miércoles, 9 de agosto de 2023

El Riesgo de la Repetición

 




Remedios Copa
Colectivo Prometeo

Si hace un año hablábamos de la era atómica con motivo del 77 aniversario del lanzamiento de las dos bombas atómicas lanzadas por el ejército de los EE UU sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki, compuestas únicamente por población civil ya que el ejército japonés estaba luchando en el frente, en este 78 aniversario de tan penoso acontecimiento la humanidad corre más riesgo que nunca de que la tragedia se repita. Y esta vez será de proporciones más alarmantes e incluso con un alcance de incierto pronóstico.

La orden de aquel bombardeo atómico partió del entonces recién nombrado presidente de los EE UU, Harry Truman, que como afirma Matías Bauso no conocía la existencia de tal arma de capacidad de destrucción inédita hasta pocos meses antes cuando, tras la muerte de Franklin Roosevelt, asumió la presidencia del país. Ahora, que los riesgos no se ignoran, EE UU vuelve a estar a la cabeza de la provocación del bombardeo atómico, pero esta vez sobre Europa. Nuevamente, utilizando a la OTAN como herramienta de guerra y el territorio europeo como escenario dónde dirime sus intereses económicos y de poder imperialista, EE UU utiliza la estrategia de provocar a Rusia, como ya hizo para forzar su entrada en la región del Donbass, frustrando todo intento de negociar una salida estratégica al conflicto en Ucrania y provocando una escalada cada vez mayor a la que Rusia tendrá que responder tarde o temprano y de ese modo la guerra nuclear estallará sobre Europa. Para los que dicen que Rusia quiere guerra basta con ver el mapa de las bases norteamericanas en torno a su frontera. EE UU tiene 750 bases militares en el extranjero, distribuidas en 80 países. Como dice Oliver Stone, “la política exterior de Biden nos lleva directamente a la tercera guerra mundial”.

Lo que se juega en la actualidad EE UU es su condición de potencia dominante en un mundo dónde la multipolaridad apunta a cambios en el equilibrio de poder global. Por otra parte su enfrentamiento con Rusia, le está sirviendo para revitalizar a una OTAN que había perdido fuelle y su razón de ser tras el fin de la guerra fría.

Nuevamente día 9 de agosto se celebrará el 78 aniversario del lanzamiento de las dos bombas atómicas, tal como viene celebrándose en distintas ciudades del mundo. Esta celebración es un acto de denuncia de una masacre civil impune y como acto de concienciación para que el uso de armas atómicas jamás se repita.

Este año, con más razón que nunca, esta celebración constituye un acto de denuncia y un llamamiento a la razón a todas las fuerzas políticas y a los Gobiernos para que cesen la escalada de hostilidades, recurran a la Diplomacia y apelen a la Justicia y a la Paz. La población civil no debe padecer el fruto de las locuras e intereses espurios, (intereses ilegítimos y difícilmente defendibles si salieran a la luz), de dirigentes indignos y fuerzas económicas que gobiernan en la sombra, capaces de derribar a los gobiernos que no se vendan a sus cabildeos. Pero también a la sociedad hay que recordarle la responsabilidad de exigir a sus gobernantes un giro en la política y en el modo de resolver los graves conflictos que nos acechan, de una parte por los estertores finales de la hegemonía de un imperialismo como el norteamericano, y de otra los riesgos provocados por el cambio climático y la escasez de recursos del planeta, cuestiones que traerán hambrunas y enfrentamientos y que si no reflexionamos todos sobre ellas y compartimos soluciones justas, darán lugar a luchas peligrosas y ocurrencias muy disparatadas.

Para quienes se pregunten por qué se eligió como fecha el día 9 de agosto –bombardeo de Nagasaki- y no el 6 –bombardeo de Hiroshima-, aunque Nagasaki tuviese menos muertos, conviene aclarar que pesó en la elección el hecho de que el día 9 se considera de mayor delito puesto que ya se conocían las terribles consecuencias causadas por la primera bomba lanzada tres días antes y sabían perfectamente el resultado de lo que iban a perpetrar.

Recordando la historia de la era atómica no podemos olvidar que día 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana, el coronel Paul Tibbets que pilotaba el avión que había bautizado el día anterior con el nombre de su madre “Enola Gai” sobrevolando Hiroshima, soltó sobre la ciudad la bomba atómica de uranio 235 que habían apodado Little Boy. El resultado fueron 140.000 muertos en cuestión de segundos y la ciudad entera reducida a cenizas. Ni siquiera quedaron los cuerpos calcinados, solo cenizas. La cifra de los muertos en esos primeros instantes se eleva a 170.000 según los registros de residentes que poco tiempo antes del bombardeo se habían efectuado en el padrón de la ciudad. El “Enola Gai” se alejó a toda velocidad y 48” después los cimbronazos de la explosión sacudieron el avión y el copiloto Robert Lewis dijo “Dios mío, ¿Qué hicimos?” al ver que la ciudad había desaparecido.

Atrás quedaba una ciudad destruida y su población asesinada en una muerte instantánea. De aquel bombardeo solo quedaron en pie, como testigos mudos, los esqueletos de dos edificios y un árbol. Fue el final de una era.

Conociendo los devastadores efectos de la primera bomba, tres días después, el avión pilotado por Charles W. Sweeney, destruyó Nagasaki causando 70.000 muertos instantáneos con la bomba de Plutonio 239 apodada Fat Man. Aunque el objetivo inicial era Kokura, dadas las condiciones atmosféricas, Claude Eatherly que pilotaba el avión Straight Flush e hizo el reconocimiento previo a ambos bombardeos, sugirió el cambio debido a las nubes.

Las bombas nucleares que arrasaron Hiroshima y Nagasaki son fruto del proyecto de investigación Manhattan, llevado a cabo durante la Segunda Guerra Mundial por los EE UU, Reino Unido y Canadá, liderado por ingenieros del Ejército de los EE UU y dirigido por Robert Oppenheimer. Sobre el proyecto y el final de su director trata la película “Oppenheimer” que actualmente se está proyectando en varias salas de cine.

Este año, con más razón que nunca, esta celebración constituye un acto de denuncia y un llamamiento a la razón a todas las fuerzas políticas y a los Gobiernos para que cesen la escalada de hostilidades, recurran a la Diplomacia y apelen a la Justicia y a la Paz. Las provocaciones de EE UU y la OTAN, tanto en terreno europeo como en la zona del Pacífico, no hacen más que agravar el riesgo del desastre.

El Comité Anti-Otan de Vigo, junto con el resto de las organizaciones Anti-Otan de Galicia, vienen organizando diversos eventos de concienciación social y denuncia de los peligros reales que nos acechan y que nos deberían poner en guardia y exigir el desarme nuclear y la solución negociada de los conflictos en lugar de optar por las guerras y la carrera armamentística para sostenerlas. Y por supuesto rechazan el envío de los 950 soldados más al flanco Este de la OTAN y que España lidere una brigada en dicha región, que crecerá de los 3.000 efectivos a los 5.000, (según exclusiva adelantada por periódico del grupo Prensa Ibérica).

Este año, El Comité Anti-Otan de Vigo prepara un acto de conmemoración el día 9, a las 20 h en la Plaza de la Princesa, con poesía, música y memoria de la historia.

La radiación de las bombas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki, mataron a mucha más gente posteriormente. Muertes lentas y dolorosas a largo plazo. La radiactividad no se queda quietecita allí donde la sueltan. No olvides que esta vez también te puede alcanzar a ti.

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