viernes, 26 de abril de 2024

El triunfo de la Maldad

Joos Van Craesbeeck: Las tentaciones de san Antonio



Remedios Copa
Colectivo Prometeo

Decía en una entrevista Oscar Mijallo, reportero internacional de TVE y testigo de los principales conflictos bélicos de los últimos 20 años, que “cuando no se limita la inclinación violenta del ser humano aparecen los monstruos”. “Lo que estamos viviendo en Gaza es prácticamente apocalíptico” y esto lo afirmaba hace más de tres meses, cuando lo peor aún estaba por llegar.

También por entonces el Coronel Pedro Baños afirmaba “La barbarie se ceba en la Franja de Gaza y el mundo parece abocado a una nueva guerra fría”. Lo peor es que la evolución de la situación a la que unos Gobiernos e Instituciones irresponsables están impulsando, con sus afanes bélicos y continuas provocaciones a otros países, no es a una guerra fría, (en la que ya nos han metido), sino a una guerra mundial.

Cuando comenzó la guerra en Ucrania, una guerra iniciada en 2014, con la preparación previa de los EEUU para desbancar a un Presiente pro-ruso,  provocando un conflicto nacional que mantuvo desde entonces al país divido y enfrentado entre Kiev y el Donbás, territorio que sufrió los ataques continuos del ejército de Kiev desde 2014, la guerra no salió de sus fronteras hasta que la continua provocación de la OTAN y su incumplimiento de los Acuerdos de Minks motivó la intervención de Rusia en los territorios del Donbás.

Ninguna guerra se entiende si no se buscan sus raíces y lo mismo ocurre con lo que está sucediendo en Gaza. La agresión de Israel sobre la Franja de Gaza no comenzó con el ataque de Hamás a Israel el 24 de febrero de 2024, causando 1.200 muertos en territorio israelí. Ese ataque estaba provocado por las continuas agresiones de Israel a la población de Gaza durante 75 años, período en el que se calcula que Israel asesinó a más de 14.000 gazatíes civiles, destruyó sistemáticamente sus casas, sus infraestructuras, sus cosechas, invadió su territorio con colonos israelíes hasta convertir Gaza en el lugar más superpoblado del mundo y, por si eso fuera poco, controlaba a su población de tal modo que Gaza fue definida como una cárcel de palestinos a cielo abierto. Eso por no hablar de los miles de palestinos, incluidos niños, retenidos indefinidamente y de forma arbitraria en cárceles en Israel en condiciones inhumanas de maltrato y transgresión de los DD HH, sin que el Gobierno de Israel atendiera a las peticiones de Palestina al respecto.

En cualquier caso, el exterminio de la población de Gaza que Israel está llevando a cabo utilizando el hambre y la sed como armas de guerra contra la población civil, arrasando escuelas, hospitales, campos de refugiados y asesinando a sanitarios, periodistas y miembros de organizaciones de ayuda humanitaria, es la absoluta aberración del ser humano y, que Israel y EEUU desacaten las resoluciones de la ONU y desoigan el clamor mundial por el alto el fuego deja a la población civil del mundo en manos del terror de unos gobernantes psicópatas que solo obedecen a razones económicas y afán de poder personal sin límites.

Quienes hayan pensado que la globalización nos iba a traer un mundo mejor y que los intercambios comerciales y las nuevas tecnologías harían un mundo feliz que en lugar de las armas utilizaría el diálogo estaban muy equivocados.

En pleno siglo XXI, son más de 114 millones las personas que se han visto obligadas a abandonar su hogar  y de los 35,3 millones que forman parte de los refugiados el 41% son menores de 18 años.

Los expertos en geoestrategia consideran cuatro frentes de la actual guerra fría: Europa del Este, Ino-Pacífico, África Subsahariana y Oriente Próximo.

Atrás quedan muchos muertos por el camino y si volvemos a Gaza, a día de hoy se pierde el cómputo de los asesinados pero se han registrado en torno 35.000 en esta última etapa y más de 10.000 desaparecidos bajo los escombros; esto  es sin contar los de la ofensiva final de estos últimos días.

La manifestación silenciosa del día 20 en Vigo por el alto el fuego y el reconocimiento del Estado Palestino, conforme exige la resolución de la ONU y piden unos pocos países, entre ellos el Presidente de España, solo llevaba banderas de Palestina y su organización contó con el apoyo de 34 organizaciones políticas, sindicales, vecinales, culturales y solidarias, así como la Comisión Ciudadana pro Palestina.

Pero pese a todos los clamores los amos del mundo no están dispuestos a bajarse de su caballo de guerra y a cualquiera que quiera posicionarse a favor de la Justicia y de la Paz o terminar con la corrupción lo desmontan del Gobierno, por legítimo que sea. Hoy, y en nuestro caso concreto, le toca la flecha a Pedro Sánchez y, además de la derecha más recalcitrante de nuestro país, detrás está el apoyo de la mano negra de los EEUU; no hay más que leer alguna prensa estadounidense de ayer que, aunque no ve la vulneración de DD HH en Gaza, (y en otros lugares), acusa al Presidente de España de no respetarlos aunque sea el único de la U E que alza la voz por ellos. Tal vez por eso está en la picota.

La difamación sin fundamento y las denuncias basadas en meros bulos publicados por medios de comunicación indignos y afines a los intereses de determinados partidos, cuando no exista a priori prueba objetiva alguna que los fundamente, o el intento de crear pruebas falsas contra alguien, son delitos cuyas consecuencias deben pagar quienes los cometen. No es admisible el daño que nos están haciendo a todos con estos comportamientos que pervierten la política, arruinan la imagen del país, destruyen la vida de personas además de herir de muerte la democracia y la confianza en las instituciones del Estado.

Tal vez por eso la ciudadanía tendrá que reaccionar y salir a la calle, igual que por Palestina, en este caso por la dignidad y el respeto a la democracia, por el fin de la corrupción y de la siembra del odio, del acoso a políticos de izquierda y a Presidentes del Gobierno legítimamente elegidos por el pueblo en las urnas.

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