Juan Rivera
Colectivo Prometeo
Suena
a película de Mariano Ozores pero es que las declaraciones del
arzobispo valenciano mezclando imperio gay, feminismo y familia no se
merecen otro título. Aunque sea llamado a capitulo al Vaticano, el
monseñor utielano parece un don erre que erre dispuesto a no malgastar
saliva criticando lo que los feligreses de su diócesis hagan en
temas de corrupción.Debe guardar las admoniciones para la
moral sexual.
A
él, tan recatado en el vestir- lo de la capa magna debió ser un
malvado fotomontaje - le importan un pimiento los temas que no son de
este mundo tipo trajes de Camps o bolsos de Rita Vuitton.No digamos
los que hablen de desahucios, pobreza o paro. El frontispicio de su
actuación pública lleva grabado a fuego el lema “A Dios lo que
es de Dios y a la Conferencia Episcopal Española lo que es de la
entrepierna”.
Cuando
salen a la luz este tipo de polémicas no deja de sorprenderme la
osadía clerical.No tengo ni idea de medicina así que si me
presento en una consulta y digo a los pacientes que voy a encargarme
de coordinar sus operaciones a corazón abierto supongo que elimino
en un santiamén la lista de espera.Por imposibilidad de cazar a los
enfermos huidos a la carrera.
Pues
la competencia y destreza de la Jerarquía eclesiástica en temas
de familia es similar a la mía en Sanidad. Se dirige a la
concurrencia y dice” No tenemos ni idea del día a día de la
convivencia familiar porque entre otras cosas hemos renunciado
voluntariamente a formarla, pero debéis hacernos caso en todo lo que
digamos sobre ella. Nuestra palabra – nunca mejor dicho- va a misa”
Sorprenden
en el caso del levantino la rotundidad de sus palabras sobre las “leyes
insidiosas contra la familia cristiana” menos la inquina contra
gays y feministas. Aunque sería recomendable que en su particular
Cruzada extreme la vigilancia a los soldados de su Militia
Christi no vayan a darle la ingrata sorpresa de que la infiltren
células durmientes del maligno imperio.
No
hace falta que los señores del PP o la señora Dancausa nos
recuerden la doctrina oficial del gobierno: ya sabemos que para
ellos una manifestación neonazi, la proyección de la cara de Franco
e Himmler o unas palabras como las del arzobispo preñadas de
homofobia entran dentro de la “libertad de expresión”.
Para que fuesen “incitación al odio” monseñor debería
echarse sobre los hombros, a modo de echarpe una bandera
cuatribarrada. Nunca lo hará porque no combina nada, nada, con su
capa roja.
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