[Consideramos muy interesante la reflexión de Alberto. Hoy más que nunca debemos seguir apostando por la creación del Contrapoder Ciudadano. Unidxs, Podemos]
Alberto Garzón
Coordinador Federal de Izquierda Unida
Coordinador Federal de Izquierda Unida
Queridos/as compañeros/as de Izquierda Unida,
En las últimas semanas el ruido acerca del futuro de IU se ha
intensificado. Es verdad que en esta organización nunca hemos tenido el
viento mediático de nuestro lado, pero lo que está sucediendo en este
tiempo es digno de estudio. Sumado a la invisibilidad a la que estábamos
desgraciadamente acostumbrados, en otoño de 2015 leímos noticias que
“confirmaban” que yo me presentaba como candidato por Málaga en el marco
de una hipotética confluencia; en enero de 2016 nos despertamos con la
desaparición de Izquierda Unida; y hoy se asegura que vamos a
fusionarnos con Podemos. Esto sólo son algunos ejemplos. Todos sabemos
que ni me presenté por Málaga, ni hubo confluencia en 2015, ni
desapareció IU… y por supuesto tampoco ahora nos vamos a fusionar con
Podemos.
Una famosa cita de El-Hajj Malik El-Shabazz, más conocido como
Malcolm X, decía más o menos que «si no estamos prevenidos ante los
Medios de Comunicación, nos harán amar al opresor y odiar al oprimido».
Una buena advertencia ante un poder necesario en una sociedad
democrática pero que, en su fórmula actual, depende prácticamente de
forma directa e interesada de grandes accionistas y directivos que se
codean con el poder económico. Desde luego sería exagerado pensar que en
IU tenemos la condición de oprimidos, pero lo que es cierto es que no
somos del agrado del poder económico. Nunca lo hemos sido. Y la
predominancia de la política espectáculo, la que se alimenta del barro,
los rumores y las mentiras, hace el resto. De mi adolescencia mantengo
un recuerdo ejemplar, el de Julio Anguita convertido en guiñol y
caricaturizado como un loco que se enfrentaba ante los molinos de viento
pensando que eran gigantes. El tiempo nos demostró que aquellos
gigantes existieron, y que los guionistas de aquel programa no eran más
que mercenarios al servicio del partido de gobierno.
No es cuestión de lamentarse, sino de clarificar nuestra posición y
recordar que la toma de partido por el socialismo y la ruptura
democrática tiene consecuencias. Quienes saldrían perdiendo con ambas
causas no se quedan quietos esperando que ganemos posiciones. Al
contrario, actúan. Y desde nuestra humildad hemos intentado siempre
dejar claro cuál es nuestra posición.
Esta dirección, que tengo el honor de representar, es la primera en
la historia de IU que ha facilitado que la militancia pueda votar
directamente a sus representantes en los órganos de dirección. También
hemos sido los primeros en incorporar el revocatorio a nuestros cargos
públicos y de dirección. Asimismo, nos hemos comprometido al
cumplimiento estricto de nuestros documentos aprobados en la Asamblea,
para lo cual hemos habilitado mecanismos de control y seguimiento de
todas las responsabilidades de la dirección colegiada. Incluso
entregamos los documentos con una semana de antelación para facilitar
los debates. Estas cosas pueden parecer obvias, pero antes no se hacían.
Y todo esto con el objetivo de que la militancia nos diga lo que
tenemos que hacer, sepa lo que hacemos y pueda cambiarlo en cualquier
momento. Incluso hemos hecho varias consultas sobre temas determinantes y
que generaron bastante polémica (si bien más mediática que militante).
En suma, una dirección que trabaja sin engaños, sin dobles jugadas y sin
tacticismo. Radicalmente transparentes.
Quizás por estas razones o por otras, vivimos tiempos de relativa
tranquilidad interna. Es verdad que hay compañeros de IU que no
comparten los contenidos de nuestro proyecto, pero eso es natural. No
olvidemos que las tres listas que se presentaron a la XI Asamblea forman
parte de la dirección también, porque siempre hemos defendido la
pluralidad y la diversidad ideológica. Es verdad que también hay
compañeros que mantienen agendas mediáticas independientes, que acuden a
los medios de comunicación sin conocimiento de la dirección y para
defender discursos personales y no colectivos. Nosotros preferimos que
las cosas se debatan colectivamente, pero afortunadamente el impacto
negativo de estos fenómenos son más bien marginales.
XI Asamblea
Por todo lo anterior, y en aras de enfrentar el ruido actual, podemos
decir claramente que no vamos a fusionarnos con Podemos. Porque no lo
hemos aprobado, porque no lo hemos discutido y porque, sinceramente,
carece de toda lógica. Nuestra XI Asamblea aprobó construir un
movimiento político y social más allá de IU, con otros actores, que
partiera de una fuerte apuesta por el socialismo, el feminismo y el
ecologismo. A mi juicio es obvio que una fusión con Podemos, cualquier
cosa que eso quiera decir, no es lo aprobado mayoritariamente por
nuestra militancia. Evidentemente tampoco hemos sido nosotros los que
hemos sacado el debate, ni siquiera el secretario general de Podemos. La
construcción de esta polémica es una artificialidad para tratar de
dividir a IU, como ya ocurrió con las noticias que hemos destacado
antes.
Permitidme que cuente una breve historia. El filósofo de la ciencia
Otto Neurath utilizaba una metáfora para describir el tipo de trabajo
del investigador científico. Decía que era como el de marineros que
tenían que reparar su embarcación en alta mar tras una tempestad,
empleando sólo la propia madera de la nave. En esas condiciones tenían
que luchar contra el temporal, las olas desbocadas y los vientos
desatados, y sin la posibilidad de volver a puerto para reconstruir la
embarcación de nuevo. Era una tarea inmensa.
Pienso que esta misma metáfora es aplicable a lo que hemos vivido en
Izquierda Unida durante los últimos años. Hemos tenido que reconstruir
nuestra organización y hacerla atractiva para la ciudadanía al mismo
tiempo que enfrentábamos malas encuestas, ataques internos y externos,
abandonos oportunistas e infinidad de obstáculos. Hace dos años
periodistas, políticos y hasta militantes de nuestra organización
pensaban que íbamos a desaparecer entre las olas generadas por los
nuevos partidos. No ha sido nada fácil demostrarles a todos lo
contrario, que estamos vivos y fuertes. Y es que a pesar de todo este
duro proceso hemos salido con una Izquierda Unida clarificada, renovada y
fortalecida. Clarificada porque defendemos el proyecto por el que se
fundó IU, heredando el espíritu socialista de ruptura democrática. No
engañamos a nadie acerca de lo que queremos, somos de fiar. Renovada no
sólo en caras sino también con nuevos métodos de radicalidad
democrática. Y fortalecida porque tenemos una organización cohesionada,
participamos en espacios cada vez más fuertes de unidad y tenemos una
presencia creciente en cada conflicto existente –allí donde hay una
injusticia, hay una militante de IU luchando contra ella. Eso sí, no
podemos ser autocomplacientes: queda mucho por hacer y seguro que en
este tiempo nos hemos equivocado en cosas. Lo asumo como una
responsabilidad personal.
Con esta carta no sólo quiero pedir ayuda a la militancia ante las
noticias falsas que se construyen contra nosotros; quiero pedir a la
militancia, sobre todo, que sea crítica con esta dirección. Que
colectivamente debatamos los documentos, que tratemos de mejorarlos y
que controlemos su ejecución. Tenemos muchos retos que afrontar como
clase y como país, muchas cosas que hacer. El saqueo continúa, y
nuestros derechos están gravemente amenazados. Sólo con una organización
fuerte y cohesionada podremos enfrentarlos. Unidos con otros, desde
luego, pero representando un proyecto político autónomo que aspira a
construir una sociedad republicana y socialista.
Nuestra organización tiene treinta años de historia en los que hemos
defendido esas ideas, esos principios y valores. Una gran parte de
nuestra militancia lleva muchos más años de luchas a sus espaldas. Otra
parte acaba de empezar, y quizás se han afiliado en los últimos meses.
Jóvenes o mayores, somos un colectivo nacido en múltiples mundos. Muchos
nos siguen desde la lucha antifranquista, otros nacimos ya en esta
democracia de mínimos. ¡Hay entre nosotras quien incluso luchó y
defendió la segunda república! En cualquier caso todos y todas somos
parte de un hilo rojo de la historia, cambiante en formas pero
inquebrantable en su compromiso. No nos afiliamos para otra cosa que no
fuera para mejorar la vida de nuestra clase, de nuestra gente, de los
desposeídos y los parias de la tierra. No pretendemos ser mejores que
nadie, sólo útiles para nuestra justa y digna causa. Nos atacarán, una y
otra vez, pero nunca, en ningún caso, nos resignaremos o rendiremos. Ya
lo dijo Marcelino, «ni nos domaron, ni nos doblamos, ni nos van a
domesticar».
Salud y República.
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