planteados a la sociedad hace
tres años, y que ésta ha ido identificando a través de las diferentes luchas.
Pueden ser esos puntos (salario y pensión mínimas en 1.000€, reforma progresiva
de la fiscalidad,…) o pueden ser otros. Pero todos los colectivos sociales (y
aquellos políticos que quieran) apoyando de manera coordinada y extendida esos
puntos, argumentando por qué son necesarios y, sobre posibles. Convenciendo a
la gente de que sí hay dinero para lo que necesita la mayoría de la población,
pero que se tendrá si se acaba con la corrupción y el despilfarro, el amiguismo
y las privatizaciones, los recortes sociales y los rescates a los bancos.
La
banca, la Troika, sus gobiernos títeres, insisten en las mismas recetas que nos
han llevado al colapso: recortes, despidos baratos, privatizaciones, deuda,… A
pesar de que están demostradas sus consecuencias: A nosotr@s nos arruinan, pero
a ell@s les va “de lujo”, nunca mejor dicho. Por eso no hacen nada distinto. Y,
por esos, nosotr@s tenemos que hacer cosas diferentes si queremos que nos vaya
mejor. Esta es una de ellas.
14 minutos para la reflexión.
ResponderEliminarCuestionarse el orden establecido.
http://www.ivoox.com/cuestionarse-orden-establecido-audios-mp3_rf_5310109_1.html