José
A. Naz Valverde
Miembro
del colectivo Prometeo y de Córdoba Laica
El
lunes 28 de Septiembre asistimos en el Gran Teatro a la presentación
de un documental sobre las personas asesinadas y desaparecidas en la
guerra civil y la post-guerra en la provincia de Cordoba. Exponía
las investigaciones del historiador Francisco Moreno sobre la
represión
franquista y las declaraciones de los familiares de las víctimas,
que aún
hoy, pelean con la ayuda de asociaciones de la memoria Histórica
por recuperar los restos de sus seres queridos.
Me impactó
la entereza de estas personas,
su persistencia en conocer los hechos y recuperar los restos, sin el
menor atisbo de venganza, pero exigiendo con una gran dignidad
justicia y reparación.
Nos herían
las imágenes
de fusilamientos masivos, de las "sacas" generalizadas de
cientos de personas que desaparecían
en cárceles,
cuentas o tapias de cementerios. Abrumaban los datos sobre los miles
de casos y la narración
de los hechos. Nos sobrecogía
la crueldad de los asesinatos a sangre fría
y el sometimiento de los familiares al miedo continuo, a las
humillaciones diarias y a la obligación
de olvidar no pudiendo ni contarlo a sus hijos; incluso obligándoles
a renunciar a sus ideales y asumir públicamente
los de los propios verdugos.
Mientras
se sucedían
las imágenes
y las palabras de las personas entrevistadas ( víctimas,
estudiosos, asociaciones, defensores de Derechos Humanos..) en la
cabeza del público
que abarrotaba la sala rondaba un sentimiento de indignación
y vergüenza:
¿ Cómo
es posible que 80 años
después,
con 40 años
de democracia, este país
no permita ni siquiera recuperar los resto a sus familiares? ¿
Que un juez, como Baltasar
Garzón,
haya juzgado a genocidas de otros países,
como Pinochet, y el mismo sea retirado de la judicatura por iniciar
una investigación
similar sobre el franquismo? ¿Que
el gobierno se niegue a colaborar con la juez argentina que está
instruyendo el caso, e incumpla
los requerimientos de organismos internacionales como la Unión
Europea y la propia ONU? ¿Que
seamos el único
país
democrático
que no se plantea hacer justicia del segundo mayor genocidio en la
historia de Europa, denostando a las víctimas
que lo intentan y protegiendo la impunidad de los responsables?
Sólo
cabe concluir que, desgraciadamente, aún
no hemos hecho la transición
real del franquismo a la democracia. Como decía
el profesor Moreno: " sólo
se podrá hablar
de transición
cuando la tiara, la gorra de plato y el bombín
se descubran para reconocer a las víctimas".
Ese genocidio fue fruto de un golpe de estado de poderes religiosos,
militares y económicos,
teniendo como ideología
la Unidad de la Patria y el Nacionalcatolicismo. Hasta ahora ninguno
de esos poderes ha pedido perdón.
Y lo que es peor, vemos últimamente
actuaciones preocupantes, expresiones de aquellos valores del
golpismo:
- Proclamas inflamadas sobre la unidad de la Patria, un rosario de declaraciones de políticos en este sentido con motivo de las elecciones en Cataluña, amenazas veladas del ministro de defensa sobre la posibilidad de intervenir con el ejército; la manifestación pública de algún general en el mismo sentido, la homilía del arzobispo de Valencia, el señor Cañizares, trasladando los designios y la voluntad de Dios por la Unidad de España.
- El poder del capital sobre el Estado, con apellidos del franquismo en las grandes fortunas, con la corrupción salpicando a las familias políticas .
- Involución en la práctica hacia un " Estado Católico ", incumpliendo a diario y reiteradamente el mandato constitucional de aconfesionalidad. Los ejemplos son muchos, graves y en aumento: la LOMCE, nueva ley de educación, plantea por primera vez la Religión como materia evaluable en todos los niveles educativos, compitiendo con Cultura Científica, y con más horas que muchas materias académicas; la reiterada presencia genuflexa en actos religiosos del Jefe del Estado, de Ministros, Alcaldes, presidentes de Autonomías; las rotativas de cargos públicos, como la ministra de Empleo, pidiendo en público y de manera oficial a la Virgen o al Patrón que solucione los problemas; la condecoración y nombramientos de alcaldes y alcaldesas de honor a vírgenes y santos en todo el territorio; la proliferación de procesiones, que reproducen el mismo cuadro del franquismo: autoridades religiosas, civiles y militares presidiendo, y la legión desfilando delante al ritmo del himno nacional.Y esto se defiende por "la tradición". Precisamente ese es el peligro, el origen y la naturaleza de esas manifestaciones, y manteniéndolas e incrementandolas se fomenta y perpetua una historia, la de los vencedores, y sirve para ocultar la memoria de la historia real. Como recordaba el juez Garzón: " el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla". Yo creo que el pueblo español tiene la suficiente madurez para recuperar la memoria revisando y analizando la historia, y espero que sepa trasladar al presente las lecciones de esa historia, para no ayudar por acción u omisión a que pueda repetirse.
En ese sentido los profesores tenemos la obligación moral de transmitir a vuestr@s alumn@s la verdad sobre el "caso español", de informarles sobre la historia que nos ha sido "robada" o al menos que no se nos ha permitido transmitir y de los medios que se han puesto y se siguen poniendo para perpetuar la historia de los vencedores....
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