Mural de Diego Rivera |
Juan Balsera
Colectivo Prometeo
Cuando era joven y comencé a militar en el PCE, los interminables debates políticos en el seno del mismo tenían un denominador común al que todos llegábamos: el bienestar de occidente y el de su clase trabajadora estaba sustentado en la explotación del tercer mundo (África, India, Sudamérica, etc); aunque era algo obvio para todos, la mayoría miraba para otro lugar y esta obviedad simplemente se omitía.
Nos hacían creer que éramos los elegidos, los más civilizados, los más democráticos y un largo etc. Los viejos comunistas nos advertían de estos cantos de sirena: no debíamos de aparcar nuestra lucha de clase, no debíamos dejar de un lado a esos trabajadores del tercer mundo, ya que más pronto que tarde se volvería como un bumerang en nuestra contra.
Los Lideres Políticos occidentales estaban pletóricos, nos habían dividido a las clases trabajadoras mundiales y se sentían victoriosos; olvidaron algo elemental: que la caída del muro de Berlín y la globalización que propugnaban emergería con sus contradicciones
.Pensaban que su instrumento estrella de saqueo económico, el control del sistema financiero mundial, les permitiría un control de los recursos mundiales. Además, el bloque soviético era el único contrapoder que existía y una vez desmantelado todo sería coser y cantar. Se olvidaron, como todos los imperios anteriores, de comprender que solo el trabajo colectivo y el desarrollo cultural de los pueblos es el que garantiza a largo plazo la hegemonía y el poder.
Comenzó un proceso de retroceso significativo en el conjunto de occidente de la denominada sociedad del bienestar. Se dejaron de producir bienes y servicios y se deslocalizaba la industria, los centros de producción eran trasladados llevándolos a países más baratos, primero a países del Este, posteriormente a la India, países del sudeste Asiático y China.
La población mundial se ha más que duplicado en este tiempo y los recursos del planeta son escasos y finitos, la pobreza, los recortes y la escasez se abrían camino en nuestros mundos occidentales, mientras que los países anteriormente tercermundistas (China, India, etc.) solicitaban su parte alícuota de poder que a su vez arrastraba a otros países de África y Sudamérica.
Como un arma arrojadiza, la historia nos devuelve lo sembrado a occidente le esperan años de sufrimiento y retroceso, el sueño, la seducción y el engaño tocan a su fin y se convierten en miedos, divisiones, sufrimientos. Es hora de que las clases populares tomen las riendas de su futuro si no quieren recibir en sus propias carnes el galopante empobrecimiento por la creciente escasez de los recursos disponibles.
La guerra no deja de ser un recurso de los piratas y ladrones, para intentar retener un poder que se perdió con anterioridad, como españoles deberíamos trabajar para frenar esta espiral de violencia y destrucción, su prolongación solo traerá más muertes y más miseria a las poblaciones que la sostengan y las alimenten.
Rusia, una vez superado su periodo de desintegración de la antigua URSS, se ha integrado en la sociedad capitalista de forma salvaje, aprendiendo y haciendo suyos rápidamente todo lo peor de nuestra sociedad y sin prácticamente ningún poder interno que pueda balancear ese afán superdepredador propio del capitalismo salvaje. La guerra que estamos sufriendo en Ucrania es, en parte, a causa de este nuevo instinto aprendido por la nueva Rusia postcapitalista, donde está aplicando todas los principios de la postverdad que tantos líderes occidentales han venido propugnando en los últimos años.
Esconder la cabeza será tan inútil como cobarde, lo que tenga que suceder, sucederá, y lo que tendríamos que hacer es prepararnos y preparar a nuestros hijos para afrontarlo, siempre desde planteamientos de paz y no violencia, lo demás será condenarnos al fracaso como pueblo, Anidar en nuestro interior el belicismos que los poderosos están inoculándonos es el llanto del mañana, La prioridad ahora es Despertar, mirar a nuestro interior y afronta el futuro con valentía, sin miedos, con optimismo y sobre todo mucho amor al prójimo.
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