Intervención Julio. Abril 2006 |
[Con motivo de conmemorarse hoy el 14 de abril, fecha de proclamación de la IIª República Española recuperamos un texto de nuestro compañero Julio sobre la Tercera República. Fue su intervención en las Jornadas Republicanas " Hacia la Tercera República" celebradas en el salón de actos del IES Maimónides de Córdoba que desde el Colectivo Prometeo organizamos los días 21 y 22 de abril de 2006. Pese a los 17 años transcurridos consideramos que merece la pena hacer una relectura pues muchas de las propuestas recogidas en la ponencia siguen manteniendo plena vigencia]
Mesa del Acto. Abril 2006 |
A modo de introducción
Esta ponencia tiene como objetivo exponer y plantear para el debate y sus consecuencias en la práctica una propuesta política: construir la Tercera República española. Y en función de este objetivo queremos hacer una serie de precisiones que lo vayan concretando y perfilando.
1. La Primera República y la Segunda son para nosotros unas referencias históricas indispensables para marcar el hilo conductor del pensamiento republicano así como para red coger y actualizar aquellas aportaciones y propuestas que sirvan para este siglo XXI. Queremos decir que la mayor parte de nuestro esfuerzo debe dedicarse al hoy y al mañana. En consecuencia, la Tercera República española no es otra cosa que el marco económico, social, político, cultural e institucional con que los ciudadanos y ciudadanas de la República se dotan libremente y por el que se consienten para afrontar los problemas y sus son luciones.
Por tanto, el proyecto republicano no debe ser encasillado en función de la terminología referida a espacios en el espectro político, y no sólo por evitar debates marginales y desenfoques programáticos, sino también para dar le a la palabra república una entidad de propuesta que la haga más accesible y llamativa. La república es un modelo de sociedad total e integrador en ámbitos y parámetros totalmente conformes con las aspiraciones expresadas en los grandes documentos y acuerdos internacionales que han recogido la lucha popular por la Libertad, la Igualdad y la Fraternidad.
Por tanto la Tercera República se define por la capacidad y la entidad de su propuesta. Una propuesta que se hace a la ciudadanía, a los colectivos en los que ella se organiza a fin de que se incorporen para construirla. Estamos pues ante una propuesta política que recaba la participación activa de los ciudadanos y ciudadanas para que tanto una corno los otros y otras vayan realizándose en un marco nuevo. En definitiva, la Tercera República no viene, se trae construyéndola.
La Tercera República española
Desde nuestro punto de vista, la propuesta republicana del futuro tiene que abordar dos retos muy importantes: los contenidos de su propuesta y el método para desarrollar el consenso en torno a ellos. Advertimos que cuando utilizamos la palabra consenso nos referimos a aquella propuesta que concita en torno a ella un apoyo social mayoritario en virtud de su entidad, pero también en función de que los valores, actitudes y comportamientos en torno a la misma sean hegemónicos en la sociedad. En consecuencia, planteamos a continuación tres bloques de contenidos:
A. Ejes y contenidos de la constitución de la Tercera Republica española.
B. El proceso constituyente.
C. Algunas propuestas concretas e inmediatas.
Bloque A
Desde nuestro punto de vista, son siete los ejes que vertebran la alternativa republicana. Pasamos a relacionarlos y desarrollar los con brevedad, a fin de que sean enriquecidos y pasen a formar parte del acervo de estas Jornadas.
Una constitución del siglo XXI debe incluir en su articulado como parte esencial la solemne Declaración de Derechos Humanos de la ONU del 10 de diciembre de 1948. En ella se especifican los llamados derechos de la primera y segunda generación: los políticos y los sociales así como la facultad de cualquier ser humano de incidir, preocuparse y demandar soluciones para cualquier lugar del planeta; es una base fundamental para poder establecer las relaciones de un internacionalismo humanitario y transformador. Esta declaración fue desarrollada en 1966 con carácter vinculante para los signatarios mediante el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. En España entró en vigor el 27 de julio de 1977. En ellos se desarrollan los compromisos de los Gobiernos y se incluye —entre todos los derechos— el de la autodeterminación de los pueblos,
En la actualidad hay un debate y una acción socio-cultural importante para incorporar a las dos anteriores generaciones de derechos humanos, los derechos medioambientales. Las declaraciones y acuerdos sobre medio ambiente son abundantes en las Naciones Unidas, pero no han tenido el rango que confiere la Declaración de Derechos Humanos. Es una lucha que debe intensificarse.
Es cierto que en la vigente Constitución de 1978 y en su Título I se incluyen contenidos sociales de lo que se llama derecho tuitivo, y que en su artículo 10 se afirma que se incorporan al derecho español y a la Constitución aquellas declaraciones y acuerdos sobre derechos humanos. No obstante, la propuesta que haremos es que se incorporen en su totalidad, añadiendo partes sobre los derechos medioambientales con carácter vinculante y mayor precisión en su articula- do. Para mayor rigor sería conveniente reflexionar sobre este apartado teniendo delante un texto de la solemne Declaración de 1948 y otro del Pacto Internacional que los desarrolla.
Para concretar en propuestas que expliciten objetivos claros y necesarios proponemos un polinomio que formulamos así:
SPE -r RT + DS + PSP + FP, en el que:
SPE: es Sociedad de Pleno Empleo y ocupación.
RT: es disminución de la jornada laboral y Reparto del Trabajo,
DS: es Desarrollo Sostenible según la primitiva formulación que negaba el concepto de Crecimiento Sostenido.
PSP: es Protección Social Plena.
FP: es Fiscalidad Progresiva.
Recomendamos tener en cuenta a la hora de precisar en un texto constitucional determínados instrumentos públicos para coadyuvar a esta tarea el artículo 44 de la Constitución de 1931.
Democracia Radical y Participativa
Plantear la expresión democracia radical es, en el fondo, una obviedad. Tanto en sentido etimológico como en el de la racionalidad más estricta, la democracia o es radical o no es democracia. No obstante, la degradación del concepto en su aplicación a lo largo de la historia y especialmente desde la Revolución francesa, así como la penuria sobre su desarrollo en la actualidad (la democracia demediada), nos lleva a esta adjetivación.
Cuando planteamos la radica1idad no sólo lo hacemos para indicar que el concepto debe profundizarse en la práctica hasta llegar, en sus últimas consecuencias, a lo que se ha convenido en llamar democracia participativa, sino que también se hace in extenso,’ es decir, el concepto democracia se refiere también a aquellas otras parcelas que le han sido sustraídas: la economía, la cultura, la política en todos sus ámbitos; el funcionamiento de las instituciones, etcétera.
La radicalidad democrática somete a sus decisiones aquellos campos que el pensamiento único ha desligado de la decisión del soberano mediante la sacralización y posterior independencia de tres conceptos: el mercado, la competitividad y el crecimiento sostenido. Es obvio que estas propuestas necesitan de desarrollos concretos no sólo en el marco constitucional, sino también en el conjunto de derechos y deberes ciudadanos inscritos en los ámbitos de participación. Más adelante aparecerá un listado de propuestas sobre esta cuestión,
Sin embargo, no quisiéramos pasar a otra cuestión sin aclarar cuál es la idea central que guía nuestra propuesta. Referirla, siquiera sea someramente, ayudará a moverse con mayor comodidad dentro de ella.
Creemos que la república es la forma más avanzada de democracia y que superarla mediante otra forma de autoorganización supone el agotamiento de todas sus posibilidades. Si aceptamos definir la democracia como «Convenio permanente entre seres humanos libres e iguales para seguir permanentemente conviniendo» , es indudable que en determinado momento ese convenio pase a ser algo consustancial y no reglado. Y eso depende de la capacidad de ir creciendo en conciencia ciudadana, responsabilidad, aprendizaje y libertad. En ese sentido, la democracia no sólo es marco de convivencia, sino también meta, instrumento, ciencia y auto-desarrollo.
Compromiso con la Paz
La Constitución de la Segunda República mantenía en su artículo 6. lo que sigue: «España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional». La existencia del Ejército se mantenía en virtud de la defensa del territorio de la República como consecuencia de una agresión. Era una actitud estrictamente defensiva. Y aún así esa guerra defensiva se mantenía, tal como indicaba el artículo 77. en el marco más estricto de la legalidad internacional, representado por aquel entonces por la Sociedad de Naciones con sede en Ginebra.
Creemos que la paz como objetivo y meta debe ser servida mediante medios concordes con ella. Se trata de ir haciendo girar el concepto de seguridad del campo militar al campo de lo estrictamente civil, Y en ese caso una sociedad segura es aquella que atiende las necesidades de sus miembros y procura establecer mecanismos económicos, sociales, políticos, ideológicos y culturales que conformen unos nuevos valores sociales.
Es evidente que ello nos lleva a afrontar cuestiones tanto en el campo nacional como en el internacional (y por supuesto en el de la UE):
— La pertenencia a la OTAN reestructurada en 1998 sin que las Cortes Generales dijeran nada.
— Los acuerdos hispano-norteamericanos sobre las bases de «utilización conjunta».
— La política presupuestaria de gastos militares: material bélico e I +D+ I.
— Una política educativa, cultural e institucional en la que los valores y comportamientos que configuran una situación de paz sean explicitados continuamente.
— Una política militar con graduación en su ejecución que desarrolle dos objetivos:
a) Una fuerza militar reducida con capacidad de maniobra y de intervención rápida pre- parada para acciones de carácter estrictamente defensivo.
b) La transformación del contingente militar en un cuerpo hiperespecializado para intervenir en misiones de interposición, catástrofes naturales, ayuda humanitaria, etc.
— Una política de paz mantenida consecuentemente en los foros internacionales a los que la República asista o pertenezca.
Laicidad
Queremos en esta hora del siglo XXI y teniendo en cuenta la historia de España, que en el artículo 3.° de la Constitución de 1931, cuando afirmaba: «El Estado español no tiene religión oficial», impone la total separación de las distintas iglesias y confesiones religiosas del Estado. A través de un proceso gradual, pero con fecha límite, el Concordato con el Vaticano será denunciado. La religión no se impartirá en la escuela.
Queremos apuntar algunas ideas acerca de la laicidad.
— La laicidad se apoya en dos pilares: la ética, en sí misma libertad absoluta de conciencia y el estatus cívico que define la separación entre las iglesias y el Estado,
— La laicidad establece estrictamente la diferencia entre dos universos distintos: el interés general y la convicción individual.
— La laicidad es explícitamente consustancial con la república.
— El humanismo laico reposa sobre el principio de la libertad absoluta de conciencia.
— La laicidad dirige todos sus esfuerzos para liberar a la infancia y a los adultos de todo aquel llo que les aliene o pervierta su pensamiento, especialmente de las creencias atávicas, los prejuicios, las ideas preconcebidas, los dogmas, las ideologías opresoras, las presiones de oro den cultural, económico, social, político y religioso.
— La laicidad sostiene el desarrollo del ser humano en el marco de una formación intelectual, moral y cívica permanente, en el espíritu crítico y en el sentido de la solidaridad y la fraternidad,
— El rechazo al racismo y a la segregación en todas sus formas es inseparable del ideal laico.
— En una sociedad laica el único medio de desarrollo social es la integración (diferente a la asimilación), la participación de todos en una colectividad de ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes, Los únicos grupos sociales aceptables reposan sobre la alternativa, la libre pertenencia y la apertura.
— La ética laica conduce inevitablemente a la justicia social: igualdad de derechos, igualdad de deberes, igualdad de oportunidades. La instrucción laica, la escuela, el derecho a la información y el aprendizaje de la crítica son las condiciones de esta igualdad.
Austeridad
Constituye casi un axioma la afirmación de que una sociedad fundamentada en el desarrollo sostenible y en el equilibrio ecológico de la naturaleza, no sólo es alternativa a la sociedad del presente, sino que necesita el ejercicio de la austeridad. El consumismo, el derroche energético y la explotación desaforada de las riquezas naturales son incompatibles con una sociedad que no haga de la consecución del máximo beneficio económico su valor central.
Pero más allá de esta obviedad, planteamos la austeridad como una virtud cívica que debe informar los valores y las actuaciones de todas las instrucciones públicas. Se ha instalado em el serio de la sociedad, y por ende en la mayoría de los grupos, colectivos y personas de las instituciones, la asimilación de la dignidad institucional al boato, lujo, exhibición y aparatosidad. La idea central de que la autoridad se ancla y sustenta en el ejemplo y en la virtud (em sentido jacobino) es considerada como de otros tiempos.
Hay en los presupuestos generales de las distintas administraciones que componen el Estado excesos suntuarios de todo tipo. Pero aún más, excesos en cargos de confianza, subvenciones diversas que fomentan el clientelismo y reduplicación de funciones y tareas con sus equipos humanos correspondientes.
La austeridad informa otro tipo de cultura y de manifestaciones públicas en torno a ferias, fiestas, festejos, porque inventa hacer de la participación y de la superación colectiva el eje de una actividad que, en muchos casos y en la actualidad, se expresa por los cachés de los artistas. La austeridad invierte el papel cultural en el que el espectáculo lo es todo y la participación activa nada.
Induciríamos a error si no dejásemos claro que el concepto austeridad no tiene nada que ver con aquella política económica que emanada de Máastrich y Amsterdam propugna el déficit cero. La austeridad es racionalidad y sintonía entre necesidades sociales y aportaciones presupuestarias e infraestructuras necesarias Campañas electorales, populismos, remuneraciones, contratos blindados, contratas, subcontratas, etc., son también objeto de una política austera. Pero, siendo importante el conjunto de medidas que hemos indicado, es mucho más importante aún la formación de una conciencia cívica que a modo de presión social vaya erradicando el derroche y la exhibición epatante de lo superfluo. La educación, la cultura, los valores ciudadanos y las actitudes de quienes deben ser ejemplos vivientes desde sus responsabilidades pueden lograr una potenciación de esa conciencia.
Una República Federal
La historia nos repite hasta la saciedad que todavía no hemos llegado a un acuerdo acerca de la construcción de un Estado en el que todos sus integrantes, naciones, nacionalidades, regiones, convengan en asumir como propio el conjunto sin reticencias.
España o el Estado español es una construcción tanto más necesaria cuanto más necesaria es la construcción de una Europa federal. Vivimos procesos en los que la emotividad interesada y la manipulación son obstáculos para una búsqueda racional y equilibrada del acuerdo necesario. Desde las posiciones nacionalistas (incluidas las que mitifican la historia y sacralizan el nombre de España) hasta la invertebración de las políticas de campanario y aldeanas, en esta cuestión hemos vivido de consignas, lugares comunes y tópicos.
Desde la serenidad, la información y el debate reposado, debemos asumir que la sociedad española, o si queremos de las Españas, es la única que podrá poner punto y final a una pugna a veces interesada porque desvía la atención de los conflictos económicos entre poseedores y desposeídos,
Esta propuesta parte de una voluntad de construcción libre, voluntaria y democrática, ¿Cómo queremos que se vertebre este conjunto social e histórico-colectivo que hemos llamado España o Estado español? Decía Eliseo Reclús que el federalismo estaba escrito en la geografía y en la historia de España. Nuestra propuesta federal parte de un reconocimiento sin ambages del derecho de autodeterminación. La formulación del mismo está reconocida por el Gobierno español al firmar el Pacto de los Derechos Políticos y Sociales de las Naciones Unidas de 1966. Debido a la inercia del rechazo, se pone el acento en la posibilidad de la secesión o separación sin caer en la cuenta de que también puede servir para todo lo contrario; el problema estriba en que contenidos concretos motivan y consolidan a las mayorías sociales.
La construcción del acuerdo debe partir de una serie de premisas a nuestro juicio funda- mentales y aplicables a todas y cada una de las federaciones, nacionalidades y regiones:
1. Los territorios que acuerdan federarse para construir el nuevo Estado aceptan como patrimonio común los siete ejes que desarrollan la propuesta republicana. El desarrollo legislativo de los mismos corresponde a las Cortes Generales de la República y el desarrollo al Gobierno federal.
2. El Estado tiene tres administraciones: la general, la de cada federación y la municipal.
3. La provincia desaparece y se procede a la comarcalización de cada federación.
4. En la atribución y ejecución de las competencias, se tendrá siempre en cuenta el principio de subsidiariedad.
Una Europa Federal
Por principio político, por sintonía con la realidad presente y futura y por proyecto de futuro, la Tercera República española debe hacer suya una propuesta de construcción europea de estructura federal. Sabemos que una tarifa de esta enjundia no es fácil, pero tampoco debe nacer con vocación de inferioridad o sentido de fracaso anticipado; es cuestión de saber conectar con afinidades, necesidades, urgencias y sobre todo con aquellas propuestas que abran el camino di- senado por las contradicciones de todo tipo.
Planteamos un proceso de construcción federal de Europa sobre dos ejes:
1. Impulsar un proceso constituyente europeo con cinco sujetos:
— El Parlamento europeo.
— Los parlamentos estatales (y en nuestro caso con la concurrencia de los de las federaciones).
— Los pueblos europeos.
— El Consejo Europeo.
— La Comisión Europea.
7. Utilizar como materiales para sistematizar y desarrollar en una futura Constitución euros pea fruto del proceso constituyente anteriormente descrito, los siguientes grandes tratados:
a. La solemne Declaración de Derechos Humanos de la ONU y los Tratados que la desarrollan.
b. La Carta Fundacional de las Naciones Unidas.
c. La Carta de París de 21 de noviembre de 1990.
d. Los textos de la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea (CSCE).
e. Los tratados constitutivos de la CEE.
f. La Carta Social Europea
Bloque B
Expuestos los ejes en torno a los cuales pensamos que debiera organizarse el consenso sobre la Tercera República, queda una cuestión tan importante o aún más que todo lo anterior. ¿Cómo? Hemos señalado con anterioridad que la República no viene si no se la trae y que, además, la República no es sino un marco de relación entre ciudadanos y ciudadanas que lo aceptan en la medida en que les permite crecer en valores, solucionar dificultades, afianzarse en la libertad y la democracia y encontrar cauces y vías para la solidaridad y el diálogo
Constituye una verdad de perogrullo el que no hay República si no hay republicanos y republicanas, y éstos no se improvisar ni se hacen de la noche a la mañana. La dificultad actual con la que podemos encontrarnos es, en muchos casos, pasar del estadio de deseos, nostalgias y esperanzas al de contenidos asumidos, desarrollados y ampliados permanentemente. Y a la par entrar en un proceso personal y colectivo en el que el ejercicio en la cotidianeidad de nuevos valores concordes con el proyecto republicano sea el cañamazo fundamental en el que se teje la urdimbre republicana,
A este proceso y periodo de tiempo necesario para crear las condiciones que gestan la Tercera República lo hemos denominado proceso constituyente.
El proceso constituyente
Señalamos a continuación una serie de enunciados que a nuestro juicio conforman este proceso:
1. La participación política tanto institucional como social, ideológica y cultural no se circunscribe únicamente al funcionamiento partidario.
2.El ciudadano y la ciudadana, personal y colectivamente, son también sujetos de la actividad política.
3.En el caso del proceso constituyente (como en otros), la actividad es transversal a las distintas organizaciones.
4. Hay que admitir e incentivar la pluralidad de sujetos e instancias.
5. Proponemos el documento resultante de este proceso como el que sirva para iniciar el de- bate y a la vez que se enriquezca, vaya agrupando en torno a él a la creciente base social del proyecto republicano.
6.Tengamos presente que el proceso constituyente culmina con la proclamación de la Tercera República, basada en una Constitución que con anterioridad a su aprobación y promulgación está ya redactada en el imaginario colectivo. Al constituyente le vendrá dada en sus contenidos.
7. Si el proceso ha sido así, la base social que lo ha protagonizado no se «disuelve» en los actores institucionales, mediáticos o estrictamente políticos, sino que se estructura para una nueva función de seguimiento, participación, apoyo o rechazo al desarrollo de la andadura republicana.
8, Como estamos comprobando, el proceso constituyente es un periodo de reflexión, concienciación, participación y creación. Procesos como éstos no cuajan si al aire de los mismos no hay movilización (entendida ésta como propuesta más apoyo con entidad). En consecuencia, en todo este periodo las actividades movilizadoras se podrán desplegar en torno a:
— Debates en torno a propuestas consideradas de entidad republicana en el sentido que venimos afirmando.
— Jornadas, exposiciones, publicaciones, fiestas republicanas, etcétera.
Publicaciones en las que la República quede cómo garante de propuestas sociales. No olvidemos que estamos precisando hasta el cansancio que la República no es un simple cambio en la forma del Estado, sino del Estado mismo.
— Movilizaciones al aire de las propuestas que se relacionan al final de este documento: iniciativas legislativas populares, referendos y posicionamientos ante las instituciones, la Constitución de 1978, la Monarquía y quienes la representan, etcétera.
— Pero, sobre todo, hay una idea que debe ser asumida y proyectada con toda la fuerza posible: la Tercera República es para el siglo XXI, hablamos de creación, de convocatoria para la misma, de futuro con nexo en el pasado, pero de futuro.
Bloque C
Algunas propuestas concretas e inmediatas
La reforma constitucional que se avecina, el fin de la Transición y el diseño final del mapa autonómico van a ofrecer singulares ocasiones de poder intervenir mediante propuestas que vayan precedidas de debate y elaboración al aire del proceso constituyente. Veamos algunas:
— Que cargos públicos prometan o juren la vigente Constitución «por imperativo legal».
— Explicar el origen de la Monarquía juancarlista y los avatares de la Transición sin reparo alguno de nada o de nadie.
— Explicar y promover mediante firmas una serie de propuestas como las siguientes:
1. Una ley electoral estrictamente proporcional con un Colegio Nacional de Restos,
2. Hacer de cada federación una circunscripción electoral única para las elecciones generales y las de federación.
3.Transformar el Senado en Cámara Territorial dejando de ser de segunda lectura,
4. Transformar la moción de censura de constructiva en directa mediante mayoría absoluta.
5. Los ministros podrán ser censurados y revocados tras el pertinente debate y votación.
6.El fiscal general del Estado debe ser nombrado por las Cortes Generales.
7. El actual desarrollo de la inmunidad parlamentaria debe restringirse.
8. Debe legislarse para impedir la concentración de la propiedad sobre los medios de comunicación.
9 Se aplicará un código ético del cargo público.
10 La figura del Defensor del Pueblo o cambia totalmente en sus funciones y operatividad o se crea un Consejo Ciudadano Federal con capacidad para opinar en debates, emitir informes que recojan el sentir de la ciudadanía y evaluar la actividad institucional.
11. Los medios de comunicación de titularidad pública serán accesibles de manera reglada a colectivos y entidades ciudadanas además de a los partidos políticos y sindicatos.
12. Las instituciones incentivarán mediante normas y reglamentos la participación ciudadana en todos los ámbitos y terrenos. Los consejos ciudadanos deberán tener un papel importante tanto en derechos como deberes.
13.La revocación de cualquier cargo público puede realizarse a instancias de iniciativa popular con los requisitos marcados por ley,
14. El referéndum será vinculante.
15. La iniciativa legislativa popular necesitará de menos requisitos para coronar propuestas.
Julio Anguita fue un gran parlamentario, una persona muy cultivada y de
ResponderEliminargran honestidad personal.
Dicho esto, desde el respeto, Anguita quedó hibernado en un modelo comunista fracasado. Algunas de sus propuestas, como esta pro república, están alejadas de la realidad política. Anguita fue un idealista, y no aceptó el fracaso de los partidos comunistas. Aceptarlo sería, para él, como aceptar su propio fracaso.
Otros dirigentes comunistas vieron el fracaso del marxismo y mutaron a la socialdemocracia: Carrillo, Cristina Almeida, Soto, Herminio Trigo, Jorge Semprún, Rosa Aguilar, Diego Garrido... Julio se quedó políticamente momificado.
Sus seguidores, más allá del devocionario anguitista, deberíais de reflexionar sobre la inutilidad del dogmatismo y avanzar hacia posiciones realistas socialdemócratas.
Supongo que no lo harán, y así osea irá en política.
Julio Anguita nunca traicionó a la clase obrera, como hicieron estos personajes citados por este socialdemócrata de boquilla.
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