lunes, 28 de septiembre de 2020

Educación,Sexualidad, Pornografía y Violencia


Remedios Copa
Colectivo Prometeo

La importancia de la educación es hoy día indiscutible desde cualquier punto de vista que se enfoque. Se trata de la palanca imprescindible para el desarrollo integral de la persona, la base sin la que no es posible salir de la pobreza ni alcanzar la igualdad y la herramienta necesaria para cualquier cambio en la vida de de las personas, de una comunidad o de la sociedad en su conjunto. 

En el ámbito que hoy quiero fijar la atención es en la educación sexual y afectiva. El motivo no es otro que la preocupación ante los datos del informe de 
Save the Children, (organización independiente líder en la defensa de los derechos de la infancia), publicado el pasado día 22, sobre “Información sexual, pornografía y adolescencia”. 

En el mencionado informe, Save the Children pone de manifiesto que la desinformación sexual y el recurso a internet y a la pornografía como fuente información es mucho más que preocupante. Su estudio, basado en la participación de 1.753 chicos y chicas de edades comprendidas entre los 13 y los 17 años que participaron en encuestas y talleres, se analizó con un enfoque de género y diversidad con el objeto de verificar posibles diferencias en función del género o las preferencias sexuales. 

En efecto, el informe constató importantes diferencias entre géneros y orientación sexual, resultando que el 87,5% de los chicos afirma haber visto pornografía frente al 38,9% de las chicas, y es ligeramente más alto entre las lesbianas, también hay diferencia en cuanto a la frecuencia de consumo, los chicos la ven casi a diario mientras que ellas lo hacen una vez al mes o a la semana. 

También hay diferencias en cuanto a la forma del primer acceso. En ellos responde a una búsqueda activa y ellas lo encuentran de forma accidental, a veces lo reciben de personas desconocidas. 

Se constató la iniciación en el consumo de pornografía en torno a los 12 años y lo hacen con frecuencia, resultando que 7 de cada 10 adolescentes accedió a este tipo de contenidos en los últimos 30 días. El 93% del consumo se realiza en la intimidad, a través del teléfono móvil y se centra en contenidos gratuitos online en el 98,5%. Llama la atención el hecho de que los contenidos seleccionados se basan mayoritariamente en la violencia y la desigualdad. 

Cuando Save the Children les pregunta a los adolescentes si detectan violencia, desigualdad y prácticas de riesgo en lo que ven, un alto porcentaje reconoce todo esto en la pornografía, pero no es así entre quienes más la consumen y la llevan a la práctica en sus experiencias sexuales y premian además los vídeos en los que existen jerarquías de poder. 

El 54,1% de los adolescentes cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales, sobre todo a los chicos, y al 54,9% le gustaría llevar a la práctica lo que ve en los vídeos. El 47,4% de los que han visto contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica y, la preocupación de Save the Children en este punto es que no siempre solicitan el consentimiento previo de su pareja, resultando que el 12,2% de los chicos lo ha hecho sin el consentimiento explicito y sin que a ésta le haya parecido bien, algo en lo que solo incurre el 6,3% de las chicas. 

Dice Catalina Perazzo, directora de Políticas de Infancia y Sensibilización de la organización que, “sin una educación afectivo-sexual incluida en el currículo y ante un mundo tecnológico lleno de posibilidades, la pornografía se ha convertido en profesora y consultorio de sexualidad para los adolescentes” y señala que “el peligro no es que vean pornografía, sino que su deseo sexual se esté construyendo sobre unos cimientos irreales, violentos y desiguales propios de la ficción”. También es peligroso que crean que sus deseos y preferencias, o los del resto, no tienen por qué ser tenidos en consideración”. 

El estudio sobre el consumo de contenidos sexuales entre la población adolescente y el impacto que estos tienen en sus relaciones sexuales y su desarrollo, también recoge una serie de recomendaciones sobre cómo abordar la sexualidad, destinadas a las familias, educadores, sanitarios y población adolescente. No estamos ante un tema baladí y tanto Administración como familias deben tomárselo en serio y actuar al respecto. 

Por último, quisiera resaltar tres datos que revela el mencionado estudio: los chicos consumen pornografía para satisfacer “necesidades instintivas”, mientras que las chicas lo hacen para aprender lo que se espera de ellas y además, el de 27,1% de las chicas no sabe identificar prácticas de riesgo como la ausencia de preservativo. 

En mi opinión, lo que en realidad revela este estudio es la desinformación, o peor aún, la información deformada, machista, violenta y peligrosa y sin un atisbo de aporte afectivo que está llegando a los adolescentes y que, de seguir así, el resultado será escalofriante si no se cambia radicalmente el modelo para su educación sexual y su único referente continúa siendo la pornografía. 













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