lunes, 3 de enero de 2022

La Reforma de la Reforma

 


 

Fuente: Diario de Pontevedra

Remedios Copa
Colectivo Prometeo

 Nos toca despedir el año con la recién estrenada Reforma Laboral "de los Santos Inocentes", como la llaman algunos. Sí, cual si de una burla se tratara, la aprueban el día de los Santos Inocentes.

A veces las casualidades resultan curiosas; tal vez en este caso, cómo en la película "Los santos Inocentes" basada en la novela de Miguel Delibes, nos venga a recordar que la esclavitud laboral en este país está mala de erradicar. No hace falta más que recordar las amenazas que la Ministra de Trabajo recibió de los empresarios agricultores cuando ordenó las inspecciones que confirmaron las situaciones de explotación de mano de obra en el campo, (situaciones de esclavitud denunciadas por organismos internacionales), y se destaparon incluso redes de trata de mano de obra ilegal detectadas por la Guardia Civil. Algo inadmisible en nuestros tiempos en un país democrático.

Que de derogar nada de nada y que aquí manda quién manda, como en la mayoría del Globo terráqueo, está bastante claro; quién tiene el dinero no se presenta a las elecciones porque esa tarea queda para los emisarios de la defensa de sus intereses allí dónde se decide, dónde se legisla y, si la legislación por un casual no saliera a su gusto, quedan los tribunales. Que en este país al apoyo de la derecha a la patronal por parte del PP, Vox y Cs, se suman la derecha vasca y catalana no hay duda y que son fuerzas partidarias de la persistencia del desequilibrio de fuerzas en la balanza de las relaciones laborales es obvio. El PP ya se saltó en su día el acuerdo social entre empresarios y sindicatos, imponiendo su autoritaria Reforma Laboral, una reforma que ahora Casado continúa defendiendo de nuevo en contra de lo pactado por las fuerzas sociales y aprobado por el Gobierno.

Es un asunto ante el que, al igual que otros muchos en este país, falta apoyo en el Parlamento y presión en la calle para que se alcanzase la derogación pactada. Es cierto que se recuperan para los trabajadores ciertos derechos importantes en la Reforma de la Reforma, y también recuperan el espacio los sindicatos, pero la mejor tajada del pacto continúa del lado empresarial. Incluso la ex-Ministra Fátima Báñez considera limitados los cambios de la reforma pactada.

Sin entrar a discutir que, por las razones expuestas, las fuerzas de izquierda en el Gobierno tenían francamente difícil hacer que se cumpliese en este caso lo pactado en la investidura, a ellas es exigible que lo manifiesten sin tapujos, porque ya se sabe que el fuerte no siempre es proclive a cumplir, sobre todo si la disculpa de las exigencias de la UE – que siempre está con la zanahoria y el palo- y una oposición que no ayuda a los intereses de nuestro país en la UE, condiciona los Fondos Next Generation destinados a nuestro país cuyo destino y utilidad, por otra parte, debería haber gozado de un análisis y discusión participativa y transversal para que no sea un dinero perdido en proyectos inmaduros o incluso contraproducentes; pero ese es otro tema.

No voy a entrar aquí en el análisis detallado del contenido de lo pactado en esta reforma de la Reforma Laboral de 2012 porque requiere una extensión superior a la que pueda contener en este espacio. Pero sin duda, ya que los logros no son todo lo satisfactorios que cabría esperar, habrá que procurar que lo conseguido no genere una desmovilización contraproducente que estanque, o incluso retroceda otra vez, en los derechos adquiridos. Además de que aún quedan muchos derechos perdidos, este acuerdo tiene puntos vulnerables que van a requerir vigilancia en su aplicación.

La peor derrota para los trabajadores no está en lo poco o mucho conseguido; está en aceptar de forma resignada y fatalista que rebelarse contra lo injusto es imposible


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