Remedios Copa
Colectivo Prometeo
En alguna ocasión en 2018
recuerdo haber reflexionado sobre
la perversión moral basada en el mercado, la competitividad y sus leyes,
olvidando que el mercado no existe más allá de la entelequia creada para tratar
a los seres humanos como un material utilizable y de desecho. Un material cuya
utilidad sirve para extraer la máxima productividad y acumulación de riqueza
cada vez en un menor número de población de modo que el 1% de la población
mundial acumule tanto capital como la suma del capital del 99% restante.
Estos datos que años atrás ya apuntaba un representante de
la Banca ética ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, no solo
no se han corregido sino que se agravó la situación de forma vergonzosa.
En el artículo de la semana pasada “Un paseo por la banca”
mostraba la cara más perversa de la especulación financiera y el desprecio de
la banca por sus trabajadores que, como
el resto de los españoles y no solo los de la banca, contribuyeron con su dinero
a rescatar de la quiebra a estas instituciones financieras que ahora se suben
los sueldos escandalosamente y reparten beneficios a los accionistas con una
mano, mientras con la otra ponen en la calle a unos 20.000 trabajadores sin que
se les mueva un pelo.
Es hora de llevar la dignidad humana a la vida social y económica.
El posthumanismo y la inteligencia artificial que nos
ofertan como alternativa de futuro, sobre todo aplicada como el despiadado
fundamento de la nueva economía, es un ataque a la dignidad humana y sus
valores y una carrera sin fin hacia la desigualdad social, la enfermedad mental
y el aumento de los suicidios. Pero claro, como de esto no se habla, parece que
no existe pese a que los expertos y algunos organismos internacionales llevan
tiempo dando la voz de alarma.
En este contexto social tan delicado que nos toca vivir y
ahora agravado por la pandemia, dice Jorge Riechman que necesitamos avanzar
hacia una cultura que se haga cargo de la realidad. Lo que según este
catedrático de Filosofía Moral apunta es el abordaje de la sustentabilidad y
transición ecosocial con otros valores basados en la simbiosis entre humanidad
y naturaleza, una tarea interdisciplinar que aúne los avances científicos con
los humanísticos de los últimos decenios y conduzca al entendimiento.
Estos planteamientos que podríamos encuadrar dentro de lo
que llaman simbioética y que reclaman muchos científicos para avanzar hacia esa
cultura que apunta Riechman, tendrá
grandísimas dificultades para ser implementado en una cultura empresarial como
la nuestra y con una gran parte de la clase política dispuesta a servir sus
planteamientos.
Cuando la Inspección de Trabajo detecta fraude en uno de
cada seis ERTEs que investiga y en las 29.000 realizadas, (de las 36.500
inspecciones previstas), para chequear dichos expedientes de regulación de
empleo han resultado sancionadas 4.500 empresas con multas que suman 22
millones de euros, estamos ante un latrocinio del dinero público y un
comportamiento de vileza moral de esos empresarios que no tiene justificación
posible.
Igualmente es inmoral que se estén difundiendo informaciones
que no se ajustan a la verdad. Me refiero a cuando empresarios o algunos
contertulianos mienten al quejarse de que están pagando las cuotas de S. Social
de sus empleados en ERTE y les mantienen los salarios, cuando la verdad es que
las cuotas tanto empresariales como los salarios y cuotas de esos trabajadores
se están pagando con dinero público.
Nunca un Gobierno había protegido tanto con dinero público a
empresas y trabajadores en situación de crisis como lo está haciendo este
Gobierno de coalición. Tampoco hay que olvidar las ayudas que por primera vez
se han establecido para los autónomos y que ningún Gobierno anterior había
contemplado. Por esa razón es imperdonable que las empresas cometan fraude y
estafen un dinero que es de todos los ciudadanos.
Creo que se deben reconocer los aciertos y enmendar los
errores y en ese sentido, este país tiene mucho que enmendar si queremos llegar
a buen puerto.
Esos empresarios que actúan de forma fraudulenta dañan la
reputación del colectivo empresarial, hacen competencia desleal a los demás
empresarios e impiden que el dinero público llegue y a tiempo a los que de
verdad lo necesitan.
Hay un daño a los trabajadores y a la S. Social cuando se
les mantiene en situación irregular, pero también a la sociedad. En este
sentido es necesaria, yo diría que imprescindible, una toma de conciencia por
parte de todos para no contribuir al fraude del que todos salimos perjudicados.
Si queremos tener futuro como personas, como país y como
sociedad, luchemos por la decencia, la legalidad y la ética. Es un deber tanto
individual como colectivo.
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