Curso " Derechos Humanos y Democracia".Ponentes |
Remedios Copa
Colectivo Prometeo
Cuando Joe Biden prometió
convertir a Arabia Saudita en un “paria” por el escandaloso asesinato del
periodista del Washington Post, Jamal Khashoggi, residente permanente en EE UU
desde 2008, ganó gran popularidad, sin embargo a día de hoy y ante el sagrado
petróleo, la cosa ha cambiado.
Cuando en julio de 2022
Biden viajó a Arabia Saudita afirmó que su viaje representaba “un compromiso
continuo para defender valores e intereses estadounidenses” pero no hubo una
sola mención a los responsables del asesinato de Khashoggi. Tampoco hizo
mención alguna al de la periodista de Al Jazeera, Shireen Abu Akhleh, de
nacionalidad norteamericana, a la que los soldados israelíes mataron en un
tiroteo en Cisjordania y que, según los periodistas de investigación, en su caso
se constataron signos de un asesinato selectivo por parte de las fuerzas
israelíes.
Esta actitud de Biden en Oriente Medio es interpretada como un mensaje de “impunidad y conspiración compartida”, (tal como señala Murtaza Hussein en un artículo), en cuanto a los asesinatos de ambos periodistas, con tal de afianzar lazos de amistad entre ambos gobiernos cuyos intereses están por encima de DD HH, libertad de prensa o vidas de periodistas que destapen o delaten verdades incómodas que mejor están escondidas debajo de las alfombras.
Está claro una vez más lo
que el petróleo puede conseguir. Arabia Saudita, productora de petróleo, bien
mereció a los EE UU olvidar la virtud en aras del interés. De todos modos la
hipocresía moral de los EE UU cuando se trata de intereses clientelares es muy
capaz de dejar de lado la democracia, la libertad, los DD HH y lo que haga
falta y mirar para otro lado.
Otras situaciones de
riesgo e injusticia que padecen los periodistas son frecuentes en todo el
mundo, siendo México uno de los países con mayor número de periodistas
asesinados y/o encarcelados según se viene registrando en las investigaciones
al respecto.
En la UE y en relación
con periodistas españoles, uno de los casos recientes y más sangrantes es el
del periodista español Pablo González, retenido en la cárcel de Polonia, a
punto de cumplir un año de encierro, aislamiento total e incomunicado sin que
se hayan acreditado cargos para su detención, situación que se viene
prolongando sin justificación alguna y sin que en todo este tiempo se le
permitiera ninguna visita salvo la que su mujer pudo realizar cuando ya Pablo
llevaba 10 meses encarcelado y en una situación de aislamiento que supone una
tortura; tan solo puede salir de su celda a un patio en solitario una hora al
día.
Como la fiscalía polaca
no ha presentado prueba alguna más allá de acusarle de la mera sospecha de ser
un espía ruso, la periodista y escritora Teresa Aranguren se preguntaba
recientemente si lo que estaban esperando era a “fabricarlas”, por eso invita a
combatir ese silencio cómplice que, salvo honrosas excepciones entre las que se
encuentra este medio, se ha venido manteniendo al respecto.
Esta actitud de Polonia
hace pensar en las denuncias y en ciertas dudas que vienen pesando en Europa
sobre el sistema judicial polaco, aunque ahora parece que han dejado de tener
peso y no pocos se cuestionan si ello se debe a que Polonia forma parte de la UE y está considerada baluarte de avanzadilla de la OTAN, (pese a que existen
ciertas resistencias al respecto por parte de algunos países de la U E), y
pudiera estar sujeta a alguna razón de mandos superiores de la OTAN para
decidir sobre el caso porque su información pudiera dejar en mal lugar a
algunos de los supuestamente “buenos” de esta guerra.
Con respecto a las argumentaciones
polacas de que Pablo González pudiera haber estado actuando en Ucrania como
espía ruso, el argumento de su doble pasaporte quedó debidamente justificado
por su doble nacionalidad.
Como ya se dijo en
anteriores ocasiones, se trata del nieto de un “niño de la guerra” español y
vivió en Moscú hasta los 12 años, fecha en que su madre lo trajo a vivir a
España. Su pasaporte ruso como Pavel Rubtsov se debe al hecho de tener un padre
ruso y conservar dicha nacionalidad y el apellido y pasaporte español de Pablo
se deben a su madre.
En cuanto a la acusación
de la policía polaca de que recibía dinero de Rusia como pago por su “espionaje
en Ucrania” cuando se encontraba en el Dombás antes de salir por Polonia,
también está documentado como ayuda familiar que su padre le remitía fruto del
alquiler de propiedades que, como igualmente acredita Teresa Aranguren, los 350
euros eran remitidos a Pablo en España y también a su hermana que vive en
Australia.
La preocupación por la
situación de Pablo va más allá de su injusta situación personal y preocupa
tanto en España como en la U E por la pérdida del derecho a la información que
supone para la población el veto a determinados canales de comunicación y a
recibir información del otro bando de la guerra, como a la propia libertad de
prensa para difundir la información.
El derecho a la información queda vulnerado cuando sobre algo no se informa, se informa deliberadamente de manera incorrecta o incompleta o simplemente se difunden bulos con intención tendenciosa que a lo que conduce es la desinformación real
No hay comentarios:
Publicar un comentario