Ciudad Real.31 de Mayo 2016.Acto Unidxs Podemos.Alberto y Pablo Ecnenique |
Le hemos pedido a nuestro querido amigo Felipe Alcaraz una reflexión sobre el actual momento político.Aquí la tenéis.Sin desperdicio
Felipe
Alcaraz
El
sujeto histórico de cambio, masivo y con perfiles de espontaneidad
que surgió, o emergió, el 15M de 2011, se ha presentado, de alguna
forma, a las puertas de la Moncloa. Es una dimensión de ese sujeto
o, si se quiere, una de sus prolongaciones, de sus desarrollos
posibles, en forma de coalición electoral (el sujeto real es mucho
más amplio, claro). Pero, de otro lado, es un sujeto que no piensa
exclusivamente en elecciones y que sabe de sobra que una mayoría
electoral que no esté sustentada en una mayoría social, articulada
y movilizada, puede rozar el pórtico del gobierno pero mucho más
difícilmente la antesala del poder real, ese que permite transformar
las cosas.
Hasta
la “llegada” del 15M el tiempo político se dividía en
preelectoral, electoral y poselectoral. La política obtenía su
forma más acabada a través de la lógica de la representatividad.
Se votaba y el ciudadano pasaba a la espera. En realidad los
programas, como dijo Tierno Galván, se redactaban para no
cumplirlos. Y las movilizaciones, poco a poco, incluidas las huelgas
generales, se transformaron en desahogos, paseos y descabreos que
nunca se convertían en nuevas síntesis de un poder cambiante. El
poder era algo lejano e inaccesible.
¿Dónde
está ahora el 15M? Se podría preguntar al ver las plazas vacías,
que otrora se llenaron a través de autoconvocatorias. Pero sin
perder el rigor, en función de los cambios habidos, también podría
emitirse la pregunta: ¿Dónde NO está el 15M? Efectivamente, la
lógica electoral-representativa se ha visto sustituida, por los
actores que pueden promover un cambio del sistema político, por la
lógica del sujeto histórico de cambio, por el sujeto histórico
constituyente. Frente al espíritu del régimen del 78, que hoy más
que nunca aparece como un espacio carbonizado, el “fantasma” del
proceso constituyente, que no solo ha de expresarse en una mayoría
parlamentaria (causa y consecuencia a la vez), sino que deambula por
calles, plazas y estudios demoscópicos desde aquel 15M.
Quizás
todo parta de un fuerte malestar, si aplicamos una lectura
sintomática de los cambios y las reacciones sociales. Pero sería
una explicación insuficiente. Porque del malestar se ha pasado en
muy poco tiempo (semanas que acogían hechos que antes tardaban
decenios en encadenarse) a una articulación popular que no solo ha
sabido aislar cuáles son los enemigos del pueblo, sino que incluso
ha aportado de forma explícita claves estratégicas: que no nos
representan, sí se puede, lo llaman democracia y no lo es, es una
dictadura y no se ve, hay poco pan para tanto chorizo, unidos
podemos…
Y
todo indica que esta condensación de circunstancias, mínimamente
articulada, es la que, sin complejos, se presenta ante la puerta de
la Moncloa desafiando algo que parecía eterno: el sistema
bipartidista. Y esta mínima articulación ya ha situado, por de
pronto, en tierra de nadie a aquellos que intentaron construir un
centro gatopardiano (PSOE y CS), y ha retado en plan de alternativa a
la expresión más nítida del neoliberalismo y del régimen del 78,
el PP. Una alternativa, digo, que no una alternancia, amenazando muy
seriamente el turnismo de los dos grandes partidos tradicionales. Y
solo esto ha hecho que tiemble el belfo grasiento de los poderes de
hecho, esos que hasta ahora gobernaban sin presentarse a las
elecciones y que ahora ven en riesgo esta lógica, ya que hay una
coalición que puede gobernar presentándose a las elecciones y,
además, puede hacerlo de forma diferente, distinta, alternativa.
¿Qué
va a ocurrir? Por de pronto una campaña feroz orquestada desde el
sistema y los acuerdos, cada vez más explícitos, de una trama que
no va a permanecer neutral. Que su ferocidad no se vaya a traducir
necesariamente en aciertos, es un hecho, viendo, por ejemplo, el caso
de la temática venezolana, que da la impresión de que la
circunscripción más disputada para el 26J es Caracas. Al mismo
tiempo no hay que ocultar que pueden acelerarse las condiciones para
una fórmula de gran coalición, a través de la abstención-suicidio
del PSOE o de cualquiera de las otras fórmulas aritméticamente
posibles. Hay que documentar que ha sido patético el intento por
“convencer” a IU de que era mejor que se presentara por separado:
tantos poderes que habían solicitado la disolución de IU, ahora no
dormían preocupados por su futuro. Todos esos poderes y su
entendimiento actual, en forma de trama, que deben llevarnos a una
reflexión, a la hora de ver qué nos jugamos y cómo deberemos ser
cuidadosos con nuestra unidad interna, porque quizás no seamos tan
insignificante si nos paramos a considerar los enemigos tan poderosos
que tenemos en frente.
Las
encuestas, en todo caso, parecen confirmar cambios reales , y la
misma recomposición urgente a la que se proceda en el sistema
borbónico de partidos, no va a anular la lógica necesaria de una
alianza política que debe basarse, cada vez más, en una conjunción
articulada de fuerzas políticas y sociales a raíz del efecto
multiplicador de la alianza IU-Podemos. Dos y dos a veces son cinco.
Y puede ocurrir que Unidos Podemos llegue a ser la segunda fuerza,
sin descontar las posibilidades que existen, si se lanza el
entusiasmo y la capacidad de desborde, de llegar a primera fuerza.
Pero, en cualquier caso, todo va a cambiar.
El
sujeto histórico constituyente está en marcha. Sólo hace falta
“verlo” en el seno del proceso electoral y, sobre todo, fuera de
él, como paisaje social, cotidiano, de una nueva etapa. A esta nueva
etapa estamos convocados. Todos cabemos, incluso aquellos que creen
no caber. Solo hace falta pensar la historia en grande, sabiendo que
el poder no es una cosa, como un santo grial que se persigue, sino
una relación, o una correlación, si se quiere, que fundamentalmente
se expresa a través de la posición y disposición de millones de
personas. Pensar la historia en grande es siempre hablar con millones
de personas.
Muy buen articulo.
ResponderEliminarPero ni por asomo penséis que el Capital está perdiendo, de hecho, incluso en el supuesto de que Unidos Podemos llegará al Gobierno, se extendiera por Europa, el Capital seguiría siendo usado para que existiesen personas de primera y de segunda tanto en derechos como en responsabilidades. Por lo pronto, no se venda el cántaro de leche antes de llegar siquiera al mercado no-libre, no vaya a ser que se termine por no asaltar los cielos, otra vez, y conformándose con pactar con el diablo para echar de la poltrona a Dios (el verdadero causante del mal, e incluso creador del propio infierno), o incluso algo peor: termine vendiéndose el asalto a los cielos como real cuando no sea más que la enésima copia cinematográfica del teatro criminal burgués
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPara Carrillo no podía haber “ninguna confusión entre eurocomunismo y socialdemocracia en el terreno ideológico”, pero la engañifa del discurso eurocomunista se vio en la práctica. Los partidos eurocomunistas actuaron como artífices de la recomposición de las “democracias occidentales” y garantes de su estabilidad. El caso italiano fue paradigmático, con el “compromiso histórico” de Enrico Berlinguer con los empresarios, la Democracia Cristiana y el Partido Socialista para fortalecer a la democracia capitalista italiana frente a las tentativas “totalitarias”. Mientras en el caso español, Santiago Carrillo dirigió la política de la “ruptura democrática” durante la Transición, que en función de “conquistar la democracia”, aceptó la Constitución del ‘78, el retorno de la monarquía, las bases norteamericanas en la península y los pactos de la Moncloa. O sea, todo lo que Unidos Podemos acepta por defecto en su programa.
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