Juan García
Ballesteros
Presidente del
Colectivo Prometeo
A medida que este
engendro de UE de Maastricht (1992) ha ido arrastrando el camino de
su implantación, con la moneda única como emblema, se ido
evidenciando que ese frente común, esa unión solidaria de países,
que esa “Europas de los pueblos” era una tremenda mentira, era un
fraude.
Durante aquellos
años de su aprobación, algunos economistas, políticos e
intelectuales alertaron del peligro que este Tratado tendría para la
clase trabajadora. Eran personas que habían estudiado a fondo los
acuerdos y habían deducido la debacle que suponía por la pérdida
de autonomía económica y social.
Antonio
García-Trevijano (1927-2018), jurista y pensador republicano, fue
uno de los que más se opuso a Maastricht, planteando, desde el
principio de su aprobación, que no se puede ir a una moneda única
con las enormes divergencias políticas y, sobre todo, económicas
entre los diferentes países.
Fuente:BBC World Service |
Pero voy a recoger
otra condena, también de Julio Anguita, que dio en una entrevista
que le hace en Antena 3, en 1995, Manuel Campos Vidal sobre
Maastrich:
“Es
el momento en que España, junto con otros estados de la periferia,
pueden buscar la alternativa a Maastrich. Se trata de desarrollar
consecuentemente el Acta Única Europea, Sí al mercado único, pero
con una armonización fiscal, es decir, no se puede construir un
mercado único cuando cada país tiene una política fiscal
distinta…..Y al segunda parte, la Cohesión Económica y Social no
son Fondos de Cohesión, deben ser políticas sociales justas.
Simplemente con que se desarrolle el Acta Única, estaríamos en otra
situación”.
En esta propuesta de
Julio Anguita sobre el Acta Única plantea que debe se debe
desarrollar, pero explica dos de las necesarias propuestas para una
Europa de los pueblos que recoge el AUE (
Dialnet-ElActaUnicaEuropea-2495871.pdf): armonización fiscal y
políticas sociales justas. Sin estas dos condiciones es imposible
una Europa social. Estos dos pilares no se han cumplido con el
Tratado de Maastrich. Pero, el Sr. Anguita como él mismo ha afirmado
repetidamente “no es un visionario”. Su respuesta contraria al
Tratado estaba avalada por 93 economistas del Partido, que, de forma
exhaustiva y completa habían escudriñado los artículos de
Maastrich y habían llegado a la conclusión que su implantación
perjudicaría gravemente a la inmensa mayoría de la población, a la
clase trabajadora, sobre todo en los países del Sur con economías
más débiles.
Al implantar la
moneda única, la situación se endureció. Con las políticas de
austeridad y control del déficit público impuestos, los diferentes
estados, sobre todo los del Sur, tuvieron que ajustar sus economías
a las exigencias de la Troyka (BC, FMI, Comisión Europea). España,
para equilibrar las cuentas (con un sistema fiscal injusto) y pagando
anualmente más de 30.000 mil millones de intereses a la banca
privada por los préstamos necesario que les pedimos, se vio en la
¿obligación? (Los partidos de turno -PSOE y PP- modificaron el
artículo 135) de hacer nefastos recortes (servicios públicos
-sanidad, educación-, investigación, vivienda, protección social,
pensiones, dependencia, …) y vender las empresas públicas que
todavía quedaban. Pero, en el lote, también entraban reformas de
calado en los derechos laborales y sociales, con los consiguientes
prejuicios para la clase trabajadora, autónomos y PYMES.
Voy a centrarme en
tres acontecimientos (dos pasados y uno presente y futuro) claves en
los que la UE ha demostrado muy poca preocupación y solidaridad por
los pueblos y una enconada defensa de los poderes económicos. Quiero
recoger que la UE no se creó para hacer frente común, entre todos
los estados miembros (se ha demostrado el “sálvese quién pueda”),
a situaciones de emergencia social o humana, como lo demuestra la
situación actual.
El
primero, el terremoto económico de 2008 (Colapso bancario tras el
hundimiento del Lehman Brothers) que trajo las siguientes
consecuencias:
1.La
profunda crisis económica provocada, agudizó la ya difícil
situación de la inmensa mayoría de la población. Se ahondaron las
diferencias entre ricos (1%) y el resto (99 %). Se llegó a los seis
millones de personas en paro (50 % de los jóvenes), diez millones en
exclusión social y otros dos millones en pobreza extrema.
2.Con dinero público
(más de 60.000 millones) se rescata a la banca y las cajas de
ahorros. Es interesante y pedagógico lo ha declarado el presidente
de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, “la
banca debe al país una contribución muy importante por los años de
la crisis…Es ocasión de retribuir a los portugueses lo que
hicimos”
y continuó “Un
día más tarde es peor que un día antes. La economía necesita
dinero cuanto antes, las familias necesitan dinero cuanto antes, los
trabajadores necesitan trabajar pronto, salarios cuanto antes. Esa
lucha también es de la banca». Espero
que nuestro Gobierno aprenda del portugués que el dinero entregado a
la banca y a las cajas pertenece al pueblo español y deben
devolverlo. Es de justicia y sería un aporte fundamental para la
crisis que se avecina.
3.
Los partidos políticos gobernantes pierden apoyo popular pasan a la
oposición (Aquí gana por mayoría absoluta el PP).
4.El
desencanto popular, por la dura situación que vivía una mayoría de
la población, fue el caldo de cultivo para la aparición y
desarrollo de grupos radicales de extrema derecha.
5.Se
producen en la eurozona tensiones entre países deudores (Grecia,
Italia, España, Portugal, …) y acreedores /Alemania, Austria,
Holanda, Finlandia, …). La insolidaridad es manifiesta, cada país
debe salir de la crisis por sus medios, aunque sea a costa de hundir
su economía y, por tanto, los derechos sociales.
El segundo
acontecimiento, que demuestra la verdadera cara insolidaria de UE ha
sido la política de inmigración desarrollada con la limitación de
refugiados (mujeres, niños, ancianos, adultos, que huyen del hambre
y de las guerras, provocadas en sus países para esquilmar sus
riquezas). No ha habido una política común de acogida, cada país
ha resuelto la situación como ha querido y algunos pisoteando los
derechos humanos. Ni siquiera los 35.600 muertos en el Mediterráneo
(según la ONU) han ablandado el corazón de algunos países.
En los últimos años
y, de forma paulatina, diferentes naciones han ido blindando sus
fronteras, pero este 2020 han sido las fronteras comunitarias. Así
Europa, que siempre ha sido tierra de acogida, ha pasado, es los
últimos años, de mostrar un escrupuloso respeto a admitir y
proteger a los refugiados, a recibir a los inmigrantes con alambradas
de concertinas, gases lacrimógenos y devoluciones en caliente. Ha
habido países que han pedido mano dura (Hungría, Polonia) contra la
inmigración, sin que los demás hayan tomado ninguna medida. Se ha
endurecido el derecho de asilo y muchos refugiados se encuentran en
la UE sin papeles y sin posibilidades de legalizar su situación.
Otros hacinados en campos de concentración (Grecia).
Pero lo más grave
es que determinados países se nieguen a que un barco de salvamento
como el Open Arms (salvando vidas de forma altruista), con refugiados
a bordo, necesitados de alimentos y atención sanitaria, no los dejen
atracar (Italia, Gracia). Por fin, fue el gobierno de Pedro Sánchez
quién los acogió ¡Esta no es la Europa que necesitamos!
Mención aparte
merece la vergonzosa e inhumana utilización de los inmigrantes por
parte de la extrema derecha.
El
tercer acontecimiento lo estamos sufriendo ahora a nivel planetario.
La pandemia por el coronavirus está teniendo en nuestro país unas
consecuencias devastadoras (146.000 contagiados y 14.500 muertes). No
es asunto de este artículo comentar o valorar la situación que
estamos padeciendo, porque sobre esto ya hay ríos de tinta escritos.
Quiero plantear como esta tremenda catástrofe humanitaria, pero
también de consecuencias políticas, económicas y sociales, va a
afectar a los diferentes países. Indudablemente, va a tener unas
implicaciones más duras para los países que se encuentran en unas
condiciones económicas más desfavorables (Sur de Europa).
Hay dos posturas
enfrentadas que demuestran las dos visiones que ahora se plantean
sobre cuál va a ser el futuro de la UE (permanecer como hasta ahora
o transformar el Tratado de forma leve). Son dos propuestas
incompatibles. Por una parte, los países del Sur (Italia, España,
Grecia, Francia, Portugal y otros seis más) piden a la UE un gesto
de solidaridad, de responsabilidad colectiva para afrontar la salida
de esta dura crisis y el futuro inmediato, mediante la emisión de
eurobonos (títulos de deuda pública, a través de BCE, garantizados
por todos los países de la zona euro), que supondría que la
responsabilidad en el pago estaría mancomunada. Por otra, están los
países del centro y el norte (Alemania, Holanda, Austria y
Finlandia) que no aceptan, de ninguna de las maneras, esta propuesta.
Estos países proponen la utilización del Mecanismo Europeo de
Estabilidad (MEDE), que puede aportar hasta 400 mil millones de euros
en préstamos. Además, afirman, como un tremendo favor, que han
abierto la mano a la disciplina presupuestaria (3% de déficit) que
fue la causa para desmantelar los servicios públicos (entre ellos la
sanidad). Pero claro, estos países quieren unas garantías de
devolución y, por tanto, que las naciones más endeudadas (las del
Sur), para acceder a esos préstamos, tengan que apretarse el
cinturón, ya que esos fondos son préstamos para rescatar a países
a cambio de intervenirlos y aplicar recortes y sacrificios
económicos.
Francia
y España han dejado a Italia sola, pues han aceptado negociar los
fondos MEDE, pero sin condiciones, a lo que Holanda se niega
rotundamente. Renunciar a los eurobonos es un error y España debería
pelear, con su vecina Italia, para conseguirlos. En estos momentos no
se puede ceder ante la catástrofe que vivimos y que se nos avecina.
No podemos caer en los graves errores cometidos en la crisis de 2008.
Las dos posiciones están y, a día de hoy 8 de abril, totalmente
alejadas. Los países del Sur tienen que luchar para que no caiga
sobre la ciudadanía los efectos de la pandemia. Sí, hay que salvar,
pero a los servicios públicos, los puestos de trabajo, los derechos
laborales y sociales y comprender la necesidad de nacionalizar
empresas (bienes y servicios, banca, sectores estratégicos). Lo que
se esconde detrás del aplazamiento del Consejo de Europa para tomar
una decisión inmediata, por la urgencia de la situación, demuestra
la insolidaridad (la Europa de los mercaderes) de determinados países
(del norte, más ricos) que anteponen los intereses de las grandes
corporaciones bancarias y empresariales (no deben tener pérdidas) a
la salud y el bienestar de la ciudadanía. Curioso, han sido China,
Rusia y Cuba las que han prestado ayuda de Italia.
Voy
a recoger una voz muy autorizada la de Ángel Gurría, Secretario
General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) que al diario
alemán 'Süddeutsche Zeitung' (eldiario.es, 7-04-20), dijo mostrarse
totalmente de acuerdo con los coronabonos, que considera el siguiente
paso en la integración europea.
¿Tiene
futuro la actual Unión Europea? En las condiciones actuales,
ninguno. Es un barco que se hunde y cada vez hay más capitanes que
abren más brechas para que ocurra. También perderán los países
más ricos si el barco se va a pique, porque dependen mucho de sus
exportaciones a los países europeos. Son muchos los organismos,
analistas, políticos, intelectuales, …que alertan del peligro, que
afirman que esta UE no tiene futuro. Veamos sólo algunos ejemplos:
Olivier Renault,
escritor recoge en su artículo “Tout va s´effondrer maintenant”
(Todo se va a hundir ahora) (Mondialisation, 31-03-2020) lo
siguiente: “Todos
los países de la UE nadan en lo desconocido, porque Bruselas muestra
su incapacidad para administrar la crisis. La UE está muerta”.
Bertrand Badie,
politólogo, especialista en relaciones internacionales, afirmó el 6
de este mes (en CTXT): “Europa
fue el primer muerto del coronavirus”.
Jennifer Rankin,
periodista, recoge en su artículo “Para la UE el coronavirus puede
ser mortal” (eldiarios.es 4-4-20) la opinión de algunos dirigentes
políticos:
Jacques
Delors, expresidente de la Comisión Europea y padre del Acta Única
dice: “la
falta de solidaridad representa un peligro mortal para la UE”.
Enrico
Letta, exprimer ministro de Italia expone: “la
UE se encuentra en riegos mortal por la pandemia”.
Es
indudable, que
la posición de la opinión pública europea (más en los países más
afectados) va depender de la aplicación de una u otra propuesta. La
pandemia ha abierto muchos ojos y ha demostrado a mucha gente que las
políticas neoliberales han fracasado. Como la solución sea
contraria a los intereses de la inmensa mayoría, como no se resuelva
con solidaridad y unión entre todos los países, la ciudadanía
exigirá políticas diferentes y soluciones drásticas, para que no
vuelva a ocurrir lo que padecemos actualmente en futuras emergencias
sociales o humanas.
Como decía Julio
Anguita, muchos años antes, hay que buscar una alternativa a
Maastricht. Para cambiar la situación y beneficiar a la inmensa
mayoría de la ciudadanía es necesario que los países del Sur
(Italia, España, Portugal, …) tomen la iniciativa, den un golpe
sobre la mesa y exijan un cambio profundo, un cambio de rumbo del
barco europeo, todos juntos, hacia un puerto nuevo. Pero si no es
posible, hay que salir y dejar el barco viejo, pero con la precaución
(que no nos pase como a Grecia) de tener preparado y disponible un
plan alternativo, suficientes salvavidas, ante las amenazas y
coacciones que van a proferir las instituciones europeas
neoliberales.
Me interesan mucho sus articulos, pero con el formato y el tamaño de letra, me resulta muy dificil leerlo
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