Juan Rivera
Colectivo Prometeo/ FCSM
Cuando
empleamos un topónimo en lugar de otro muchas veces no lo hacemos
de forma gratuita o neutra. En ocasiones a la definición le ocurre
como a esas palabras de un idioma extranjero que a primera vista
parecen decir una cosa – por el sonido similar a vocablos de la
lengua materna- pero que en realidad esconden un significado y una
intención totalmente diferente. Son, nunca mejor dicho, “falsos
amigos”.
Al
caso que nos ocupa podemos incluirlo en esta categoría. Como todo
español de a pie sabe –la afirmación no peca de exagerada- en
la ciudad de Córdoba existe un edificio singular catalogado entre
las obras arquitectónicas más importantes del mundo y justamente
valorado por la Historia del Arte. Es la Mezquita.
Durante
siglos han convivido el usufructo que del mismo tiene la Iglesia
Católica (por merced regia) desde la conquista de la ciudad por el
reino cristiano de Castilla y León en el siglo XIII y la
denominación de “ mezquita”
acompañada de un sentido de pertenencia colectiva, lo que ha
permitido históricamente a los cordobeses disfrutar de muchos de
sus espacios.
El
equilibrio secular empezó a cambiar cuando llegaron a la cabeza de
la diócesis (finales del XX, principios del XXI) unos “cruzados
de la causa”, que si
tuvieran fuerza social y política suficiente no dudarían, al grito
“de dios lo quiere”,
en imponernos a toda la Ciudadanía su cosmovisión. ¡Ay entonces
de los que nos atreviésemos a rechistar el “hágase tu voluntad”!
Desde
su privilegiada posición expandieron la concepción ideológica
ultramontana que hoy constituye el discurso oficial de la jerarquía
clerical cordobesa. Much@s
hemos conocido épocas de mayor tolerancia en las que se podía por
ejemplo visitar el templo mientras l@s
creyentes asistían a misa de domingo celebrada en un espacio
acotado. Era compatible que unos paseásemos disfrutando el
encabalgamiento de la doble arquería mientras otros ,ejerciendo su
libertad, rezaban. Y nunca pasó nada.
Durante
los años 70 del siglo pasado hasta principios de los 80, los
entonces estudiantes de la facultad de Filosofía y Letras usábamos
el Patio de los Naranjos como prolongación natural de las clases.
Unas veces comentando textos y lecciones recién asimiladas, otras
-anticipábamos sin saberlo la canción de Sabina- en los
arriates,sentados a corro, compartiendo risas, litronas y porros. Y
nunca hubo un problema.
También
se utilizó como espacio reivindicativo. La sala de oraciones albergó
en marzo de 1981 a miles de huelguistas encerrados como respuesta
al cierre patronal decretado por la patronal de la construcción. Y
nadie protestó.
Pero
llegó la hora de los mercaderes y los espacios hasta entonces libres
de prejuicios se llenaron de guardias de seguridad entre miles de
turistas que mostraban un billete comprado a precios astronómicos.
Eso sí, cuando había que restaurar algo se llamaba a “ papá
Estado” o a “mamá Junta de Andalucía”. La consigna es un
clásico del capitalismo patrio: socializar gastos y
privatizar los ingentes ingresos generados por los visitantes.
El
neoliberalismo socio-económico del obispo de turno venía acompañado
por una posición religiosa anclada en tesis pretridentinas, que
Trento ya era demasiado ceder .Parecía que cuanto más cercano
estuviese el observador ( “episcopos” en griego) del rebaño a
los postulados de las sectas más carcas de la iglesia católica, más
papeletas tenía para ser nombrado.
La
falta de cintura,la incontinencia, el deseo de aplicar a rajatabla el
pensamiento único, se ha acrecentado en los últimos decenios.
Verás, en una ciudad donde nadie se ha referido nunca al monumento
con otra palabra que no sea “mezquita” ( se hizo la concesión
de ponerle el guión con catedral, simbolizando la tolerancia tras
su declaración en 1984 – ampliada 10 años más tarde a todo el
casco histórico- de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco) se ha
intentado borrar de golpe todo rastro de la denominación,
ordenando la jerarquía el empleo exclusivo del término “catedral”.
Si visitas nuestra ciudad y te dan un euro cada vez que tropieces
con una referencia, letrero o propaganda que ponga “mezquita”,
tendrás viaje gratis, dormirás en hoteles de lujo y comerás en
los mejores restaurantes. Pasarás por el contrario mucha rasca si
tienes que subsistir de los donativos cada vez que un cordobés o una
cordobesa la llamen “catedral”.
Pero
ese dato de asimilación popular sin traumas le importa un bledo a
quien está acostumbrado a contar los hechos a su medida, borrando
todo lo que no se ciña al guión preconcebido( como en el medievo
utilizan sin rubor la fórmula “ graecum est,non legitur- es
griego, no se lee-” cuando no les interesa el resultado). Basta con
leer sus versiones de la Historia común.
Como
prueba de carga la última trastada.
Si sigues la actividad de la Plataforma
Ciudadana en defensa de la titularidad pública de la Mezquita-
que dicho sea de paso está haciendo una excelente labor - conocerás
la trayectoria histórica del demencial proceso que condujo a la
inmatriculación de la Mezquita en 2006 por el módico precio de 30
euros y su conversión, junto a miles de inmuebles y terrenos en todo
el país , en propiedad privada de la jerarquía eclesiástica.
Aunque se amparaban en una ley recuperada por Aznar y consentida por
Zapatero, ésta bebía del nacional-catolicismo, de los gloriosos
tiempos del “a Dios
rogando y con el mazo dando”
del Franquismo.
El
afán de acaparar riquezas al amparo de la ley de Inmatriculación
conecta con la trayectoria histórica del conservadurismo hispano.
Siempre ha auspiciado una apuesta política ramplona, zafia,
vociferante e iletrada que acostumbra a imponer sus tesis
recurriendo a las gónadas,mezclando sin pudor altar y trono. Desde
el “lejos de nosotros
la funesta manía de pensar”
al “ muera la
intelectualidad traidora”
pasando por “ el
Imperio hacia Dios” y
“Santiago y cierra
España”.Para terminar
subrayando el dicho favorito de la extrema derecha europea “
Cuando escucho la palabra cultura amartillo la pistola”.
Eso
sí apoyándose en espadones, leyes a medida y constituciones
decimonónicas que posibiliten plasmar la Santa Voluntad. Así no
puede extrañarnos que vean lógicos textos como el de la
Constitución de 1812 (“
La religión
de la Nación española es y será perpetuamente la
católica,apostólica, romana,única verdadera”)
o siguientes y sientan como ataque personal una formulación tan
aséptica como la de 1931 (
“El estado no tiene religión oficial”).
O
que tengan por natural que el estado proteja la sacra alianza con
concordatos como los de 1851 ó 1953 y con acuerdos pactados antes de
la constitución de 1978 pero que se firman en enero de 1979 para
darles pátina de legitimidad democrática.
Ven
normal que se utilice el aparato estatal para recogerles el diezmo (
declaración de Hacienda) y que si éste no alcanza a cubrir el
objetivo porque sus fieles no aportan lo suficiente -una cosa es ser
creyente de golpe en el pecho y otra rascarse el bolsillo- la
diferencia la supla el Estado.
Consideran un derecho que se les entregue el control de la Educación
a través de los conciertos para que se dediquen al adoctrinamiento y
en cambio tildan de furibundo
anticlericalismo que se
les recuerde los inmensos privilegios que disfrutan o palpan
hostilidad,no ejercicio de libertad, en la acción de algunos
alcaldes recién elegidos que decidieron representar a toda la
Ciudadanía y no a una parte y se abstuvieron de participar como
Institución – no impidiendo a nadie hacerlo como individuo- en
actos religiosos.
Quienes
defendemos una sociedad laica estamos acostumbrados a soportar
campañas en las redes con todo tipo de insultos ( no, ni la policía
actúa de oficio ni nos recibe el ministro del Interior en su
despacho para mostrarnos su apoyo y preocupación), acompañados de
argumentos de media neurona tipo “
quieren quitarnos la Mezquita para dársela a los moros”.Sólo
podemos sonreír cuando los intolerantes denuncian ser perseguidos
porque se cuestione su voracidad a la hora de acaparar inmuebles o su
desmesura a la hora de ocupar espacios públicos para sus
manifestaciones religiosas. Curiosa persecución la que les permitió
celebrar el año pasado en la ciudad más de 300 actos al aire
libre, algunos de ellos como la Magna Mariana forzando los derechos
colectivos al restringir libertades como la de acceso al domicilio
o movimientos. Eso sí, en un espacio público privatizado de facto
y con la vista puesta en obtener réditos económicos.
No
es baladí por tanto el empleo del lenguaje ni la apuesta que han
hecho por la exclusividad del término “catedral”. Buscan
hegemonizar mientras intentan volver al control absoluto de
mentalidades que “disfrutaron” durante siglos. No olvides nunca
hacia donde conducen estas situaciones si logran imponerse. En la
década de los 70 la presencia del fanatismo religioso como motor
político en el mundo islámico era residual. Mira ahora.
Para
justificar las memeces circula un cuento de vieja. En él se dice
que gracias a la visión y sensibilidad de la jerarquía se pudo
conservar hasta hoy la Mezquita pues de otra manera la hubiesen
derribado. Repasemos la historia. Fue el Consejo de la Ciudad de
Córdoba en el siglo XVI el que defendió la conservación de la
Mezquita echando un duro pulso al Cabildo catedralicio que obligó a
intervenir al mismísimo Carlos V. En 1523 en Consejo de la Ciudad al
tener noticias de que el Obispo pretendía demoler parte de la
Mezquita decreta su paralización con esta orden.
" Por tanto mandamos que ningún albañil, ni
carpintero,
ni peón ni otra persona alguna no se han osado de tocar
el la dicha obra, ni desfacer, ni labrar cosa alguna della
fasta que Su Majestad sea mandado lo que más sea su
servicio, sopena de muerte e de perdimiento de todos sus
bienes para la Cámara e Fisco de Su Majestad. Esto porque
la obra que se desface es de calidad que no se podrá volver
a fazer en la bondad e perfección questá fecha."
Y cuentan que Carlos V al ver el resultado del trabajo dijo al
obispo fray Juan de Toledo " hacéis lo que hay en otras
muchas partes y habéis deshecho lo que era único en el Mundo".ni peón ni otra persona alguna no se han osado de tocar
el la dicha obra, ni desfacer, ni labrar cosa alguna della
fasta que Su Majestad sea mandado lo que más sea su
servicio, sopena de muerte e de perdimiento de todos sus
bienes para la Cámara e Fisco de Su Majestad. Esto porque
la obra que se desface es de calidad que no se podrá volver
a fazer en la bondad e perfección questá fecha."
Lo dicho, las creencias
religiosas son muy respetables pero no más que las ideas de
quienes no las tienen .Por eso hazte un favor. No te dejes engañar.
Si paseas por Córdoba dí siempre“Mezquita”.
Hace tiempo dije no comprender ¿si no ha habido nunca problema, por qué han abierto la caja de los truenos? Es posible que la avaricia que tienen sea enorme para lo que pregonan. O por otra parte piensen que es necesario enseñar los dientes. Enhorabuena por el articulo.
ResponderEliminarGenial,como siempre,Juan!!!!Enhorabuena...
ResponderEliminarCada vez mas y mas tensión!!!! Seguramente algún día nos arrepentiremos de tirar de la cuerda cada uno para su lado en lugar de aprovechar para tirar todos para el mismo. Cada vez que se explica la historia, la giramos o modificamos para que nos ampare. Deberíamos, en un alarde de madurez, mirarnos a los ojos, y poner por delante las cosas que nos unen, para intentar preparar un presente con futuro.
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