Juan Balsera
Colectivo PrometeoFCSM
Cuando era joven me decían que la
democracia consistía en resolver civilizadamente los conflictos y no
andar a mamporrazos. El método era sencillo, la gente votaba y resolvía
de manera pacífica las discrepancias.
Estamos inmersos en una encrucijada nacional, con el
conflicto catalán, parece que la solución más pacífica debe pasar
obviamente por el uso de las urnas, aunque el lenguaje muchas veces nos
traiciona y nos devuelve a la realidadDurante décadas la lucha de la mayoría de los partidos ha sido ocupar el centro político, los de derechas debían ser centro-derecha, los de izquierdas centro-izquierda. Todo lo que estuviera fuera de ese marco se catalogaba de radicalismo, sin importar demasiado su praxis política. Sin embargo, parece que esa tesis política no ha servido para resolver el conflicto catalán y las dos formaciones que iniciaron y pilotan el mayor desencuentro de la política española en los últimos 40 años no son precisamente partidos radicales, por lo menos en el espectro político de la izquierda.
El PP, que siempre aspiró a ser centro-derecha, está teniendo un comportamiento radical de extrema derecha. Por el otro bando, la antigua Convergencia y Unión, reconvertido en Partido Democrático de Cataluña, que por cierto han compartido espacio politico con el PP en el Partido Popular Europeo durante varias décadas es otro de los grupos radicales de este conflicto. La Izquierda española, desde la denominada centro-izquierda (PSOE) a la más radical, Podemos, Izquierda Unida, se ha quedado en posiciones más centristas y centradas en este asunto.
El problema, bajo mi punto de vista, es que la realidad se ha venido negando y ocultando durante décadas, pero como no hay mal que cien años dure, termina manifestandose de manera radical cuando las mentiras no engañan ya a nadie.
La crisis del régimen del 78 empezo en las cloacas del estado hace varias lustros. La alianza de los mediocres hacía aguas por todo lados, una nueva clase dirigente reclama el poder y esta se sitúa fuera de las fronteras nacionales tanto del Estado español como de Cataluña: son los directivos de las transnacionales, los pactos entre la oligarquía latifundista y la burguesía catalana habían hecho aguas después de la entrada del Euro, eso posibilitó que emergiera la corrupción sobre la que dicha alianza estaba sustentada.
Debemos de recordar los casos de corrupción de la Casa Real, la boda de la hija de Aznar, la de los Pujol, etc... Hasta entonces representaban la crème de la crème de la sociedad española, pero el nuevo régimen que se pretende instaurar no quiere pagar una servidumbre tan elevada a los manijeros del poder, es esto lo que provoca la crisis del régimen.
Hasta ahora esta pelea por ver quién se queda de nuevo manijero de las empresas del Ibex 35 se ha desarrollado sin sobresaltos, al fin y al cabo, los dos trenes que se enfrentan no cuestionan su sumisión a las citadas empresas multinacionales, los mercados así lo manifiestan.
Los procesos históricos, casi siempre por negligencia de los poderosos, pueden terminar en derivas peligrosas y revolucionarias. Si esto sucede, los que lo inciciaron los veremos modificar sus tesis de forma expeditiva y rápida, interntado a cualquier precio mantenerse en el equipo ganador. Para ello, deberán doblegar y embaucar nuevamente a los centristas izquierdosos.
La izquierda española, en vez de querer echar a Rajoy a cualquier precio, deberia de aprovechar esta coyuntura histórica para reforzar tanto sus tesis políticas, sus alianzas con los ciudadanos y la creación de organizaciones potentes socialmente. El problema de la clase trabajadora no se resuelve con participar en una alianza con las burguesías, españolas, catalanas o vascas, El nacionalismo español y catalán han servido hasta ahora para tapar la corrupción de sus manijeros y para ampliar la base social de sus tesis fascistoides.
Centrar sus esfuerzos en los derechos de los trabajadores y sus condiciones de vida, los derechos civiles, etc, debe ser lo prioritario, ellos no tienen inconvenientes en saltarse la ley, derrochan ingentes cantidades de dinero público, movilizan a miles de guardias civiles, con el coste económico que su pone, para intentar mantener su poder, pero son inflexibles a la hora del gasto y recortan permanentemente en gasto social, sanidad, educación... Su victoria depende de si nos engañan más allá de la fórmula política de organizar el Estado español.
Que el arbol no nos impida ver el bosque.
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