Captura de la web de la Fundación Francisco Franco en la que se celebra, con toda normalidad y sin que se haya presentado ninguna denuncia por el Gobierno, la conmemoración del 18 de Julio |
Rafael Juan Ruiz
Colectivo Prometeo
Frente Cívico "Somos Mayoría"
Hoy, 14 de abril de 2017 se cumplen 86 años de la proclamación de
la II República Española. Muchas personas homenajeamos a aquel
régimen, que, con sus fallos como tiene el mejor, supuso, nada más
ni nada menos, que ningún español, por razón de clase social,
familiar o designación divina, estaba por encima de nadie, aboliendo
algo que entonces ya era arcaico, la monarquía. Casi un siglo
después, la corrupción y la justicia hacen que ese calificativo de
arcaico se quede muy, muy corto. Un régimen que desde sus principios
promulgó leyes en favor de la igualdad de género, de la cultura, de
la escuela pública, de la sanidad pública, del laicismo, de la
reforma agraria, … Un régimen con una Constitución aprobada por
el pueblo que incidía en garantías para las clases más
desfavorecidas. Justo lo contrario, por cierto, de lo que legislan
los gobernantes que se amparan en la actual Constitución.
Varios ayuntamientos de toda España han decidido rendir un homenaje
a aquel sistema político, que duró sólo cinco años por el golpe
de estado ejecutado por los militarotes, apoyados internamente por la
jerarquía eclesiástica y por la nobleza, y, externamente, por el
fascismo alemán e italiano. Como homenaje a aquellas personas y
todas las que fueron asesinadas durante la guerra y posteriormente,
estos ayuntamientos han colocado una bandera republicana en sitios
visibles. En Córdoba, en una ventana del grupo municipal de IU en el
Ayuntamiento, también ha sido colocada otra bandera, aunque, en mi
opinión, con el mal gusto de llevar el escudo constitucional actual
dentro. Extraña componenda que intenta contentar a no sé muy bien
quién. Pero, en todo caso, la tricolor ha estado presente en
homenaje a nuestros compatriotas que trabajaron por una España
igualitaria, libre y avanzada. El hecho valiente bien vale obviar la
anécdota.
Y claro, esto ha provocado la ira de todos aquellos que llevan la
banderita del aguilucho en sus correas, de los que van a homenajes a
Franco, de los que entregan subvenciones a asociaciones fascistas
herederas de la dictadura. El Ministerio del Interior de los ínclitos
Zoido y José Antonio Nieto han tardado cero en dar órdenes a sus
subdelegados para denunciar la colocación de las tricolor. Aduciendo
que son “ilegales” e “inconstitucionales”. También ha
reaccionado rápidamente el concejal del PP en Córdoba, Bellido,
diciendo en twitter “que no se puede poner en la casa de todos”.
Resulta muy curioso ver cómo estas personas saltan a la primera
cuando aparece un símbolo republicano. No me justificaré aquí con
sentencias de tribunales que dicen que la tricolor es absolutamente
legal, aunque no la oficial. ¡Eso ya lo sabemos! Pero si diré,
alto, claro y orgulloso, que lo que representa esa bandera es a
personas que defendieron la legalidad en su tiempo, que defendieron
las leyes y lo votado por el pueblo español, que defendieron a su
país de fascistas que, como suele pasar, cuando no ganan por “lo
legal”, acuden a lo que sea necesario, como están haciendo en
Venezuela, dónde acabarán provocando un golpe de estado apoyado
desde fuera del país.
Me parece abominable que estas personas sean las mismas que acuden a homenajes de la Falange, que sean las mismas que dicen que las asociaciones de víctimas del franquismo sólo quieren subvenciones (mientras reclaman continua y reiterada reposición de la memoria de sus víctimas de ETA), que sean las mismas que desean que “los de Podemos” estén en las cunetas, las mismas que pasan por Despeñaperros y paran en el bar del fascista Pepe, o le ríen sus gracias, o le homenajean en su pueblo; las mismas que, cada vez que se canta el Cara al Sol o se enarbolan banderas del aguilucho (estas sí que son inconstitucionales) o se alza el brazo en símbolo fascista, miran para otro lado o se unen. Es decir, todas estas personas están denigrando a aquellos compatriotas suyos a los que mató el franquismo y no saben aún dónde están. Franquismo, que, por cierto, tampoco han condenado todavía. Ellos que son tan de obligar a condenar lo que consideran condenable. Reparación: sí, pero para mis víctimas de ETA. Para las de Franco, olvido para no “remover”. Para lo que me interesa, remuevo lo que haga falta. Para que los que no piensan como yo, en vez de que estén en paz enterrando sus muertos, ¡bacalao a ver si mueren de sed!
Me parece abominable que estas personas sean las mismas que acuden a homenajes de la Falange, que sean las mismas que dicen que las asociaciones de víctimas del franquismo sólo quieren subvenciones (mientras reclaman continua y reiterada reposición de la memoria de sus víctimas de ETA), que sean las mismas que desean que “los de Podemos” estén en las cunetas, las mismas que pasan por Despeñaperros y paran en el bar del fascista Pepe, o le ríen sus gracias, o le homenajean en su pueblo; las mismas que, cada vez que se canta el Cara al Sol o se enarbolan banderas del aguilucho (estas sí que son inconstitucionales) o se alza el brazo en símbolo fascista, miran para otro lado o se unen. Es decir, todas estas personas están denigrando a aquellos compatriotas suyos a los que mató el franquismo y no saben aún dónde están. Franquismo, que, por cierto, tampoco han condenado todavía. Ellos que son tan de obligar a condenar lo que consideran condenable. Reparación: sí, pero para mis víctimas de ETA. Para las de Franco, olvido para no “remover”. Para lo que me interesa, remuevo lo que haga falta. Para que los que no piensan como yo, en vez de que estén en paz enterrando sus muertos, ¡bacalao a ver si mueren de sed!
Decía ayer Bellido en su twitter al enterarse de la bandera
republicana en la ventana que “El Ayuntamiento es de todos. No
está para que unos pocos hagan propaganda de ideas contrarias a la
Constitución. Exigimos retirada inmediata”. Precisamente
porque el Ayuntamiento es de todos, tiene que rendir homenaje a
todos. Y, precisamente porque es de todos, no deberían ustedes poner
en él belenes, vírgenes o banderas de semana santa. Y si usted, Sr.
Bellido, no quiere rendir homenaje a quienes defendieron la legalidad
española en su momento frente al fascismo, no creo que se encuentre
en una posición moral muy favorable a poder dar lecciones de
“constitucionalidad”, que, por cierto, sólo alude en estos casos
o cuando Cataluña defiende su derecho a ser una nación. Cuando
provocan el paro de la gente, el hambre, los desahucios, la miseria,
entonces, se olvidan de la Constitución. La defensa de la república
no es contraria a la Constitución. Contrarios a la constitución
vigente son los que no cumplen sus artículos: derecho a un trabajo,
a una vivienda, a una escuela y sanidad públicas, a que predomine el
interés general sobre el de las minorías. Y no los veo
reconociéndolo. Contrarios a la constitución vigente fueron unos
militares fascistas que, entrando en ciudades y pueblos de todo el
país, fueron pasando a cuchillo a quienes no pensaban como ellos,
hasta que establecieron una dictadura que siguió matando a
españoles, impuso su ideología fascista y nos sumió en la miseria
cultural, económica y moral durante 40 años y que aún perdura.
Muchos de los que hoy se espantan de ver una bandera republicana son
descendientes ideológicos, cuando no familiares, de aquellos.
Tampoco los hemos visto aun denunciando aquello.
Si están ustedes preocupados por banderas inconstitucionales, se
equivocan. Vayan a dónde ustedes saben perfectamente que están: en
las sedes de Falange, en los actos de homenaje a Franco a los que
muchos de ustedes acuden, al Bar Pepe, a los miles de mensajes en las
redes sociales que obvian mientras van a por chistes contra
criminales franquistas, … Seguro que no tienen que ir muy lejos
para encontrarlas. Esas banderas, con un aguilucho en medio, son las
inconstitucionales y, además, hieren la sensibilidad de millones de
personas en nuestro país víctimas de otro terrorismo que ustedes
aún no han condenado. ¡Maldita doble vara de medir! Lo
inconstitucional y lo peligroso no está en una bandera que significa
lo contrario que el fascismo que la eliminó. ¡Tanto mirar a miles
de kilómetros en busca de actitudes dictatoriales cuando las tenemos
en casa propia!
Desde estas líneas, mi humilde apoyo y admiración a la valentía de
quienes mantienen la defensa de los valores de la democracia, de la
república, de la igualdad. Con la cabeza bien alta. Nada que
esconder, al contrario, orgullo de un régimen que fue votado y
apoyado por el pueblo y que fue eliminado por el fascismo. Mi apoyo a
los ayuntamientos que homenajean a la democracia y a la libertad. Mi
apoyo a las personas que hayan puesto esa bandera en una ventana del
Ayuntamiento de Córdoba. Y mi convencimiento de que la sinrazón, la
imposición y la persecución ideológica no nos va a parar nunca a
los que creemos en los verdaderos valores de la igualdad, la
democracia popular, la convivencia en paz y la hermandad de los seres
humanos.
La cabeza bien alta por saber que se defiende lo justo, lo bueno, lo equitativo, la civilización y el verdadero progreso humano.
ResponderEliminar¡A ver como asesinan y bombardean a eso! y ¡si pueden!
VIVA la Republica siempre. Hasta la victoria. No hay olvido, ni lo habrá.
Bien escrito Rafael Juan. Una leccion de sensatez. Mis felicitaciones por expresar brillantemente lo que pensamos y sentimos. Un abrazo
ResponderEliminarApollando lo leído, revindico en el día de hoy la diversidad contra la monotonía del pensamiento único que políticamente nos atropella diariamente con su mezquindad,avaricia y despecho
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