Juan Balsera
Colectivo Prometeo
Colectivo Prometeo
Cuando los medios de comunicación
informan sobre las declaraciones del Rey Felipe VI, en las que dice que “nada
ni nadie puede estar por encima de la ley”, en principio, resulta ser una frase
bien acogida por la ciudadanía, pero el Rey debe de ser cuidadoso al
utilizarla, porque si el comportamiento del Jefe de Estado no se corresponde
con la praxis del gobierno, el mensaje no solo se queda inutilizado sino que se
vuelve en contra de lo predicado.
Sabemos que el gran problema de la
vida pública española es la falta de sintonía entre lo que se predica y lo que
se practica, esto que a muchos le puede parecer hasta normal, tiene sus
consecuencias en nuestras vidas cotidianas y terminan por producir impotencia y retroceso social, pero sobre todo nos
devuelve a la realidad que se ha querido
ocultar con grandes palabras pero vacías de contenido.
En nuestra sociedad existen una serie de problemas que sufrimos de manera
cotidiana y se afrontan con escaso
entusiasmo desde el gobierno, como es el caso de la violencia de género. Como
sabemos esta violencia, hunde sus raices en una relación desigual en la que
domina la fuerza bruta y la ideologia
del varón sobre la de la mujer, que adopta un papel de
sumisión. Se ha logrado un Pacto de Estado sobre este tema, pero no hay
suficiente dotación económica, ni voluntad política para llevarlo a cabo.
El Acoso escolar, es otra de las
manifestaciones de desigualdad entre adolescentes, a nivel psicológico, de quienes se creen con más poder y lo
ejercen para humillar a sus semajantes. ¿Se trata en profundidad este hecho
desde el sistema educativo? ¿Qué valores realmente se están potenciando?
El problema del Independentismo de
Cataluña y de Eusskadi nos refleja esa
misma complejidad con grupos sociales y nacionales mas amplios.
¿Y el racismo y el fascismo? son
otro claro ejemplo que se nutre de la
desigualdad, potenciando la supremacia del blanco o de una religión sobre el
resto de pueblos o religiones del mundo.
Como se puede observar son muchos
los asuntos que reflejan esa desigualdad
manifiesta ante la vida y que se traduce en realidades que terminarán
por afectarnos directamente al conjunto de personas que vivimos en España, en el día a día, de forma significativa;
tanto por la amplitud de sensaciones y
emociones, como por el impacto que
provocan en la vida cotidiana de toda la ciudadanía.
Volviendo a la frase de nuestro Jefe
de Estado, “nada ni nadie puede estar
por encima de la ley”; hemos de recordar que
unos meses antes, también la utilizaron
otros Jefe de Estado de nuestro entorno cultural, aunque con ideologías
de izquierdas. Fue el caso del expresidente de Ecuador, Rafael Correa, y más
recientemente del presidente de Méjico,
Andrés Manuel López Obrador, con una diferencia sustantiva: ellos lo predicaban
y lo practican como dirigentes políticos ante su ciudadanía.
Sin
embargo, el conflicto de Venezuela ha puesto encima de la mesa una realidad que
se trata de distorsionar deliberadamente y evidencia la gran contradicción
entre Racionalidad o Palabreria,
Andrés
Manuel Lopez Obrador actuó siguiendo la
senda de la racionalidad, y así se lo hizo saber en el encuentro que mantuvo
con Pedro Sanchez recientemente en Méjico, frente a la Palabrería hueca y
exenta de contenido de nuestro Jefe de Estado, que a través de su presidente de
Gobierno, Pedro Sánchez, invierte todo el orden Legal y constitucional tanto
del Derecho Internacional de las Naciones Unidas, como de la Constitución de
Venezuela y se alía con las tesis del
más fuerte, del más poderoso del planeta: EEUU de América del Norte.
Cuando el más poderoso, que ha
venido construyendo un poder ideológico
y legal a favor de sus tesis, es el primero en saltárselas, es un síntoma de su manifiesta decandecia; es
decir, el principio del fin de su hegemonía y,
como consecuencia, del derrumbe
de su cultura y de su poder económico.
Pero eso no nos debe consolar, ya
que eso no nos librará de vivir en nuestra carnes las contradiccicones de sus
actos y de nuestros actos. Es muy probable que si no gana la
racionalidad en este combate contra la palabrería, el único camino que tendrá el decandente será
intentar imponer esa supuesta fuerza bruta al resto, por tanto las
consecuencias las tendremos a la vuelta de la esquina: guerra, destrución y
miseria se extenderán por los confines de nuesto imperio decadente.
En nuestras manos individuales está
la respuesta.
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