En unas décadas, Teléfonica ha pasado de 10 a 315 millones de clientes… y de 90.000 a 20.000 empleados. El secreto: el ‘noble’ arte de la subcontratación.
Sara Plaza
Diagonal
Divide y vencerás. Ésta es la estrategia que ha seguido Telefónica,
según denuncian sindicatos y trabajadores, desde que el Gobierno de
Aznar en 1997 sacara a la venta el último paquete de acciones públicas
de la compañía y en 1999 se consumara su privatización. “En los 80 y 90 Telefónica tenía entre 75.000 y 90.000 empleados y ahora quedan unos 20.000.
Los trabajadores que faltan somos nosotros, que estamos en contratas y
subcontratas”, expresa Javier Marco, miembro del comité de empresa de
Cotronic, una de las contratas más combativas. Marco explica que los
que ayer tenían un empleo fijo y buenas condiciones laborales hoy viven
en precario diseminados entre contratas y subcontratas. Sólo en Barcelona existen siete contratas diferentes y unas 512 subcontratas.
El gigante de las telecomunicaciones firma un contrato con estas
empresas cada cinco años para repartir sus servicios de instalación y
mantenimiento. El último contrato se firmó en 2012 y en él se incluía
una bajada anual de la retribución a las contratas del 5%, tal y como
explica Jordi Juan, abogado del Col·lectiu Ronda. “En 2013, las contratas cobraron un 5% menos que en 2012 y así sucesivamente. Las empresas reparten este ajuste entre los trabajadores con
dos consecuencias: su rendimiento mínimo es superior y, entre los
autónomos, se incrementa el horario laboral. Así, te puedes encontrar a
un instalador subido a una escalera a las 21,30h”, explica.
Desigualdad salarial
Este sistema de externalización viene acompañado de importantes
diferencias en las condiciones de trabajo. Y la primera es el tipo de
convenio. “Mientras los trabajadores de Telefónica tienen un convenio
propio que recoge parte de la tradición sindical de una empresa que era
pública, los trabajadores de las contratas y subcontratas se rigen por el convenio del metal.
Y esto trae una desigualdad salarial importante”, explica Juan,
ilustrando la situación con un ejemplo con datos de 2011: “Mientras con
el convenio del metal un oficial de primera instalador ganaba 20.000
euros brutos anuales, un trabajador de Telefónica oficial de segunda que
llevaba tres años en la empresa ganaba 45.000 euros al año”, explica.
“Es como si me hablaras de otro sistema solar, son dos realidades
diferentes”, concluye.
Aparte de lo que marca el convenio, el sueldo de los trabajadores externos también depende del sistema de puntos. “Los empleados tienen que llegar a un mínimo de puntos para alcanzar el rendimiento mínimo mensual.
Si no llegas, te expones a ser sancionado”, cuenta el letrado. Así, por
cada instalación, alta o avería reciben puntos que sólo son computados
cuando se termina el trabajo. “Esto fomenta el trabajo a destajo”,
afirma. El valor de cada tarea se ha ido encareciendo al mismo ritmo que
disminuía el presupuesto en el contrato firmado con Telefónica. “Los
trabajadores han pasado de necesitar 175 puntos mensuales en 2012 a 184
en 2013 y, al año siguiente, 193”, explica el abogado. Javier Marco pone
un ejemplo: “Cuando ahora hago un alta para la operadora Jazztel
consigo dos puntos. Tengo que hacer cinco al día para ser rentable.
Antes valía con hacer tres o cuatro instalaciones por jornada”.
Externalizar los riesgos
Más allá del salario, existe otra gran diferencia que es la gestión
de los riesgos laborales, tal y como denuncia Cristina, empleada de
Telefónica desde hace 27 años y miembro de la Plataforma Sindical En
Construcció. “Telefónica tiene muy pocos accidentes porque el trabajo
peligroso se ha externalizado. Hay muertos en las telecomunicaciones y son muertes externalizadas.
Los trabajos más peligrosos los hacen las subcontratas”, relata la
empleada de Telefónica que explica que este eslabón de la cadena, que
son empresas contratadas a su vez por las contratas, son las “cloacas”
de la precarización.
“Hay diferentes niveles y según vas bajando te encuentras peores
condiciones. Ahora en las contratas se fomenta que los trabajadores se
hagan autónomos y se conviertan en subcontratas. Yo, si la empresa no me
da las medidas de seguridad y la formación necesaria, me puedo negar a
trabajar. Ellos, si se niegan, al día siguiente están en la calle”.
Unirse en la lucha
En cuanto a las subcontratas, “hay casos delirantes”, afirma Jordi
Juan. “Yo he visto a un trabajador de una contrata que tiene a su vez
una S.L. con trabajadores a su cargo. Es decir, con la nómina que cobra contrata a su vez a más trabajadores.
Con este nivel de subcontratación los trabajadores se enfrentan a una
flexibilidad brutal”, denuncia el abogado quien se queja de que no hay
posibilidad de negociación colectiva mientras hay gente que trabaja
entre “60 y 70 horas a la semana”.
“La estrategia es divide y vencerás. Ahora mismo no saben ni el
personal que tienen, pero les da igual, no les importa porque ganan
dinero”, explica Aitzol Ruiz de Azua, presidente del comité de empresa
de Cotronic y así lo demuestran las cifras. A día de hoy Telefónica
tiene unos ingresos de 14.141 millones de euros netos y ha pasado de contar con 10 millones de teléfonos instalados en 1978 a más de 315,7 millones de clientes en marzo de 2013.
Frente a esta situación, trabajadores de las contratas Cotronic,
Elecnor, Itete, y Abentel y empleados de Telefónica decidieron
mezclarse el pasado 30 de junio en la primera huelga conjunta, que se
celebró en la provincia de Barcelona. “Si vas solo eres más vulnerable
por lo que hemos decidido extrapolar nuestra lucha con otras contratas”,
explica el representante de los trabajadores mientras recalca que la
unión es el camino.
800 despidos en un ERE en Atento
Además del servicio de instalaciones y mantenimiento, el área
comercial también está externalizado. Estos servicios tampoco viven
ajenos a la precariedad, tal y como explica Rebeca Muñoz, miembro de CGT
en Atento Madrid. “Han planteado un ERE que afecta a más de 800
empleados en una empresa que ha tenido beneficios en el último
trimestre. Esta medida está totalmente injustificada”, explica Muñoz,
quien asegura que la amenaza es la deslocalización. Mientras la
plantilla intenta defender unos puestos de trabajo con una media
salarial de 750 euros mensuales, la empresa que opera en 16 países, está
publicando ofertas en América Latina. “Nos han dicho que los
trabajadores en España generamos muchas pérdidas”, asegura. La compañía
de teleservicios, antigua filial de Telefónica, fue vendida en octubre
de 2012 al fondo de inversión Bain Capital. “Este fondo buitre está
dando pasos para reestructurar la empresa”, cuenta Muñoz mientras relata
que Telefónica se aseguró a Atento como proveedor de servicios durante
nueve años “pero no sabemos dónde”.
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