Pepe Aguza
Colectivo Prometeo
Uno de los nuevos retos que afrontan la historia y la información, son las últimas formas de manipulación gráfica, más allá de la palabra.
Si el ciudadano crédulo cuya vía de información son los medios de comunicación interesados (prensa, televisión, redes, etc.) o las tertulias de las tabernas, se deja manipular sin cuestionar los datos o razonar, difícilmente podrá conocer la realidad, aceptando los más peligrosos bulos.
A lo largo de la historia, se han eliminado o manipulado imágenes con el propósito de incidir en la opinión de la sociedad.
La polémica suscitada por la portada y fotografías del diario El Mundo, del pasado martes 4 de abril, no es algo nuevo, sin embargo lo más peligroso, es la nueva forma de influir en las mentes de los incautos lectores, a través de las nuevas tecnologías.
Sin dudar de los beneficios que la Inteligencia Artificial puede aportar en todos los ámbitos de la vida, también es cierto que su mala utilización puede causar enorme perjuicios al ser humano, ya sea por errores, manipulación intencionada o por la propia automatización de los programas, provocando gravísimos efectos materiales o intelectuales.
La Inteligencia Artificial está transformando por completo las vidas de los seres humanos y su utilización para interferir en ellos es algo intolerable y un atentado gravísimo a la libertad individual y los derechos de las personas.
Por encima de la velocidad de creación de la inteligencia artificial, siempre estará la inteligencia humana, que aunque más lenta y sujeta a posibles errores, tiene la capacidad de pensar, siendo la creadora de aquella, dependiente de sofisticados programas informáticos, capaces de imitar la función cognitiva el ser humano.
La utilización de la inteligencia artificial, abre un futuro impensable de aplicaciones, como ya anunciaba John McCarthy en 1956, cuando la definió como “la ciencia e ingenio de hacer máquinas inteligentes, especialmente programas de computo inteligente”, lo que supone su utilización en campos de las ciencias de computación, datos informáticos, de las finanzas, de la comunicación, la salud, la producción y la economía, la seguridad o la robótica, lo que además de sus enormes beneficios para la sociedad, también aportarán otros tantos perjuicios en la balanza de repercusiones negativas, a la protección de datos, la privacidad, discriminación y especialmente el desempleo.
Los próximos años, la utilización de la Inteligencia Artificial pondrá en riesgo más de la cuarta parte del empleo que se realiza en la Eurozona y los Estados Unidos, cerca de 300 millones de puestos de trabajo de los mercados laborales.
Según informes de agencias especializadas, entre el 25 y el 50 % de los trabajos realizados por personas, podrán ser reemplazados por inteligencia artificial en Europa y el mundo industrializado.
No es necesario acudir a grandes empresas y multinacionales, ya podemos apreciarlo en cajeros, supermercados, gasolineras e incluso bares y restaurantes, donde robots atienden y sirven a la clientela, de forma totalmente automatizada, sin necesidad de presencia humana.
Hace décadas que la ficción superó a la realidad. Películas como “Ciudadano Kane” de Orson Welles en 1941, “2001: Una Odisea en el espacio” de Stanley Kubrick en 1968 o más fantástica aún, “Terminator” de James Cameron en 1984, donde la manipulación informativa, o la inteligencia artificial de una máquina creada, disponía de sistemas informáticos que consideraba al ser humano como una amenaza a la que hay que eliminar, iniciando un holocausto nuclear para acabar con la raza humana, y más recientemente cintas como la española “Territorio comanche” del director Gerardo Herrero en 1996, sobre la guerra de Bosnia, basada en el libro de Arturo Pérez Reverte, sobre el enfoque que la prensa da a las noticias de guerra en países en conflicto, igual que el fantástico documental de John Pilger, “La guerra que no vemos” de 2010, sobre la manipulación de las guerras imperialistas en el siglo XXI, “Buenas noches y buena suerte” de George Clooney en 2005 sobre la lucha de unos periodistas contra la caza de brujas del senador Joseph McCarthy o “Spootlight” sobre la pederastia en la Iglesia Católica, de Tom McCarthy en 2015, son algunos de los muchos ejemplos de filmes de denuncias del poder manipulador de la prensa o del poder de decisión de las máquinas y sistemas informáticos, que hoy está claro superan a la realidad.
Sobre nuestras cabezas, en el cielo, miles de satélites vigilan y controlan no sólo el firmamento, si no la capacidad de movimiento de los países, sus fronteras y sus ciudadanos, de forma totalmente automática.
El aviso del reportaje del periodista Rodrigo Terrasa, pretende cuestionar los riesgos que suponen la utilización de la inteligencia artificial y su uso, que más de 3000 personalidades y autoridades de la ciencia, piden se establezcan protocolos de seguridad.
Existen multitud de programas informáticos, capaces de manipular y distorsionar la información, como ya demostró el grupo satírico-político United Unknown, capaz de crear imágenes como las aparecidas en la prensa de Alberto Núñez Feijoo y Pedro Sánchez alternando alegremente en un bar o las del ex-vicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias paseando por la calle junto a Santiago Abascal, cogidos del brazo y muy sonrientes.
Son auténticos ataques a la democracia y al derecho a una información veraz.
No han pasado veinte años, en que la desinformación y la manipulación de la derecha española metió a nuestro país, de la mano de su presidente, José María Aznar, junto a George W. Bush de Estados Unidos y Tony Blair del Reino Unido, en una guerra ilegal contra Irak, rompiendo el orden mundial, acusándole de poseer armas de destrucción masiva, que nunca existieron, como ocurre actualmente por otros motivos con la Guerra de Ucrania, donde las imágenes que se distribuyen, en multitud de casos son de dudosa credibilidad.
Algunos países, preocupados por la desinformación, ya piden establecer protocolos de seguridad en inteligencia artificial, antes de editar imágenes que podrían ser falsas y Europa quiere estudiar fórmulas para obligar a marcar el contenido generado por estas tecnologías.
Italia por ejemplo ha prohibido el programa ChatGPT para cumplir con la privacidad de datos.
Sin embargo la solicitad de patentes para la implementación artificial, en la última década llega a un incremento del 400 %, algo totalmente alarmante, lo que podría afectar negativamente generando desempleo, falta de información veraz, falta de transparencia y perfiles falsos, algoritmos discriminatorios o el dominio de grandes multinacionales y empresas tecnológicas.
Existen multitud de plataformas con herramientas de inteligencia artificial como NeuroGen, Latent Difussion, Dall-E, Craiyon.com o Starrayai para generar imágenes, donde textos, voz o teléfonos móviles son el medio suficiente para su creación.
En conclusión, podemos afirmar que las posibilidades de la Inteligencia Artificial son infinitas y muy favorables, pero nunca debemos olvidar que son programas y máquinas creadas por la mente humana, mucho más perfecta, que tiene la facultad de pensar y por tanto deben de ser usada de forma racional, siendo conscientes de su gran rapidez y de los datos proporcionados para su correcto funcionamientos, así como de la intervención humana para configurar sus sistemas, debiendo tener un férreo control de sus protocolos de seguridad por parte de las autoridades competentes.
Pepe, gran columna como siempre.
ResponderEliminarPero de dónde sacas tiempo para escribir sobre todo, desde religión, sanidad, politica, sociología y tantas cosas?
Eres un erudito por lo que te leemos.
Un abrazo, Pepe.
Oye, una cosa para ti. Te acuerdas de aquel facha con iniciales J.L.T., con el que tuviste aquella polemica. Pues hemos visto que este señor es judio y se pasea por el hospital con la gorra de esta gente. Nos han dicho que está en la extrema derecha más franquista y más radical. Que verguenza de persona, y saber que estuvo infiltrado en Cordoba Laica. Vaya chusma fascistoide.
ResponderEliminarDa terror pensar que los grandes poderes usen la IA para explotarnos aun mas.
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