Paz y dialogo, ni DUI ni 155, que la ciudadanía tome la palabra.
Barcelona 5 de octubre 2017.
La ciudadanía de Cataluña y de toda
España estamos viviendo una escalada de tensión y confrontación, que
está llevando a todos por una peligrosa pendiente de irracionalidad y
fractura.
El gobierno y las instituciones del
Estado tienen una enorme responsabilidad de haber llegado hasta aquí a
causa de una absoluta falta de diálogo e iniciativa política durante 6
años. El gobierno español y en particular su presidente Mariano Rajoy,
se han escudado detrás de los jueces y policías para encubrir su
negativa a dialogar con los representantes del pueblo de Cataluña y con
la misma sociedad catalana. Mientras que la ciudadanía de Cataluña
mostraba de manera creciente su resistencia a seguir sometida a las
agresiones de un PP recentralizador, el gobierno del Estado no ha
mostrado ni una sola iniciativa real para revertir la espiral iniciada
con la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto, que
debemos recordar que fue impulsada por el PP al quedar en minoría
política en el Parlamento de Cataluña y en el Congreso de Diputados. Las
últimas acciones contra una parte del pueblo de Cataluña que ejercía su
derecho a opinar y expresarse el pasado 1 de octubre, en una consulta
que no tenía garantías democráticas y por tanto ninguna validez
jurídica, han dado un salto cualitativo en la fractura social y
emocional en Cataluña en desatar una violencia desproporcionada,
gratuita e inútil sobre una parte de la ciudadanía de Cataluña que
quería reclamar su derecho a votar y que en las jornadas posteriores ha
expresado una justa indignación.
El gobierno de la Generalitat,
encabezado por Puigdemont, que no fue candidato a Presidente en las
últimas elecciones planteadas como plebiscitarias, y no obtuvo la
mayoría absoluta de votos, se está amparando en la llamada a la
soberanía popular para encubrir su corrupción, sus continuos recortes y
su sometimiento a la lógica de la Comisión Europea de destrucción de
derechos sociales y laborales. Su gobierno ha buscado la escalada del
conflicto, renunciando a una acción amplia en el Parlamento de Cataluña
por el derecho a decidir y al Estatut, que requiere para su cambio de
una mayoría cualificada de ⅔. Con este propósito han empleado la
televisión y radios públicas de Cataluña para promover su proyecto
independentista sin permitir un debate democrático con otras posiciones y
han promovido desde ellos una movilización que los protegiese de sus
responsabilidades penales.
El pueblo de Cataluña no puede ser la
carne de cañón que pague la incapacidad de uno y otro gobierno para
resolver los problemas que con sus acciones y omisiones han generado.
Los efectos de la represión no deben ser utilizados para justificar una
nueva escalada de confrontación que profundice la fractura social dentro
de Cataluña y entre los pueblos de España. No necesitamos más
represión, ni mártires en ningún bando, sino más democracia.
Exigimos que el pueblo tenga la palabra.
La consulta no ha tenido garantías democráticas, no puede ser
vinculante, y por tanto no es aceptable ningún tipo de Declaración
Unilateral de Independencia (DUI) y exigimos que esta se detenga. Además
no se puede ignorar que tendría graves efectos económicos, sociales y
políticos. Del mismo modo es absolutamente improcedente y rechazable la
intervención de Felipe de Borbón, que haciendo dejadez de su papel de
árbitro institucional, se ha lanzado a justificar una posible acción
autoritaria del Estado sobre las instituciones de autogobierno de
Cataluña. La activación del artículo 155 u otras medidas pueden tomar
una concreción de extrema violencia, visto el fracaso de las medidas
coactivas utilizadas el 1 de octubre. Sin duda a medio plazo serían el
final de la monarquía, pero a corto plazo un dolor y un colapso de la
vida democrática inaceptable en el siglo XXI, cuya parte peor parada
sería el pueblo de Cataluña, pero no la única en ver recortados derechos
y libertades.
Hay una salida dialogada, racional, que
construya consensos de amplias mayorías y no de mitad contra mitad de la
ciudadanía, de pueblo contra pueblo. Desde una postura radicalmente
cívica, exigimos devolver la palabra a todo el pueblo de Cataluña para
que decida sobre su futuro mediante un referéndum en condiciones, con
libertad de expresión, con un acceso no partidista a los medios de
comunicación y bajo la soberanía del un Parlamento de Cataluña que
busque amplios consensos, tal como establece el Estatuto de 2006. Un
Estatuto, que recordemos, votó masiva y legalmente el pueblo de
Cataluña.
Ante la incertidumbre que vivimos estos
días reclamamos abrir todo tipo de mediación y diálogo que nos alejen
del precipicio y la ruptura. Por eso hay que parar la DUI y el 155 y
cerrar inmediatamente la escalada de violencia en que se han instalado
los dos gobiernos y el Rey. Apelamos a la solidaridad y movilización de
los pueblos de España para rechazar ser conducidos a una confrontación
entre pueblos hermanos. Hay que movilizarse por la paz, el diálogo y la
fraternidad entre pueblos. Llamamos a las fuerzas sociales y políticas
auténticamente democráticas a desobedecer a un gobierno autoritario, a
movilizar a la ciudadanía en solidaridad con las clases populares de
Cataluña, evitando lecturas emotivas e irracionales que hacen el juego a
todos los nacionalismos excluyentes.
Superada y detenida la crisis serán
necesarias nuevas elecciones en Cataluña que pasen cuentas con un
gobierno que a la vez que recorta, utiliza al pueblo para llevarlo una y
otra vez a callejones sin salida, incrementando su sumisión e
impotencia. Rechazamos toda estrategia política que reduce a la
ciudadanía a objetos sometidos a líderes mesiánicos que reclaman un
acrítico seguimiento.
Será necesaria la dimisión del gobierno
de Rajoy y promover un gobierno del cambio que aborde las soluciones de
todos los problemas reales y una solución democrática al conflicto
nacional.
Convocamos a articular un amplio bloque
democrático y social que ponga las bases de la apertura de un proceso
constituyente que permita impulsar un proyecto federal de libre
adhesión, avanzado socialmente, que garantice los derechos básicos al
pleno empleo, la salud, la educación y recupere la plena soberanía
económica y popular que puede hacerlos realidad.
Mi apoyo al diálogo
ResponderEliminarYa ha aparecido la "revolución" económica.
ResponderEliminarHace falta tener la cabeza de alcornoque, pero de un alcornoque muy grande, para no darse cuenta que desde hace bastante tiempo, para no darse cuenta que los independentistas solo tienen una meta que es la independencia, y por tanto no hay nada que negociar con ellos que no sea las negociaciones para que consigan esa independencia, por tanto hace falta ser tontos del culo para no darse cuenta de eso.
ResponderEliminarAnte esta situación solo hay dos posibilidades: darle la independencia, que seria la mas fácil. y que yo la apoyaría si no fuera porque llevo 47 años en Cataluña y pagaría las consecuencias. O negarse la contundentemente, y eso traerá odios y quien sabe que. Pero con el actual gobierno de Cataluña no hay negociación posible. Y con otros solo sería seguir paso a paso hacia la independencia. Ha cualquier encaje siempre le faltara algo para encajar