Manolo Monereo Cuarto Poder
Para entender lo que pasa aquí y ahora es necesario hacerse siempre la siguiente pregunta: ¿cómo mandan los que no se presentan a las elecciones?
Es un viejo y siempre actual problema. Refleja la contradicción
orgánica entre la democracia y el capitalismo, es decir, entre un
sistema político que se fundamenta en la igualdad jurídico-formal de las
personas y una formación económico-social organizada en base a una
desigualdad estructural de poder, renta y riqueza entre clases y grupos
sociales. Las relaciones entre democracia y capitalismo han sido siempre
conflictuales y, periódicamente, ambas lógicas político-sociales se
hacen más antagónicas y contrapuestas, coincidiendo, no es casual, con
graves crisis económicas del capitalismo.
Volvamos a la pregunta: ¿cómo mandan los que no se presentan a las elecciones? Si observamos con cuidado los tenedores de las tarjetas negras
de Bankia, ¿qué vemos? La cooptación de la entera clase política por
los poderes económicos. El instrumento fundamental: la corrupción. Lo
que asombra —aquí también hay clases— no es que la derecha política sea
corrupta (esto se sabe desde siempre: es una de sus características
genéticas, por así decirlo) sino que una parte significativa de la
izquierda social y política se deje atrapar en la madeja de intereses
corporativos y en los conflictos de los varios grupos de poder en el
entorno del PP y lo haga por dinero, mucho, hasta muchísimo para la
gente normal, pero calderilla para los que mandan y no se presentan a
las elecciones.
El bipartidismo imperfecto (PP y PSOE más la burguesía vasca y
catalana) ha sido esencial. Los que mandan y no se presentan a las
elecciones necesitaban garantías de que sus intereses nunca serían
cuestionados y volvieron a lo de siempre: dos partidos que se turnaban,
en beneficio de los intereses generales de la oligarquía dominante,
garantizados, en último término, por su corrupta majestad el rey. Como
siempre, es decir, en las permanentes y, por ahora, inevitables
restauraciones borbónicas, la derecha lo era de verdad; la izquierda era
un sucedáneo, con el objetivo específico de impedir el surgimiento y
desarrollo de una izquierda verdadera.
Aquí deberíamos afinar y ver lo nuevo, lo singular, de la corrupción
en esta fase concreta. Se suele decir, se repite una y otra vez, que
siempre habrá corrupción, que es algo natural al ser humano y a la
política. No estoy de acuerdo: este tipo de capitalismo
monopolista-financiero lleva en su seno y necesita de la corrupción para
mantenerse y desarrollarse. Esta es la novedad. Se dirá que es el
capitalismo en general, y seguramente es verdad, pero hay que esforzarse
en profundizar y en delimitar lo específico de la fase.
El neoliberalismo, capitalismo senil y depredador, sitúa en su
centro, en su modo normal de funcionamiento, la especulación, los
negocios fraudulentos, la información privilegiada, el expolio de lo
público y el ataque a los derechos económico-sociales. La frontera entre
lo legal e ilegal desaparece conforme se llega a la cúpula de los
poderes económicos-financieros y solo se hace evidente cuando se baja a
la base de una sociedad, en el lugar donde habitan, luchan y sufren los
hombres y mujeres normales. La legalidad aplicada contra las personas,
contra las clases subalternas, de nuevo, “clases peligrosas”.
No me gusta el término casta. ¿Por qué? Porque no anuda, no engarza y
no relaciona a los poderes económicos y mediáticos con la clase
política. Parecería que la corrupción es cosa de los políticos y solo de
ellos. ¿Y los corruptores?, ¿dónde están?, ¿quiénes son?, y ¿para qué
compran los poderosos a los políticos? Todo esto desaparece y se pone el
foco en los representantes de los ciudadanos, ligando política con
corrupción, libertades públicas con expolio del Estado. Por esto
prefiero el término trama, precisamente, para poner de
manifiesto que existe una relación subjetivamente organizada y necesaria
entre el poder del dinero y los políticos del régimen bipartidista.
Para que los gobiernos realicen y practiquen políticas contrarias a los
intereses mayoritarios tienen que ser corrompidos, anulados y sometidos.
Gobernar termina siendo, en la Unión Europea del euro, el arte para
conspirar contra los ciudadanos y formar parte de la antipolítica
organizada desde la cúspide del poder corporativo y mafioso de las
finanzas.
Hay un juego perverso. Los poderosos someten a los políticos. Los
medios de comunicación, casi siempre controlados por los que mandan y no
se presentan a las elecciones, se hacen eco de los escándalos y
denuncian, con razón, a los representantes de los ciudadanos desde una
lógica que oculta las necesarias relaciones entre los corruptores
poderes económicos y sus subalternos políticos corrompidos. La ideología
que se crea es del mayor interés para la oligarquía: la política es
corrupción, luego hay que dejársela a los que viven de ella y el resto,
la ciudadanía, a lo suyo, a aguantar y al sálvese como se pueda.
Abandonar lo colectivo, privatizar lo público y renunciar a la
emancipación social y política. Es el “no te metas en política”, que nos
aconsejaban nuestros padres, duramente escarmentados por el terror
franquista.
Los “neoliberales de todos los partidos” suelen insistir en que los
culpables de la corrupción son los políticos y que su origen está en que
el Estado interviene mucho y tiene demasiado poder. Su receta es
conocida: más liberalizaciones, más privatizaciones, más
desregulaciones. Lo más significativo del asunto es que a más predominio
de los grupos de poder económicos, más corrupción, más degradación de
la sociedad civil, mayor concentración de renta y riqueza, mayor fuerza
de los oligopolios y prostitución del mercado como institución social.
El país necesita una revolución democrática que haga real y efectivo
lo que dicen las Constituciones: que el poder reside en la soberanía
popular. No será fácil, pero la revolución, para ser realmente
democrática, tiene que romper con la trama oligárquica que gobierna de
facto nuestro presente y controla e impide nuestro futuro como personas
libres e iguales. Esto también depende de nosotros: hacer lo necesario
posible y diseñar un futuro con sentido para los hombres y mujeres de
carne y hueso
Me gustaría poder escribir una respuesta en la que sepa que Monereo va a leerla, de forma que le pudiera dar mi impresión critica pero constructiva sobre los puntos en donde creo que se equivoca o no matiza lo suficiente, a fin de contribuir a aclarar las cosas.
ResponderEliminarSi alguien sabe si él lee estos foros u otros que me responda, por favor. Será un placer aclarar algunas cosas, como puedan ser la de la información privilegiada, pues la información privilegiada no es una mercancía "de novo" en el "capitalismo senil". Lleva dándose desde siempre, otra cosa es que las clases medias bajas lo sepan o se enteren ahora e integren en sus teorías de la emancipación ahora dichas características.
Gracias de antemano, la lucha continua.