Tomás Ramírez
Mesa Estatal FCSM
Que
el capitalismo es incompatible con la democracia y no permite la
práctica real y radical de los Derechos Humanos se viene confirmando
durante los últimos 50 o 60 años. Está claro, el beneficio de unos pocos
requiere de altas dosis de desigualdad para que la ganancia sea mayor y
el disfrute de sus privilegios más placentero. No es economía, es
ideología.
Ante esta situación la única herramienta que queda en manos de
quienes sufrimos, o sufriremos, las políticas neoliberales del Poder
financiero y sus capataces políticos es la movilización social unitaria.
En torno a ese espíritu se conformaron las Marchas por la Dignidad,
conseguir que la diversidad de las luchas sociales (vivienda, sanidad,
educación, trabajo, feminismo, ecologismo,…) se transforme en única
lucha alrededor de objetivos comunes y transversales.
El objetivo se cumplió en marzo de 2014 pero cometimos un error, nos
equivocamos pensando que habíamos adquirido la fuerza suficiente para
intentar el asalto a las instituciones en municipales y generales. Nunca
debimos abandonar la calle.
Además infravaloramos al adversario, el bipartito y su muleta naranja
aguantaron bien el envite y no detuvieron su ataque neoliberal
utilizando la precarización del trabajo y la represión del Estado contra
todos aquellos y aquellas que osaran plantarle cara.
Por eso regresamos a Madrid en mayo pasado. Hoy toca preguntarse qué
podemos y debemos hacer a partir de ahora para conseguir conformar un
contrapoder capaz de enfrentar, con el máximo de garantías, las
políticas que asfixian a la mayoría social.
Que España tenga futuro más allá de ser un país de servicios vasallo
del Poder financiero y político internacional depende de nosotras y
nosotros. La, tantas veces anhelada, unidad de todas exige generosidad,
solidaridad, confianza y la muerte de todos los egos personales e
individualistas, o lo que es lo mismo, exige pensar colectivamente,
practicar el colectivismo.
Este y no otro, es el único camino cuyo destino es la Dignidad.
Excelente análisis superficial sobre el deber. Salvo en lo de que "nunca debimos dejar las calles tan pronto", pues en realidad el "error" (o autoengaño) es creerse que las salida del callejero en dirección a unas instituciones burguesas y capitalistas ajenas a los intereses del mismo y del propio bien humano colectivo puede ser legitimo alguna vez. NUNCA deben dejarse las calles, por nada. Ni por instituciones dictatoriales democráticamente ficticias ni, incluso, por supuestas instituciones democráticas de representatividad alucinógena. La calle no puede desaparecer ni a bombazos imperialistas aunque los imperialistas en un supuesto así lo pretendiesen imponer de novo. La calle es. La oprimida calle es condición sine quo non de los salvajes, INJUSTOS E INEQUITATIVOS, crueles y perpetuos enriquecimientos de los tiranos del planeta.
ResponderEliminar¿Quien ha dejado la calle?
ResponderEliminarSeréis vosotros los que la habéis dejado porque yo estoy todos los días en ella, sino es por una cosa por otra.
Lo que hay que saber en que dirección se va. Y hoy la clase obrera esta desnorta, por no ser capaces de tener una dirección que indique a donde vamos.