Remedios Copa
Colectivo Prometeo
¡Cómo se te añora, Julio
Anguita!
En medio de la tormenta
post electoral del día 28 tampoco se puede decir que haya llegado la calma
porque, ante el anuncio de la inminente convocatoria de elecciones generales,
la derecha retoma su campaña de acoso y derribo a la figura de Pedro Sánchez y
el odio y la agresividad afloran con más virulencia que nunca.
No faltan quienes se
atreven a afirmar que Sánchez no reconoce el triunfo de la derecha. Nada más
lejos de la realidad, pues aunque las elecciones celebradas no eran unas elecciones generales,
Sánchez ha leído el resultado de la voluntad popular manifestado en el triunfo
de la derecha en las elecciones del día
28 y como demócrata, en lugar de perpetuarse pegado al cargo lo somete a
votación popular, porque el pueblo es quien tiene el poder.
Recordemos el verso de
Zeca Alfonso que afirma “o povo é quem mais ordena” a cuyo grito el Movimiento
de la Fuerzas Armadas de Portugal inició la revolución, once minutos después de
que se emitiera en Rádio Renascença la canción “Grandola Vila Morena”, escogida
para ser la señal de la Revolución de los claveles el 25 de abril de 1974.
Para quienes no entienden
que el pueblo español votara al PP, “un partido que ni siquiera tenía programa”
y que todo lo centraba en acabar con el sanchismo existe, cuando menos, una
explicación aunque pueda contener varios matices.
La derecha sí tiene un programa y aunque no todos lo conozcan, (porque tal vez resulte mejor no explicitarlo demasiado), sus votantes son fieles y no les van a cuestionar. La derecha está unida por intereses y eso es mucho más vinculante que las ideologías. En cambio la izquierda es mucho más puntillosa con los matices ideológicos y, por sutiles discrepancias conceptuales, pueden mantener discusiones que den a la opinión pública la sensación de inestabilidad, sobre todo cuando la oposición aprovecha esas discrepancias para desacreditarlos y manipular a la opinión pública en los medios de comunicación cuya mayoría controla.
Hay que reconocer que la
izquierda indirectamente le ayuda a conseguirlo porque no siempre maneja bien
la comunicación, se expone mucho más en sus desacuerdos e incluso se divide por
dicha causa. Y ya se sabe, divide y vencerás; divídete y perderás, sobre todo
con el sistema electoral español que castiga duramente a los grupos
minoritarios exigiéndoles un número muy superior de votos para obtener un
escaño.
¡Cómo se te añora, Julio
Anguita! Me consta que estos días muchas de tus enseñanzas están siendo releídas.
Esperemos que en el futuro sean bien entendidas y aplicadas.
Pero volviendo al tema
del programa, eso que tanta relevancia tiene en las enseñanzas de Anguita, el
programa pactado por el Gobierno de coalición era consensuado, conocido,
detallado y explícito. Recordemos algunos de los puntos, nada baladí por cierto
para los intereses de la mayoría social y sobre todo para la clase trabajadora
y los más desprotegidos. Un programa que considero, vistos los resultados, que
muchos han olvidado. Y eso me recuerda el comentario de un amigo sobre que “la
gente olvida por lo que debe luchar y a quién debe votar hasta que la muerde el
hambre y ve desaparecer sus derechos”.
El Gobierno democrático
de coalición llevó a cabo en su programa medidas como la subida del salario
mínimo interprofesional de 600 euros a 1080 en 2023; derogación de los aspectos
más lesivos de la Reforma Laboral de Fátima Báñez; aprobó la Ley 12/2023, de 24
de mayo, por el derecho a la vivienda y el límite a los precios de alquiler; la
Ley 19/2021, de 20 de diciembre, estableciendo el ingreso mínimo vital y la
prevención del riesgo de exclusión social; la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de
septiembre, de garantía y protección integral del derecho a la libertad sexual
y la erradicación de todas las violencias sexuales; el Plan Operativo para la
protección de los Derechos Humanos de Mujeres y niñas víctimas de trata y
explotación sexual; bajada del IVA en determinados productos entre ellos los de
higiene femenina, preservativos, medicamentos, etc.
No vamos a seguir
enumerando los cumplimientos de programa del sanchismo o la importancia de las
leyes que estaban a punto de aprobarse como la de defensa del cliente
financiero, el derecho al olvido de los pacientes de cáncer, entre otros
proyectos que se ahora se pierden. Recordemos la subida de las pensiones
conforme al IPC, (un 8% frente al 0,25% establecido por el PP, y manteniendo las
pagas extras que el PP pretendía eliminar), o la Ley de pensiones y la exención
de los pagos impropios que se cargaban a las cotizaciones de la S. Social…
Tampoco se llevará a delante la auditoría para que se devuelvan al Fondo de
Pensiones los 140.000.000.000 de euros
de la S. Social que fueron destinados a otros gastos del Estado y a
prestaciones no contributivas, según acreditó el Ministro Escrivá.
No quiero aburrirles ahora
con el dinero que este Gobierno de coalición destinó a los ERTEs y a otras
necesidades surgidas durante la pandemia; sanidad, educación o bienestar, ni de
los 20.319 millones de euros destinados a políticas públicas para hacer
efectiva la igualdad entre hombres y mujeres.
Es cierto que al PP no le
hizo falta hablar de ningún programa para ganar votantes. Tan solo habló de
acabar con el sanchismo. Pero eso sí es tener programa, porque como ya venían
afirmando los dirigentes del PP, todas esas leyes las van a derogar cuando
ellos tengan el Gobierno. Junto a la derogación de todas las leyes de ese
período, eliminarán los impuestos aplicados a las energéticas y como anuncia
Feijoo, se les devolverá lo pagado. También bajarán los impuestos a los ricos
tal como siempre han prometido, (con lo cual habrá menos dinero para sanidad,
educación, dependencia…), y como es de esperar, el dinero correrá para la
enseñanza concertada en detrimento de la pública. ¿Cómo que el PP no tenía
programa?
Como muestra de que el PP
habla en serio y ese es su programa, hemos visto ya su proyecto para Doñana y
las portadas en la prensa gallega en las que la Xunta asegura estar abierta a
“estudiar” el cobro de tasas por gastos de estancia en el hospital. Feijoo
admite que se pueda plantear una cuota por “comer, dormir o ducharse”.
Ahora toca deducir,
valorar y volver a las urnas.
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