Fuente:Cuarto Poder
H.Illueca
M.Monereo
J.Anguita
Los Presupuestos Generales del Estado son una especie de mapa que
refleja las prioridades y objetivos de los poderes públicos. Nos
permiten saber dónde estamos y hacia dónde vamos. Pues bien, a la vista
del “Acuerdo de Presupuestos Generales del Estado-2019” suscrito por el
Gobierno de España y Unidos Podemos (“Acuerdo”, en adelante), parece que
en nuestro país se está produciendo un importante giro social con
respecto a las políticas que se han venido aplicando desde que empezó la
crisis económica. El Acuerdo constituye un auténtico programa de
gobierno que afecta a aspectos muy sensibles para el bienestar de la
ciudadanía, tales como sanidad, vivienda, dependencia, empleo y
protección social… Pero, si hemos de destacar dos cuestiones a fin de
calibrar su importancia, éstas son, sin duda, las medidas y compromisos
adoptados en materia de pensiones y salario mínimo interprofesional
(SMI). En los párrafos siguientes nos referiremos a estos aspectos,
tratando de precisar su significado y alcance en el contexto político
que atravesamos.
Por lo que respecta a
las pensiones públicas, el Acuerdo prevé su revalorización con arreglo
al IPC en 2018 y 2019, garantizando así el poder adquisitivo de los
pensionistas. Pero no sólo eso. El texto recoge expresamente el
compromiso de los firmantes de impulsar una reforma legislativa
orientada a la recuperación del IPC como valor de referencia para la
revalorización de las pensiones con carácter permanente, lo que
afectaría al núcleo duro de la reforma perpetrada en 2013 por el
Gobierno del Partido Popular. Ello es importante, al menos, por dos
motivos: en primer lugar, porque conecta dicho Acuerdo con las
principales reivindicaciones de los pensionistas, un colectivo
movilizado y crecientemente organizado que se ha convertido en un
importante actor de la política española; y en segundo lugar, porque
supone un distanciamiento con la Unión Europea y otros organismos internacionales como el FMI, que en las últimas semanas han expresado un contundente rechazo a la posibilidad de que el IPC volviera a ser el indicador al que se vincule la actualización de las pensiones
Siendo
todo ello importante, la medida de mayor impacto ha sido la subida del
SMI a 900 euros mensuales, lo que supone un incremento superior al 22
por ciento en términos reales con respecto a la situación anterior. Para
comprender la relevancia de esta medida conviene reparar, siquiera
someramente, en la función que desempeña el SMI en el mercado de
trabajo. El salario mínimo constituye un ingreso irreductible fijado por
el poder público e insusceptible de modificación por la negociación
colectiva o individual: un suelo de la contratación por debajo del cual
es ilegal trabajar para otro. En general, el SMI tiene menos importancia
en los países que poseen un sistema de negociación colectiva fuerte y
bien consolidado, en el que los agentes sociales establecen de manera
autónoma los límites salariales; en cambio, adquiere protagonismo en
aquellos otros en los que la negociación colectiva, o bien no se ha
desarrollado, o ha sido devaluada en favor de la negociación individual
entre empresarios y trabajadores. Pues bien, éste es precisamente el
caso de España, cuyo mercado de trabajo, tras la reforma laboral de
2012, se parece cada vez más al de los países subdesarrollados.
En efecto, siempre se había entendido que los perceptores del SMI
eran exclusivamente los trabajadores que no están cubiertos por ningún
convenio colectivo, lo que representa una exigua proporción de la
población asalariada (alrededor del 1 por ciento). En la actualidad, sin
embargo, esta cifra se ha multiplicado debido a los efectos de la
reforma laboral sobre la negociación colectiva. La proliferación de los
acuerdos de empresa, la aplicación generalizada de descuelgues
salariales y la eliminación de la ultraactividad del convenio han
provocado una violenta devaluación salarial que ha situado a muchos
trabajadores en el umbral del SMI o en cifras muy próximas, ampliando de
forma exorbitante los efectos de cualquier incremento en su cuantía.
Según datos del Banco de España, los trabajadores directamente afectados
por una medida como ésta podrían alcanzar el 12,2 por ciento del total,
o sea, más de millón y medio de personas, lo que nos permite valorar en
su justo término la magnitud del Acuerdo de referencia. Y eso no es
todo. El incremento del SMI influirá en las estrategias de los agentes
sociales en la negociación colectiva, alejando el horizonte de
moderación salarial que ha caracterizado estos años.
El principal riesgo que presenta esta medida, que ya ha sido criticada por la CEOE,
es precisamente la resistencia patronal a su aplicación en las
empresas. Recordemos que las sucesivas reformas del trabajo a tiempo
parcial han fomentado el uso abusivo de esta modalidad contractual para
enmascarar jornadas a tiempo completo, lo que se traduce en un grave
perjuicio sobre los derechos laborales del trabajador y en un menoscabo
para las arcas de la Seguridad Social. Es muy probable que, dada la
desregulación existente en este ámbito, muchas empresas traten de eludir
el incremento del SMI mediante una reducción ficticia de la jornada de
trabajo, de modo que el trabajador trabaje las mismas horas y siga
cobrando lo mismo. Los controles administrativos que sin duda se
implementarán son insuficientes para neutralizar este riesgo, que exige
una reestructuración del trabajo a tiempo parcial ordenada a facilitar
las tareas de control de la jornada por parte de la Inspección de
Trabajo y Seguridad Social. Por eso es tan importante que el Acuerdo se
refiera expresamente a este asunto y anuncie compromisos de futuro en
esta materia.
La revalorización de las pensiones y el incremento
del SMI son los aspectos más llamativos del Acuerdo alcanzado por el
Gobierno y Unidos Podemos, pero no queremos dejar de mencionar otras
medidas de gran relevancia sociolaboral: la equiparación de los permisos
de paternidad y maternidad, la igualdad salarial entre mujeres y
hombres o la protección de los trabajadores de las empresas
subcontratistas, entre otras, son propuestas positivas para promover un
mercado laboral más equitativo e inclusivo. En este sentido, merecen
especial mención el anuncio de la derogación inmediata de los aspectos
más lesivos de la última reforma laboral, particularmente en materia de
negociación colectiva, y el compromiso de desvincular el contrato para
obra o servicio de las contratas empresariales, una de las prácticas que
más ha contribuido a la precarización del mercado de trabajo. Ambas
medidas dan cumplimiento a la reciente Resolución del Parlamento Europeo
en la que se pide a los Estados miembros que luchen contra la
precariedad laboral y contra la utilización abusiva de los contratos
temporales.
La negociación ha sido muy difícil y hay que poner en
valor el trabajo que ha realizado Unidos Podemos. Se dirá, con razón,
que el Acuerdo es perfectible y que España necesita cambios de mayor
calado. Pero es un paso importante para mejorar las condiciones de vida
de muchas personas. En nuestra opinión, el texto expresa un compromiso
razonable entre las principales fuerzas políticas que impulsaron la
moción de censura. Y lo que es más importante, apela a una amplia
coalición social entre los estratos medios y las clases populares
golpeadas por las políticas de austeridad europeas. Subsisten, claro
está, algunos interrogantes que muy pronto se resolverán: los apoyos
parlamentarios, la respuesta de la Unión Europea y, sobre todo, la
capacidad y voluntad del PSOE de llevar hasta el final un programa
político que supone un giro social en las políticas que tanto daño han
hecho a nuestra patria: las del PP y las del PSOE. En este sentido, el
Acuerdo abre un proceso cuyo resultado final no está garantizado: la
sociedad civil debe movilizarse para exigir su cumplimiento y avanzar en
la definición de una plataforma programática contra el neoliberalismo.
Entre tanto, una tímida sonrisa asoma en el rostro de millones de
trabajadores.
"Los Presupuestos Generales del Estado son una especie de mapa que refleja las prioridades y objetivos de los poderes públicos. Nos permiten saber dónde estamos y hacia dónde vamos."
ResponderEliminarBuenos chistes los que contáis por aquí...
Siendo importante el contenido del Acuerdo a los efectos presupuestarios, enmarcados en un contexto temporal determinado tras la desastrosa crisis- estafa que cumple una década, parecen más importantes las actitudes y previsibles consecuencias políticas que se pueden derivar del mismo.
ResponderEliminarValorar los efectos presupuestarios sobre las capas sociales menos favorecidas es un rasgo considerablemente positivo para el conjunto de la sociedad.
Sin embargo, que un psoe en decadencia haya modificado su actitud, acaso en un ataque de cordura que le induce a hacer de la necesidad virtud, cuando siempre ha trabajado por cumplir aquel principio guerrista de " a nuestra izquierda, la nada", es importante.No está tan lejos la veleidad de pactar con C´s en Andalucía y en España.
También ha de considerarse la actitud de Unidos Podemos, sobre todo por el efecto demostrado de hacer variar considerablemente las propuestas iniciales del psoe.
Encajar ambos supuestos es una invitación a:
Jugar al pragmatismo aunque sea coyuntural.
Validar la operatividad presupuestaria con un carácter "social"
Posibilitar hacerlo extensivo en este inmediato futuro desterrando dudas sobre el valor de la confluencia entre Unidos-Podemos + confluencias y reforzar los mecanismos de control ante las más que probables regresiones del psoe.