José Aguza
Colectivo
Prometeo.
Cuando se
cumplen 80 años del final de la Guerra Civil española, se sigue
desconociendo el paradero de miles de cadáveres y de perseguidos que
en los años siguientes a la contienda y la dictadura se produjeron.
Mientras
grupos y partidos políticos de derechas se niegan a reconocer el
genocidio de la represión franquista y su realidad, intentando
incluso eludir la Ley de Memoria Histórica, aducen que es “mejor
olvidar y dejar de buscar huesos”, bloqueando
el correcto conocimiento de nuestra Historia más reciente, de
inhumanos consejos de guerra y falsos juicios militares sin defensa
jurídica, así como de fusilamientos masivos años después del
final del conflicto en los casi 300 campos de concentración
repartidos por todo el estado español (solamente en nuestra
provincia existían alrededor de una docena de ellos, desde
Fuente-Obejuna, Valsequillo, Los Blázquez, Peñarroya-Pueblonuevo,
El Muriano, Montilla, Lucena, Cabra, Bujalance, Baena, etc.) en los
que murieron fusilados, torturados, por malos tratos, enfermedades o
hambruna, millares de presos.
Después de
ocho décadas, seguimos desconociendo la ubicación de tantas
víctimas sepultadas en fosas comunes y cunetas de nuestro
territorio, mientras este ambiguo e irresoluto gobierno pretende
conformarnos con la publicación en el BOE del listado de 4427
españoles republicanos y exiliados españoles fallecidos en los
campos de concentración nazis de Mauthausen y Gusen. Muchos
exiliados republicanos en campos de Francia y otros enviados por
Franco, murieron en estos campos de exterminio nazis, más de un
millar de andaluces entre ellos.
A pesar de
la dudosa neutralidad de España en la Segunda Guerra Mundial y si
bien es cierto que no intervino directamente en ella, sí que
taimadamente apoyó a Alemania frente a Rusia a través de la
División Azul.
El 5 de
julio de 1941 partían de España hacia el frente ruso-alemán un
primer contingente de patriotas franquistas para combatir contra el
comunismo, formado por 641 jefes y oficiales, algo más de 2000
miembros de clase de tropa y unos 15750 soldados. En este
alistamiento figuraron reconocidos nombres de cargos y consejeros de
Falange como Dionisio Ridruejo, Agustín Aznar, Raimundo Fernández
Cuesta, Pedro o Martín Gamero, etc. y por supuesto la Iglesia mas
reaccionaria (un cuerpo de 24 capellanes, alguno condecorado con la
Cruz de Hierro por su brillante actuación en la cabeza de puente
Vóljov, como fue el caso del capellán Juan Dehesa Manuel).
Además
participaría una División de 146 mujeres de la Sección Femenina
como Cuerpo de Damas Auxiliares de Sanidad Militar, al frente de la
cual estaba Mercedes Milá Nolla (tía abuela de los periodistas
Mercedes y Lorenzo Milá) y única mujer que formó parte del Cuartel
General de Franco.
Previamente
el 24 de junio se había producido una manifestación antisoviética
en Madrid, donde Serrano Suñer, el general Díaz de Villegas y José
Luís Arrese piden oficialmente combatir en una nueva cruzada contra
la Unión Soviética, dentro de las filas de la Wehrmach alemana, en
la que participarían voluntarios atraídos por la acción, la
propaganda anticomunista, falangistas, jóvenes fascistas, jornaleros
parados y algunos voluntarios para redimir penas.
La Orden del
Estado Mayor del 28 de junio, recoge que la División Española de
Voluntarios o División Azul (por el color de sus camisas) permitía
el alistamiento de miles de cruzados, algunos para redimir el nombre
de familiares republicanos, condenados por ideologías, motivos
económicos e incluso la aventura, al mando del general Agustín
Muñoz Grandes como jefe, que le reportaría una gran popularidad y
reconocimiento incluso por Hitler, llegando a condecorarle y del
coronel José María Troncoso como primer jefe de Estado Mayor, para
luchar en el crudísimo invierno del frente ruso, donde dejarían la
vida o regresarían heridos y enfermos para morir en España.
Entre 1941 y
1943, cerca de 50.000 soldados tomarían parte en grandes batallas
como el frente de Nóvgorod, Vóljov o el sitio de Leningrado y según
cifras estimadas, unos 4954 murieron en el frente, otros 8700
resultaron heridos, 2137 quedaron mutilados, otros 7800 regresaron
enfermos y alrededor de 372 fueron hechos prisioneros, de los que
pocos pudieron sobrevivir en los campos de trabajo del gulag
siberiano.
Muchos de
los muertos fueron enterrados en el cementerio de Nóvgorod, otros
señalizados donde cayeron, sobre todo en Krasny Bor.
El gobierno
alemán otorgó gran cantidad de condecoraciones al ejercito español
por su arrojo y entrega, aún a pesar de falta de medios, concediendo
2 Cruces de Caballero, 2 Cruces de Oro, más de 2590 Cruces de Hierro
y 2225 al Mérito Militar, así como un indeterminado número
concedido por acciones de combate, número de asaltos y heridos.
En España
la Hermandad de la División Azul tiene su capilla donde anualmente
celebran su misa en recuerdo de los fallecidos, además de su propio
museo y en el Cementerio de La Almudena, así como otros del estado
existen monumentos de homenaje a los caídos de la formación, frente
al abandono de tantas fosas comunes de republicanos y represaliados
por la dictadura y ante el desconocimiento del paradero documental de
tantos de ellos, mientras el fondo de datos de la División Azul está
perfectamente custodiada en 705 cajas en el Archivo General Militar
de Ávila.
Es llamativa
la relación de divisionarios españoles, que como antes he dicho,
acudían por diferentes motivos, desde los fanáticos ideológicos, a
los pecuniarios o redención de penas entre otros y podemos encontrar
nombres curiosos o de interés como Jaime Milans del Bosch, que sería
el único Capitán General participante en el intento de golpe de
estado del 23 de Febrero de 1981, así como el también golpista
Alfonso Armada Comyn, Mariano Sánchez Covisa que sería futuro
dirigente ultraderechista de Guerrilleros de Cristo Rey, el cineasta
Luís García Berlanga por conseguir el perdón de la pena de muerte
para su padre diputado del Partido Republicano Radical o el humorista
Álvaro de la Iglesia, entre otros muchos.
La dictadura
franquista y la derecha española siempre ha homenajeado y ha hecho
gala de sus partidarios y defensores, sin embargo nunca mostró
interés en esclarecer los datos de la otra España, la perseguida y
esclavizada, cuyas inocentes víctimas nunca debemos olvidar, aún en
la lejanía del tiempo y por respeto y honor de ellas y de la
Historia.
Es
fundamental aclarar el paradero de miles de personas desaparecidas,
identificarlas y proporcionar a sus familiares y herederos la
reparación moral y el descanso humano.
La Ley
52/2007 de 26 de diciembre (Ley de Memoria Histórica de España),
reconoce el derecho de quienes padecieron violencia y persecución
durante la Guerra Civil y la Dictadura franquista, que sería
aprobada por el Congreso de los Diputados el 31 de diciembre de 2007,
tras la aceptación del Proyecto de Ley del Consejo de Ministros del
presidente José Luís Rodríguez Zapatero un año antes.
La Ley
reconoce a las víctimas de la contienda de 1936 a 1939 y la
dictadura posterior, aunque tenía lagunas al no permitir la búsqueda
y apertura de fosas comunes en las que aún hoy yacen miles de
represaliados.
En el 2012
el gobierno de Mariano Rajoy suprimió la Oficina de Víctimas de la
Guerra Civil y la Dictadura y la ley quedó bloqueada al dejarla sin
dotación presupuestaria en los Presupuestos Generales del Estado de
los años 2013 y 2014.
Distintas
asociaciones para la Recuperación de la Memoria Histórica y Foros,
han seguido luchando por la localización de fosas, exhumaciones e
identificación de las víctimas, en la medida de sus posibilidades,
aunque la derecha que ha ido gobernando en muchos lugares, así como
jueces conservadores y franquistas (que aún saturan la judicatura
española), están impidiendo su desarrollo (buen ejemplo lo hemos
tenido recientemente en Córdoba con la sentencia sobre el cambio o
eliminación del viario franquista).
Solamente en
Andalucía se han inventariado alrededor de 600 fosas de las que aún
se sigue desconociendo el número total de cadáveres.
Recientemente
el Gobierno en funciones del PSOE ha publicado en el BOE número 190
de 9 de Agosto de 2019, el listado de 4427 españoles fallecidos en
los Campos de Concentración de Mauthausen y Gusen, sin embargo sigue
eludiendo el abordaje de los muertos del franquismo.
El
Ministerio de Justicia tiene previsto desde marzo de este año la
elaboración de un censo nacional de víctimas de la Guerra Civil y
la Dictadura franquista, como recogía la Ley de Memoria. No obstante
tanto la búsqueda de desaparecidos como tantos otros temas o la
exhumación del dictador siguen flotando en el alero.
La reunión
del Consejo de Ministros del 26 de abril de 2019, a propuesta de la
Ministra de Justicia acordó aprobar la instauración del día del
homenaje a los deportados y fallecidos en los campos de concentración
y víctimas del nazismo, que se conmemorará cada año el 5 de mayo,
con objeto de “honrar y servir de acto de
reconocimiento de la injusticia que supuso el exilio de muchos
españoles y su internamiento en campos de concentración nazis”,
pero una vez más se olvidaron de los de nuestro territorio.
Ya en 2013
la ONU reprochaba a España que “existe una
fragmentación y dispersión de la información disponible sobre las
desapariciones forzadas durante la Guerra Civil y la Dictadura, lo
que produce confusión, entre otros, sobre el número de
desapariciones. Una base de datos central es crucial para promover la
transparencia, la presión y la certeza sobre las personas
desaparecidas. Se necesita disponer de datos estadísticos, en
particular con el objeto de aclarar y distinguir entre víctimas de
ejecuciones y desapariciones forzadas”.
Vemos como
la información sobre la División Azul está perfectamente
documentada y según listados del reciente BOE conocemos gran
cantidad de datos de nuestras víctimas en los campos nazis, sin
embargo el oscurantismo sobre los campos españoles sigue siendo
manifiesto.
De todas
aquellas víctimas, Córdoba lamentablemente encabeza la lista con
232 mártires, el mayor número de toda Andalucía y la tercera a
nivel estatal detrás de Barcelona y Madrid.
¿Cuánto
tendremos que esperar para que un gobierno de este país tenga el
valor de reconocer la indignidad de su pasado represivo?
Para cerrar
heridas hay que ser sinceros y honestos y reconocer los horrores de
ambos bandos y no exclusivamente las barbaridades de un lado.
Alemania
condenó el nazismo y no permite legalmente ningún tipo de
exaltación de aquel régimen ni por supuesto a Adolfo Hitler o a sus
líderes.
La verdad es
fundamental para el conocimiento de la Historia y un pueblo que falte
a ella está saboteando su futuro y el de sus generaciones.
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