Playa de Samil.Vigo |
Remedios Copa
Colectivo Prometeo
Con el grito “¡Viva la vida! ¡No a la guerra!” nos reunimos (Playa de Samil en el día de ayer,18 de julio), en la concentración solidaria a la que la plataforma Vigo con Palestina convocaba para que quienes todavía podemos disfrutar del plácido verano y movernos con libertad sin la angustia y el miedo permanente que está sintiendo la población palestina, no olvidemos ni permitamos que nadie olvide el terror que otros seres humanos como nosotros están viviendo.
Hoy son otros los seres
humanos que están padeciendo el temor a las bombas, que no tienen comida, ni
agua, ni asistencia sanitaria, durmiendo hacinados a la intemperie y viendo como a su alrededor van
muriendo de inanición y enfermedad y
heridas los que aún no han sido
aplastados por las bombas, a sabiendas de que no hay sitio seguro para sus
vidas ni les permiten escapar del exterminio. Nosotros, que podemos movernos
con libertad sin sentir la angustia y el miedo permanente que está sintiendo la
población palestina les debemos el grito que ellos no pueden dar. Se lo debemos
mientras nosotros aún podamos gritar.
No olvidemos que ni los palestinos son los únicos que sufren ese horror en el mundo ni nosotros tenemos garantías de que vayamos a estar a salvo de ser reos de la guerra y el horror similar al que ahora sufren otros. Y aunque estuviésemos a salvo, por ética, humanidad y empatía, no podemos permanecer callados ante la sordera de quienes les masacran y ante la de quienes continúan manteniendo relaciones con Israel y suministrándole armamento para la masacre en una Palestina ocupada, colonizada durante más de 70 años, “un pueblo secuestrado, un enorme campo de exterminio”, y ahora, en vías del exterminio total por parte de Israel.
Quienes ayer disfrutaban
de una plácida tarde junto al mar, pudieron escuchar el grito solidario de
quienes no olvidaron tampoco el terror de esos otros seres humanos que mueren a
diario en ese mar Mediterráneo, huyendo del expolio y las guerras y la hambruna
en sus países, cuyas riquezas son expoliadas por los intereses de grandes capitales
extranjeros que manejan a sus gobiernos en la sombra. Quienes gritaron desde el
fondo de su corazón no quieren ser, con su silencio, cómplices de esas
tragedias.
“Venimos aquí, hoy, para
negarnos a olvidar lo más elemental de
aquello que nos hace humanos: no aceptar nunca la la muerte, el maltrato o la
inanición de la infancia”, afirmaban, “Los que ahora mueren, quedan mutilados,
marcados con miedo permanente en la mirada, con sus vidas para siempre
truncadas, son nuestras hijas e hijos; hijas e hijos de la humanidad entera.
Son los hijos e hijas de Palestina, nuestros hijos. Neguémonos activamente a
continuar esta masacre. Nos va la humanidad, la decencia, nuestra propia
identidad en esa lucha contra la barbarie”. Y concluían con el grito de ¡Viva
la vida! ¡No a la guerra! ¡No al genocidio del pueblo palestino!.
Lo que resulta increíble
es la desfachatez de líderes y gobernantes ante el clamor de la ciudadanía en
pos de los Derechos Humanos y la Paz. Existe un amplio rechazo a la escalada
bélica y al apoyo a la industria armamentista, pero los gobernantes no dejan de
aumentar presupuesto estatal para esas áreas, en detrimento de la educación,
sanidad, dependencia u otros aspectos necesarios a tener en cuenta para la
vida, como es el cuidado del medioambiente; hacer frente al cambio climático,
fomentar la sostenibilidad moderando el crecimiento y el consumo, entre otras
cuestiones que sí son prioritarias para la vida y la salud de las personas. Sin
embargo se está haciendo todo lo contrario en aspectos vitales para la
humanidad, desvirtuando incluso el contenido de la Agenda 2030 que se está
convirtiendo en un derroche de dinero público en manos de grandes corporaciones
cuyos proyectos vendidos como verdes y sostenibles, ni son verdes ni se
sostienen ante el mínimo examen técnico objetivo. De todo esto tenemos ejemplos
muy ilustrativos que atañen a nuestra tierra.
Pero volviendo al rechazo
a la militarización y a la guerra, hojasdebate.es publicaba en junio el
manifiesto firmado por varias organizaciones “Por una Europa de la distensión,
la paz y la seguridad compartida”, movidas por el comportamiento de los líderes
políticos abonando el terreno para que nos preparemos para una guerra.
Lo cierto es que las
economías del continente están yendo hacia unos presupuestos públicos de guerra
y las consecuencias de esa priorización están haciendo que el coste de la vida
está resultando inasumible para una gran parte de la población europea.
Si repasamos la historia
es obvio que los momentos de militarización son siempre el preludio de la
guerra. En 2014 los países de la OTAN acordaron aumentar sus presupuestos de
defensa en un 2% del PIB. Curiosamente en 2014 comienza la guerra en Ucrania promovida
y auspiciada por los EEUU. Después se llevan a cabo varias provocaciones a
Rusia rompiendo los acuerdos de Minks, seguido de la invasión de Ucrania y
ahora el genocidio de Palestina. En todo este tiempo, las prioridades políticas
de la OTAN y de la Unión Europea se dirigen a impulsar el gasto militar de los
países invirtiendo en nuevas armas, cuyas principales corporaciones
armamentistas son norteamericanas y, los estándares de armamento para los
países de la OTAN los marca EEUU.
A estas políticas se suma
la vuelta a mentalizarnos para el servicio militar obligatorio y la
financiación para el desarrollo de armas cada vez más letales y autónomas. La
experiencia en este sentido dejando en manos de dos programas informáticos que funcionan complementándose entre ambos y
actuando de forma autónoma, aseguraron el mayor número de muertes posibles,
(más de 38.500 palestinos asesinados desde el 7 de octubre de 2023), y según
declaraciones de soldados israelíes, eligieron objetivos erróneos entre un 7 y
un 10% de los selecciondos.
Desde la UE se viene
impulsando el miedo a una invasión de Rusia a Europa para que apoye sus
políticas de militarización y rearme y, en ese contexto, el gasto militar de
los países de la UE aumentó un 21,3% en 2023, sin contabilizar el gasto
comunitario, del Reino Unido y de Noruega, que nos daría la mayor cifra de
gasto militar del mundo.
En lugar de tanta
política de disuasión militar, a costa de aumentar las capacidades
destructivas, hacen falta muchos más gritos de ¡Basta ya! ¡Guerra no! ¡Queremos
Paz y Vida!
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