viernes, 20 de marzo de 2020

Coronavirus: Guerra Mundial...a la Economía





Pepe Aguza
Colectivo Prometeo.

    En la vida cotidiana se suceden una serie de acontecimientos, que condicionan el desarrollo de la sociedad.
    En los tiempos que corren, puede ser mucho más dañino y destructivo el debilitamiento de la economía que la destrucción y la muerte, porque dicha debilidad puede conducir al propio empobrecimiento y aniquilación.
    En la actualidad el panorama bélico, bien podría estar cambiando radicalmente: no son necesarias las bombas y las armas para contiendas sangrientas. Pueden ser mucho más rápidas y efectivas armas bacteriológicas o víricas, como podría estar ocurriendo en la actualidad.
   El objetivo de la guerra es la conquista, la destrucción, el dominio, el sometimiento y doblegación del contrario, mediante la utilización del poder y de la fuerza.
    La actual crisis del coronavirus, ¿no podría ser una nueva Guerra Mundial del capitalismo para controlar la Economía Global?.

   No es preciso aniquilar ejércitos con el gasto que supone en vidas humanas y dinero. Mucho más fácil y eficaz es hundir en la pobreza y la miseria a la población civil, esclavizándola y haciéndola más dócil, destruyendo empleo, cerrando empresas y sometiendo a la ciudadanía a la marginalidad y los intereses de los poderosos.
   ¿Alguien duda que este virus no haya sido creado en laboratorios con la finalidad de utilizarlo con fines bélicos y económicos?
   A lo largo de la historia de la Humanidad, la naturaleza ha generado sus bacterias, sus virus y demás seres vivos, que evolucionaron lentamente a lo largo del tiempo, pero no con la agresividad, mortalidad y rapidez de este mutante “coronavirus”.


   El impacto económico y social que esta pandemia está produciendo en el mundo es incalculable, afectando a todos los sectores de la población y muy especialmente a la salud, el empleo y la cultura, como ya ha sucedido en nuestro país con la cancelación de eventos que generaban miles de puestos de trabajo y millones de euros de beneficios, como ha ocurrido con el Mobile World Congress, las Fallas valencianas o la Semana Santa, por citar algunos ejemplos.

    Tras la crisis sanitaria, llegará el drama social del paro y la lucha contra sus repercusiones posteriores: pérdida de potencial industrial, resentimiento del comercio y del sector servicios y la reconversión de multitud de puestos de trabajo, que afectarán al bloqueo o limitación de la producción en infinidad de empresas.
    Las secuelas de esta guerra vírica van a ser muy variadas: devastación económica y social, efectos psicológicos en la población, en espacial la infantil o juvenil, por la presión de su enclaustramiento, falta de juegos, de ejercicio y relaciones humanas en la escuela o de esparcimiento en espacios públicos, etc.

   Esta crisis mucho peor que la de la Gran Depresión (el crac de la Bolsa de Estados Unidos) en 1929 o la crisis económica de 2008, precisará de la firmeza y energía en la aplicación de medidas para recuperarse.
   Las propuestas de muchas empresas de teletrabajo son un grave riesgo para el empleo, que pueden fomentar otra variante de la economía sumergida, falsos autónomos y de flexibilidad laboral.
    En estos momentos las únicas empresas que multiplican su capacidad laboral y económica, son las farmacéuticas y de investigación, sectores que al igual que el sanitario público son imprescindibles apoyar y reforzar.
    Lo peor para el empleo y la economía está por llegar en los próximos meses, cuando acabe el Estado de Alarma y la pandemia haya cedido, aunque a largo plazo pueda llegar una lenta recuperación dependiendo de las acciones de los gobiernos.

     La demostración de efectividad que los servicios sanitarios públicos están realizando, son imprescindibles y la mejor prueba de su arrolladora capacidad de trabajo no sólo en nuestro país, sino como se ha apreciado en el abordaje del problema en China.
Nuestro gobierno debe tomar nota del esfuerzo y profesionalidad de sus funcionarios y empleados públicos, ampliar sus plantillas y dotarles de los recursos esquilmados especialmente en la última década por los recortes presupuestarios.

    Es fundamental asegurar el bienestar social de los hogares y proteger el tejido empresarial, en especial de pymes y autónomos, a la vez que fomentar la empresa pública y la industria.
Es el momento no de decir si no demostrar que España tiene un gobierno progresista y valiente, que impulsa la educación, la sanidad, los servicios sociales, la investigación científica, la industria o la vivienda social y públicas, inyectando dinero en su consecución en estos difíciles tiempos que nos ha tocado vivir.

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