Nonell:Pobres esperando la sopa (1899)
Remedios Copa
Colectivo Prometeo
Tengo la impresión de que este artículo también podría titularse “los tiempos que vuelven”. Y lo digo por un montón de circunstancias que confluyen tal que un círculo cerrado nos estuviese moviendo en el tiempo a un retroceso olvidado que se daba por zanjado.
Alguien rememoraba el pasado 2 de mayo la pintura de Goya cuya obra El 3 de mayo recuerda los trágicos acontecimientos ocurridos en Madrid en mayo de 1808, en su madurez como pintor hurgó en su interior para sacar algo aterrador e inesperado como reflejan las pinturas negras, oscuras en cuanto a color y significado y que para algunos críticos representan la culminación de su carrera; obras que a día de hoy podemos observar en el Museo del Prado. Esas criaturas que gritan aprisionadas al otro lado del cristal y los desastres de la guerra reflejan una época social.
Yo quisiera recordar hoy a Isidre Nonell Monturiol, pintor y dibujante español que perteneció al modernismo, fallecido a causa del tifus en 1911, cuyos retratos de cretinos, gitanas y mendigos reflejaban el dolor y la miseria de las clases más bajas de la sociedad española; sus dibujos satíricos fueron reflejo de la situación social de Cataluña. A Nonell también se le ha considerado continuador de la visión de la llamada España negra y su obra está especialmente representada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Ambos pintores fallecidos en los dos siglos anteriores, (1828 y 1911), han dejado en sus registros situaciones de inestabilidad y miseria que parecen repetirse en cada siglo o que tal vez, nunca se fueron del todo. Se repiten como también se repiten las pandemias, las colas del hambre y la esclavitud y, lo que nunca falta, la picaresca. La pandemia en la que aún estamos inmersos dejó a más de la mitad de los adultos españoles bajo el paraguas de la protección económica del Estado.
Decía Albert Camus que la única manera de luchar contra la peste es la honestidad. Pues como hemos podido comprobar, honestidad, solidaridad y entrega hubo y hay a raudales por parte de algunos, pero picaresca, estafa, enriquecimiento ilícito y egoísmo insolidario también camparon a sus anchas; la diferencia está en que las primeras fueron práctica de la mayoría mientras que las segundas se dieron en una minoría casi siempre privilegiada; prueba de ello es que durante la pandemia las fortunas de 28 familias se han incrementado entre un 40 y un 50%; un vistazo a la lista de Forbes puede resultar muy ilustrador.
Los fraudes por parte de empresarios que incluyen a trabajadores ficticios en los ERTEs desde que se declaró la pandemia ya superan los 20.000 detectados por la Inspección de trabajo; en algunos casos el fraude consistía en la contratación de trabajadores ficticios y su inclusión en los expedientes de regulación, generando así unas prestaciones por desempleo, e ingresos ilícitos de dinero público al empresario. En algunos casos incluyeron en el ERTE a trabajadores contratados después de la declaración del estado de alarma, situaciones que se detectaron al cruzar datos, por lo que el SEPE y las Comunidades Autónomas han solicitado la intervención a la Inspección de trabajo por anomalías detectadas y circunstancias de esta índole, localizándose 666 empresas como sospechosas de este tipo de prácticas. También se han detectado otras irregularidades como incluir en los ERTEs a trabajadores que seguían trabajando, fundamentalmente en la modalidad de teletrabajo. Otras intervenciones de la Inspección de trabajo dieron como resultado la obligación de hacer fijos a 9.500 trabajadores precarios que fueron despedidos ilegalmente durante la pandemia.
Siguiendo con la picaresca, otro asunto que está levantando polémica son las contrataciones de servicios de algunas Administraciones con empresas privadas durante este período.
Si hablamos de esclavitud, incluso antes de la pandemia se mencionaba la seudoesclavitud de trabajadores de cuello blanco, sobre todo a raíz de la crisis económico-financiera de 2008, pero también se va haciendo cada vez más incontestable la situación de esclavitud de trabajadores del textil, calzado, componentes y otro tipo en diversos países. En España se viene detectando la presencia de trabajadores inmigrantes ilegales sin derechos reconocidos, sobre todo en el sector de la construcción, las explotaciones ganaderas y la agricultura, sin olvidar el servicio doméstico y la prostitución forzada.
Las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos han denunciado a nuestro país por este tipo de delitos y el reciente informe del Relator de la ONU es para sonrojarnos por la situación de explotación denunciada. Finalmente, la Policía Local de Torre Pacheco ha desarticulado una red de introducción y explotación de extranjeros ilegales en España, deteniendo a 19 responsables de la organización criminal que se dedicaba a suministrarlos a las empresas que los requerían, a los que pagaban de 150 a 200 euros mensuales y manteniéndolos hacinados en condiciones inmundas.
Curiosamente, cuando la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, envió a la Inspección Laboral al campo para que detectase y persiguiese la supuesta “esclavitud laboral o prácticas similares”, se encontró con que los sindicatos agrarios, la patronal agrícola AGASAJA y la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores pedían su dimisión por dicha orden. Pero la realidad le dio la razón a la Ministra.
¿Quién pintará esta vez a los esclavos y mendigos de este siglo?
Tengo la impresión de que este artículo también podría titularse “los tiempos que vuelven”. Y lo digo por un montón de circunstancias que confluyen tal que un círculo cerrado nos estuviese moviendo en el tiempo a un retroceso olvidado que se daba por zanjado.
Alguien rememoraba el pasado 2 de mayo la pintura de Goya cuya obra El 3 de mayo recuerda los trágicos acontecimientos ocurridos en Madrid en mayo de 1808, en su madurez como pintor hurgó en su interior para sacar algo aterrador e inesperado como reflejan las pinturas negras, oscuras en cuanto a color y significado y que para algunos críticos representan la culminación de su carrera; obras que a día de hoy podemos observar en el Museo del Prado. Esas criaturas que gritan aprisionadas al otro lado del cristal y los desastres de la guerra reflejan una época social.
Yo quisiera recordar hoy a Isidre Nonell Monturiol, pintor y dibujante español que perteneció al modernismo, fallecido a causa del tifus en 1911, cuyos retratos de cretinos, gitanas y mendigos reflejaban el dolor y la miseria de las clases más bajas de la sociedad española; sus dibujos satíricos fueron reflejo de la situación social de Cataluña. A Nonell también se le ha considerado continuador de la visión de la llamada España negra y su obra está especialmente representada en el Museo Nacional de Arte de Cataluña.
Ambos pintores fallecidos en los dos siglos anteriores, (1828 y 1911), han dejado en sus registros situaciones de inestabilidad y miseria que parecen repetirse en cada siglo o que tal vez, nunca se fueron del todo. Se repiten como también se repiten las pandemias, las colas del hambre y la esclavitud y, lo que nunca falta, la picaresca. La pandemia en la que aún estamos inmersos dejó a más de la mitad de los adultos españoles bajo el paraguas de la protección económica del Estado.
Decía Albert Camus que la única manera de luchar contra la peste es la honestidad. Pues como hemos podido comprobar, honestidad, solidaridad y entrega hubo y hay a raudales por parte de algunos, pero picaresca, estafa, enriquecimiento ilícito y egoísmo insolidario también camparon a sus anchas; la diferencia está en que las primeras fueron práctica de la mayoría mientras que las segundas se dieron en una minoría casi siempre privilegiada; prueba de ello es que durante la pandemia las fortunas de 28 familias se han incrementado entre un 40 y un 50%; un vistazo a la lista de Forbes puede resultar muy ilustrador.
Los fraudes por parte de empresarios que incluyen a trabajadores ficticios en los ERTEs desde que se declaró la pandemia ya superan los 20.000 detectados por la Inspección de trabajo; en algunos casos el fraude consistía en la contratación de trabajadores ficticios y su inclusión en los expedientes de regulación, generando así unas prestaciones por desempleo, e ingresos ilícitos de dinero público al empresario. En algunos casos incluyeron en el ERTE a trabajadores contratados después de la declaración del estado de alarma, situaciones que se detectaron al cruzar datos, por lo que el SEPE y las Comunidades Autónomas han solicitado la intervención a la Inspección de trabajo por anomalías detectadas y circunstancias de esta índole, localizándose 666 empresas como sospechosas de este tipo de prácticas. También se han detectado otras irregularidades como incluir en los ERTEs a trabajadores que seguían trabajando, fundamentalmente en la modalidad de teletrabajo. Otras intervenciones de la Inspección de trabajo dieron como resultado la obligación de hacer fijos a 9.500 trabajadores precarios que fueron despedidos ilegalmente durante la pandemia.
Siguiendo con la picaresca, otro asunto que está levantando polémica son las contrataciones de servicios de algunas Administraciones con empresas privadas durante este período.
Si hablamos de esclavitud, incluso antes de la pandemia se mencionaba la seudoesclavitud de trabajadores de cuello blanco, sobre todo a raíz de la crisis económico-financiera de 2008, pero también se va haciendo cada vez más incontestable la situación de esclavitud de trabajadores del textil, calzado, componentes y otro tipo en diversos países. En España se viene detectando la presencia de trabajadores inmigrantes ilegales sin derechos reconocidos, sobre todo en el sector de la construcción, las explotaciones ganaderas y la agricultura, sin olvidar el servicio doméstico y la prostitución forzada.
Las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos han denunciado a nuestro país por este tipo de delitos y el reciente informe del Relator de la ONU es para sonrojarnos por la situación de explotación denunciada. Finalmente, la Policía Local de Torre Pacheco ha desarticulado una red de introducción y explotación de extranjeros ilegales en España, deteniendo a 19 responsables de la organización criminal que se dedicaba a suministrarlos a las empresas que los requerían, a los que pagaban de 150 a 200 euros mensuales y manteniéndolos hacinados en condiciones inmundas.
Curiosamente, cuando la Ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, envió a la Inspección Laboral al campo para que detectase y persiguiese la supuesta “esclavitud laboral o prácticas similares”, se encontró con que los sindicatos agrarios, la patronal agrícola AGASAJA y la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores pedían su dimisión por dicha orden. Pero la realidad le dio la razón a la Ministra.
¿Quién pintará esta vez a los esclavos y mendigos de este siglo?
Muy buen artículo, muy bien narrado, muy creible.
ResponderEliminarEs una autentica tristeza comprobar que nuestro comportamiento como ciudadanos desde hace mucho tiempo,es mas bien negativo que positivo.
Me llama la atención la amenaza sobre la Ministra de Trabajo, debido a que envió a inspectores a " visualizar " el picaro comportamiento de quién incumplia la Ley.¿Tiene este pais remedio?
Creo que la Ministra de Trabajo está trabajando con mucho coraje y dedicaión profesional de la buena.!Ojalá no se queme en el cargo, suerte le deseo!
Y con la rapiña bancaria ¿qué hacemos?
ResponderEliminarUna cuenta corriente gratis para que los bancos no se coman el Ingreso Mínimo Vital.
https://www.elsaltodiario.com/banca/cuenta-pago-basicas-gratis-bancos-no-coman-imv-ingreso-minimo-vital
Saludos
Excelente fotografía de nuestra realidad social por parte de la autora.
ResponderEliminarEste sistema de relación social -la economía de mercado- parece ya inerradicable. Sobre el capitalismo, con sus modos de gestión, girarán nuestras vidas. Somos un apunte más en el libro de contabilidad del sistema. Ser, en el capitalismo, es ser una mercancía más. Cuando los ciclos negativos aparecen, el sufrimiento social se recrudece: es una lógica intrasistémica.
Ausente de sujetos opuestos al capitalismo -las clases subalternas están integradas en él-, éste puede recodificar los desajustes explotando más y mejor a los de abajo. Además, para más horror, con la subjetiva solidaridad de los explotados.
A pesar de los pesares, en esta nauseabunda realidad, este gobierno de coalición intenta minimizar los efectos económicos de la pandemia. No se puede hacer más sin salirse de las costuras impuestas por el Capital. No esperemos revolución alguna. Sólo la utilización del Estado para aminorar la sevicia económica del sistema es lo único factible en estos momentos. La alternativa al actual gobierno sería un neoliberalismo aún más descarnado. De todos los peores gobiernos el actual es el preferible.
(P.S.: hermoso recuerdo por parte de la autora del gran Isidre Nonell.)