A mis alumnos y alumnas
Miguel
Santiago
Profesor
de Biología y activista social.
Nuestra
juventud tendrá futuro cuando reconozcamos nuestra verdadera
historia y nos sintamos orgullosos de ella. Tendremos futuro cuando
nos avergoncemos de los 40 años de la dictadura franquista que
supusieron una de las etapas más mortíferas y lúgubres de nuestros
anales.
Tendremos
futuro cuando la memoria histórica recupere a tantos cadáveres de
las cunetas a consecuencia del fascismo. Tendremos futuro cuando los
dictadores de este país no estén enterrados en el Valle de los
Caídos o en la basílica de la Macarena. Tendremos futuro cuando
podamos honrar los restos mortales de Blas Infante y Federico García
Lorca, glorias de la patria andaluza, fusilados hace 80 años por el
régimen dictatorial de los generales golpistas. Tendremos futuro
cuando la Iglesia católica pida perdón “por echarse en los brazos
de los golpistas tras el golpe del 18 de julio” como propone Hilari
Raguer, monje benedictino, doctor en Derecho Civil e investigador del
papel de la Iglesia durante la República y la Guerra Civil
española. Tendremos futuro cuando el Partido Popular se deshaga
de la inercia franquista de sus orígenes y alcance la madurez
política de los partidos conservadores europeos. Tendremos futuro
cuando el resto de partidos no guarden silencio y actúen de manera
coherente si tienen posibilidad de gobernar.
Tendremos
futuro cuando reconozcamos a científicos de la categoría de Mariano
Barbacid, destacado bioquímico y uno de nuestros más acreditados
científicos en materia oncológica, que volvió a España para crear
el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, el Centro
Nacional de Investigaciones Cardiovasculares y el Instituto de
Investigación Biomédica de Barcelona. Ello supuso el caldo de
cultivo para que fueran surgiendo institutos de investigación
científica por todo el país, como el Instituto Maimónides de
Investigación Biomédica de Córdoba. Barbacid, hace unos días,
comentaba en un periódico de ámbito nacional: “Fue un momento en
el que cuando iba a Europa, la gente me decía: ¡Cómo está
cambiando España, por fin sale de esa prehistoria de la
investigación que desgraciadamente arrastramos desde los Reyes
Católicos!”
Después
de una década, esta primavera científica se vio truncada con la
llegada del gobierno de Rajoy que aprovechó la crisis para hacer
recortes en la investigación y la formación de nuestra juventud,
provocando la emigración de miles de jóvenes talentos. Uno de los
objetivos que debe plantearse el nuevo arco parlamentario es obligar
al Gobierno a que triplique el presupuesto para la investigación si
queremos ser un país moderno y desarrollado. Además, es urgente una
ley de educación que garantice el aprendizaje de la verdadera
historia de los diferentes pueblos que conforman el Estado español.
Es necesario un desarrollo curricular que, desde el análisis
científico, estudie cómo los Reyes Católicos construyeron la
identidad nacional española tomando como eje vertebrador la religión
católica y su instrumento más poderoso, la Inquisición, que no
permitió el desarrollo de la cultura científica, terminando con
cualquier atisbo que pudiese recordarnos lo que fue al-Andalus en
general, y Córdoba en particular, uno de los centros del saber del
mundo, expulsando y matando a los judíos y a los moriscos.
Un
currículo que garantice el estudio de Averroes y Maimónides al
mismo nivel que Santo Tomás de Aquino y conozcamos en literatura la
obra Ibn Hazm, el Collar de la Paloma, igual que el Cantar de mío
Cid. Un currículo en el que aparezcan los destacados médicos
medievales Albucasis y Al-Gafequi y en el que los grandes estadistas
Abderramán III y Al-Hakam II ocupen el mismo desarrollo curricular
que los reyes de los reinos castellanos. Tendremos futuro cuando
nuestros hijos más ilustres citados se les honren con el nombre de
las calles más importantes de sus ciudades. ¿Acaso el Cid que
preside uno de los espacios más céntricos de Sevilla fue más
importante para nuestra historia que el rey Al-Mutamid, acaso el Gran
Capitán que preside la céntrica plaza cordobesa de las Tendillas
fue más importante que Abderramán III, acaso los Reyes Católicos
que presiden el centro de Granada son más importantes que la
dinastía Nazarí? ¿Quién ha hecho este relato de la historia,
quién ha manipulado nuestra historia?
Tendremos
futuro si somos capaces de conocer y reconocer nuestra verdadera
historia. Solo de esta manera no volveremos a cometer los mismos
errores que en el pasado.
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