María Dolores Nieto Nieto y Francisco Sánchez del Pino
miembros del FCSM Jaén y activistas de la asociación “Jaén Ciudad Habitable”
(II)
La UE alemana y la cuestión catalana
El “ordoliberalismo” y la hegemonía
alemana en la UE constituyen el modo específico de realización del
capitalismo alemán en las condiciones de la mundialización capitalista.
Alemania, su corazón industrial exportador europeo, ha pasado de ser un
“subsistema” de EE.UU contra al Este (con más de 170 enclaves y bases
militares norteamericanas en territorio de la RFA) y espacio de
“reciclaje del capital norteamericano” tras la II Guerra Mundial, a
convertirse en la fuerza hegemónica y determinante de la UE, está
tratando de configurarse ahora en potencia imperialista, con forma de
“soberanía europea”, a costa de liquidar también, en dos décadas, su
propio “modelo social”: la pobreza relativa ha pasado del 11% al 17% con
la introducción de los minijobs, se ha duplicado el número de
personas que realizan dos trabajos para vivir, los pensionistas pobres
son ya el 30% y la concentración de la riqueza del país en pocas manos
es ya la segunda a nivel mundial tras EE.UU.[i]
Desde los años 80 del siglo pasado, la
RFA fue diseñando un determinado modelo de Europa estructurada en varios
círculos concéntricos, a partir de un núcleo central ya constituido
“del marco alemán”. Las orientaciones alemanas de las políticas europeas
en los años 90 (de forma violenta y acelerada tras la absorción de la
RDA) parten de reestructurar el Raum, y de la idea de alejarse de las
unidades nacionales hacia unidades supranacionales y regionales, con una
política concertada alemana y europea de apoyo los movimientos
regionales y autonómicos dentro de los estados europeos (bretones,
catalanes, escoceses, etc). Uno de los mayores teóricos de la
integración europea, asesor del gobierno de Kohl, el profesor Werner
Weidenfeld, escribió en 1998 un artículo sobre la ligazón entre la
constitución de un euro-Raum y las “ambiciones de poder político mundial
de Europa”.
Este tipo de teorizaciones deben tomarse
en serio, dado que de alguna manera marcan el devenir real de la UE,
más allá de las dinámicas retórico-europeístas “de los valores” a las
que acuden sectores fundamentales del procés (y
paradójicamente, también, algunos actores que se oponen al mismo). La
Unión Europea no es hoy un Estado federal “incompleto”, como entienden
algunas izquierdas europeas, sino una superestructura paraestatal en la
que los tratados funcionan como “una constitución sin Estado y sin
pueblo”. Esta UE cuya gobernanza neoliberal-supranacional se ha
incorporado tanto a la Constitución Española (a la que apelan los
miembros de la “triple alianza” -PP-PSOE-Ciudadanos- que la han vaciado
de contenido) como a la Ley de Transitoriedad aprobada por el Parlament de Catalunya, ahora se propone dar un paso más.
En marzo de 2017, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker presentó el “Libro Blanco sobre el futuro de Europa: las vías para la unidad en la UE de los 27”.[ii]
En el mismo se proponían 5 escenarios alternativos para la UE de aquí a
2025, con un núcleo reconstruido alrededor del eje franco-alemán como
garantía de las políticas neoliberales, una periferia intermedia con
países que se resisten a dicha ortodoxia y una periferia más extrema en
la que confluyen países que aún no están en condiciones de adherirse a
la moneda única.
Al igual que ocurre con la presidencia
alemana, la francesa asienta las aspiraciones de hegemonía europea sobre
el desmantelamiento de los derechos sociales de su población, razón por
la cual reciben ambos una fuerte contestación: la gran coalición
alemana, (CDU-SPD), perdió alrededor de 4 millones de votos en las
elecciones celebradas en septiembre de 2017, dando lugar a que, dos
meses después, aún no haya podido formarse gobierno, algo que no tiene
precedentes en el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
En la Conferencia de los Embajadores
celebrada en agosto en París, Macron expuso que Francia no había sido
capaz de adaptarse a los cambios habidos en el mundo después de 1989 y
que sería “absurdo volver al antiguo concepto de soberanía nacional. (…)
El lugar de nuestra soberanía es hoy día Europa.”…”si no llegamos a la
cita del multilateralismo, otras grandes potencias aprovecharán estos
instrumentos”[iii].
Esto podría significa que en el marco definido por la crisis de la
globalización neoliberal, junto con el impulso del “Nuevo Mapa”
estratégico norteamericano y el nuevo marco multilateral de la
mundialización del capital que incorpora la presencia de los Brics;
Francia se presta a configurarse, como brazo de la UE alemana (la
“soberanía europea” real) decretando la sustitución de la democracia por
“el plebiscito diario de los mercados”, es decir, una dictadura
ilustrada supranacional en una refundada UE de orientación imperialista,
en la que no cabría mas soberanía real que la de Alemania, en forma de
UE alemana . Francia, con Macron, estaría aprovechando el éxito alemán
para imponer por decreto un programa de reformas y recortes en beneficio
de sus propias élites.
Esta es la UE real en el marco de la
cual se plantea la del “soberanismo”, inserto en un cruce de dinámicas
que nada tiene que ver con la aspiración a la reconquista democrática de
derechos sociales. Por un lado la reestructuración de los equilibrios
mundiales determina un alineamiento del gobierno español con el
militarismo norteamericano sin descuidar la disciplina ordoliberal,
mientras que por otro los componentes enfrentados en el procés,
apelan a una realidad supranacional (y antisocial) como lugar, también
en mutación, en el que buscar apoyo. No hay que olvidar que, después de
que Rajoy se reuniera con Trump y en pleno mes de octubre, esto es,
justo cuando la agitación de banderas se hallaba en su máximo esplendor,
el gobierno español enviaba a Bruselas su Plan Presupuestario para
2018, su servil petición de permiso a instancias supranacionales que
intervienen de hecho al gobierno español. Dicho plan contenía, entre
otras cosas, el ahorro de 1.500 millones de euros gracias a la pérdida
de poder adquisitivo de las pensiones. En términos más crudos, mientras
intentaba azuzar los cánticos “yo soy español, español” , el gobierno no
tenía reparos en sacrificar a “los abuelos españoles” para obtener el
visto bueno de Bruselas, el mismo lugar en el que se ha instalado
Puigdemont con el propósito de “internacionalizar el problema catalán”,
apelando a los valores europeos.
Y lo cierto es que cuando el depuesto president de la Generalitat
afirmaba la existencia de cuestionamientos en la “comunidad
internacional”, y concretamente en Europa, a la acción del gobierno
español y sus aliados no hablaba en vano. La cuestión que nos interesa,
mirado desde una perspectiva de los y las de abajo, es cuáles son y qué
planteamientos de fondo sostienen. Uno de los sujetos que ha defendido
la imposibilidad de solucionar el conflicto sólo a partir de la
aplicación del “orden constitucional” ha sido la fundación Konrad
Adenauer, think tank vinculado al partido de Angela Merkel, la
CDU, cuya aspiración, la Europa alemana del euro, presumiblemente, no
tiene mucho que ver con las aspiraciones de soberanía popular en
Cataluña y la posibilidad de realizar en ella los derechos sociales. Sin
embargo, el ex-president ha podido ganar algo de iniciativa
internacional en un terreno ya abonado, a lo largo del tiempo, por una
diplomacia que no ha sido ajena a apoyos como el del financiero George
Soros, uno de los grandes sostenes de Hillary Clinton en la campaña
presidencial estadounidense del año pasado, y firme partidario de
supeditar la soberanía de los Estados a las instituciones supracionales.
Todo ello mientras Rajoy, a cuya prudencia apelaban sujetos como Donald
Tusk, obtenía el respaldo total de Trump a cambio de la supeditación de
España a su estrategia de dominio y militarismo.
La posición del núcleo de la UE respecto
al conflicto de Cataluña está determinado por ese marco de
recomposición imperialista de la UE sin que las fuerzas democráticas
hayan podido materializar aún una perspectiva (realmente soberana) en
España y Cataluña. Aspectos determinados, reactivos y declamatorios de
nacionalismo español y catalán se retroalimentan de forma subalterna al
imperialismo norteamericano y al “soberanismo” imperialista de la UE
que, tiene entre sus “logros ilustrados” fundar protectorados en el sur
de Europa o paraísos para la trata de esclavos en la otra orilla del
Mediterráneo.
¿Qué hay para hacer frente tanto a una cosa como a la otra?
(Continuará…)[i] http://contropiano.org/altro/2017/09/17/linferno-del-miracolo-tedesco-095650
[ii] http://europa.eu/rapid/press-release_IP-17-385_it.htm
[iii] http://www.voltairenet.org/article197666.html
( III)
¿Cataluña como paraíso fiscal y Andalucía como zona económica especial?
La desigualdad provocada por las
políticas de la UE, junto a la emergencia del Brexit y la elección de
Trump, han generado también una asimetría de intereses entre las
élites locales y europeas con respecto a las mayorías de cada país,
que viven un proceso de empobrecimiento y proletarización. Esto es algo
que también se encuentra muy presente en el conflicto territorial de
algunos países de la UE y también, junto con otros muchos, es un
componente que marca la relación entre Cataluña y el resto del estado
español.
Para países como España, el modelo de
globalización que se agudizó a partir de los años 90, supuso convertirse
en víctima, fundamentalmente porque tal modelo: 1) provocaba en Europa
un proceso de concentración económica que dejaba fuertemente
inutilizadas y marginadas regiones y energías productivas que podrían
encontrar una utilización y un papel importante en la cooperación con
áreas y regiones externas a la Unión Europea; y 2) imponía una división
del trabajo y de las funciones a nivel mundial, que asignaba un papel
subalterno a las regiones menos desarrolladas de Italia, España o
Grecia. A día de hoy, el mito de la unión de las economías nacionales
de la zona europea ha desaparecido, teniendo por un lado un norte que
crece rápidamente gracias al excedente comercial y por otro un sur con
elevados niveles de desempleo, deuda pública en aumento, déficit en el
presupuesto comercial y desindustrialización.
Hace ya años que en un estudio francés
(DATAR), se señaló que el desarrollo europeo se concentraría en un arco
que se extiende de Londres hasta Génova, de lo que se derivaba un
sistema de relaciones económicas en el interior del cual la Europa del
sur queda subordinada a los mercados ricos del norte de Europa, jugando
el papel de suministrador de materias primas y productos manufacturados a
bajo coste (con un relativo bajo nivel de relación de intercambio),
mientras se incrementa su dependencia por la importación de productos
acabados, con tecnología avanzada, tanto industriales como alimentarios.
Además de ese eje, se previeron entonces nuevas posibles áreas de
crecimiento a lo largo de la franja que va de Génova al noreste de
España (Cataluña), mientras que para todas las otras regiones europeas
emergía un cuadro de exclusión y marginación. Para los países del sur de
Europa, en particular las 2/3 partes de España y de Italia
(centro-sur), el desequilibrio no ha hecho sino acentuarse en los
últimos años.
El proceso de constitución del estado
español, en el marco del desarrollo capitalista del país, generó una
desigualdad social y territorial en medio de la cual Cataluña despunta
por su dinamismo. Su economía está orientada hacia la industria, las
nuevas tecnologías y el sector terciario avanzado. Su tasa de desempleo
está seis puntos por debajo de la media nacional. En 2015, Barcelona fue
la segunda ciudad europea por volumen de inversiones extranjeras
después de Londres. En Cataluña reside, además, el 92,3% de todas las
empresas norteamericanas con sede en España, el 88,8% de las danesas, el
85,5% de las canadienses, el 80% de las japonesas y el 73% de las
italianas. Cataluña es una de las regiones más abiertas al comercio
exterior y, sin embargo, es cada vez menos dependiente del intercambio
con el resto de España. Mientras que en 2009 las exportaciones hacia las
otras comunidades autónomas representaban el 56% del total, en 2016
sólo eran el 37%. En el mismo periodo, las importaciones han pasado del
33% al 21%. Respecto al resto del mundo (aunque mejorando) el saldo
sigue siendo negativo. Cataluña, tecnológicamente más avanzada que la
media del país, acumula más valor que el que produce. Esta desigual
composición del capital representa una fuerza centrífuga y de
polarización que encuentra en las transferencias de dinero público una
forma de compensación. [i]
Mientras, la situación de las clases populares catalanas ha seguido
empeorando, aumentando la precariedad, el deterioro de la vida
cotidiana, los efectos de las actividades especulativas y la pérdida de
derechos sociales.
El proceso de construcción de la Europa
alemana del euro, basada en la división entre un núcleo central fuerte,
industrial-exportador y una periferia dependiente y poco competitiva,
marca inevitablemente las aspiraciones de sectores situados en la
frontera entre “un mundo y otro”. En ese marco, puede caber la tentación
de avanzar en aquello que han supuesto las tres últimas décadas de
globalismo neoliberal en Cataluña: el desarrollo de sectores punta en
servicios, turismo y algunas ramas de la industria y el sector
financiero, con fuerte inversión extranjera, junto con niveles enormes
de desigualdad, precariedad y privatizaciones.
Vista desde Andalucía la crisis
territorial abierta en Cataluña, puede sintetizarse en una doble
tendencia: Cataluña como “territorio off-shore” y Andalucía
como “Zona Económica Especial” a la manera griega. Algunas élites
podrían pensar en una Cataluña como espacio “offshore” que siga
atrayendo grandes inversiones a costa de las clases medias y
trabajadoras catalanas[ii],
y que suelte lastre con un sur condenado a la exclusión y a la
conversión en una “zona económica especial” (cuyo paradigma es Grecia)
caracterizado por una tasa insoportable de desempleo, privatizaciones,
bajos salarios y el deterioro ecológico y social llevado al extremo.
El Partido Popular ha encontrado un gran
nicho de mercado desde su llegada al gobierno en la producción masiva
de agro-alimentos, siguiendo unas pautas que buscan incrementar la
competitividad basada en elevado impacto ecológico y abaratamiento de
salarios en sur. Es escandaloso el incremento récord de la superficie de
regadío orientada a la exportación (fomentada desde organismos de la
Junta de Andalucía) en medio de una sequía como la que padecemos. Y es
significativo el hecho de que en los últimos tiempos la segunda
provincia que más ha crecido en exportación agroalimentaria sea Jaén,
aquella también donde las elevadas cifras de desempleo suelen permanecer
inalterables y donde el salario medio apenas llega a los 12.000 euros
anuales (un 35% menos que la media nacional)[iii]. Esto da una buena idea de las características de un modelo al que se bautiza como “estrategia de internacionalización”.
La constatación de esta realidad
material que opera de fondo no significa reducir el problema territorial
de España a una cuestión de élites, ni la multiplicidad de causas
políticas en liza a “la causa” de la burguesía catalana. De lo que se
trata es de ayudarnos a buscar un espacio de intervención autónomo para
las clases populares. Una iniciativa que ayude a la conquista de la
soberanía popular tiene que reconocer las motivaciones y alineamientos
globales de sujetos decisivos del proceso para consolidar una posición
propia frente a ellos.
Por lo que a Andalucía respecta, para
conformar un movimiento de liberación social para el sur de Europa, no
parece suficiente con el “Andalucía como la que más”,
tomando como referente la medida de la independencia de Cataluña. Un
movimiento popular que se proponga luchar desde Andalucía por una
perspectiva democrática, republicana y federal del estado español debe
medirse necesariamente con las previsiones de división del trabajo del
capitalismo alemán para Europa y trabajar la perspectiva de articular
alianzas entre clases trabajadoras, y clases medias empobrecidas,
contra los planes de las élites de la UE. Pero esa perspectiva no puede
ignorar la nueva realidad geopolítica mundial, si no queremos terminar
como camareros en las mesas en las que otros decidirán en qué mundo
viviremos.
En ese marco ¿Es posible hoy pensar e imaginar los hilos necesarios para tejer un frente democrático latino-mediterráneo, para cooperación, económica, y geopolítica en la actual crisis de la civilización capitalista?
[i] “Las raíces económicas del independentismo catalán”. A Bartoloni.
[ii] Artur Mas: “los bancos se van a pelear por estar en Cataluña”: https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=hwWiFrmrdYE
¿I donde keda akeyo de: Proletarios del mundo uniros?
ResponderEliminarPorke mientras tanto el kapital de todo el mundo si que esta unido i vien unido.
<<<¿I kien ejerze rrealmente ese poder?
Desde la ofizialidad (instituziones guvernamentales, medios de komunikazion, etc.) apareze un mantra rrepetido asta la saziedad: los merkados son kienes markan las rreglas del juego. Pero ¿kienes son los merkados? Ya
emos podido ver que en realidad esos merkados estan kontrolados por un pekeño grupo de korporaziones a su vez interkonectadas entre si. Pero estas korporaziones deveran estar kontroladas por alguien, ¿no? La respuesta es afirmativa. Un artikulo publicado por The New York Times revela que solo nueve personas (Thomas J. Benison de JP Morgan Chase & Company; James J. Hill de Morgan Stanley; Athanasios Diplas del Deutsche Bank; Paul Hamill de UBS; Paul Mitrokostas del Barclays; Andy Hubbard de Credit Suisse; Oliver Frankel de Goldman Sachs; Ali Balali del Bank of America, i Biswarup Chatterjee de Citigroup) que <> dominan el merkado de los derivados finanzieros, es dezir, unos 700 biyones de dolares, lo que mas o menos viene a signifikar que dominan el mundo.
TTIP....Jorge Alcázar González <<<<<<
I nosotros la clase travajadora a lo nuestro, soverania, soverania i soverania.
Divide i venzeras.
Para venzer a un jigante, ai que oponerle otro jigante, i nosotros nos enpeñamos en venzerlo kon un moskito.
No para venzer al jigante del kapital, pero si para defenderse de el, es nezesario olvidarse de la soverania i konpartir soverania kon otros estados que puedan ser afines. La izkierda tiene que dedikarse a crear organizaziones supra nazionales. I creo que en la actualidad tendria que enpezar por dentro de los paises del sur de Europa; Grezia, Italia, España i Portugal e incluso Francia, (la korriente de Melenchon) vuskar la creazion de un estado federal. (Federal para unir no para desunir lo que ya esta unido) Donde todos los ziudadanos tengan los mismos derechos i los mismos deveres i no komo en la Union Europea donde aparte de ser la Europa de los merkaderes, son el korral de la Pacheka donde kada uno va a la suya, sobre todo kuando ven a uno colgado del kueyo van a tirarle de los pies komo emos visto kon los kasos de Grecia, Portigal....
Enpezando por crear una sola organizacion en todos los estados de la zona que sean similares: un uniko partido comunista, una unika organizazion formada por Podemos, Sziriza, Movimiento Cinco Estellas, etc.
I sobre todo, vuskar una alternativa al sistema kapitalista, que desde que kayo el muro de Berlin la clase travajadora esta sin ningun norte por el que guiarse.
Para enpezar se podria azer un analisis de la Union Sovietica. No para kopiarla, sino para sakar todo lo positivo que devia de aver en ella, que devia de ser mucho, i añadir todo lo que sea nezesario.
O vuskar soluziones nuevas mas modernas pero que sean una alternativa viable i crible al sistema kapitalista.