Si
usted quiere cambiar un país como España o una ciudad mundial como
Barcelona, debe saber que lo primero que se necesita es un buen lote de
emociones, sentimientos, corazón, grandes verdades y profundos
conocimientos de la realidad cotidiana. De todo esto, tanto Ada como
Irene van sobradas, ya que ellas vienen directamente de la fábrica de
emociones y sentimientos que es la Plataforma de Afectados por la
Hipoteca (PAH).
Pues sí, pasen y vean en directo una asamblea de
personas afectadas por la crisis y las hipotecas, y tras oír los
primeros relatos y ver las primeras lágrimas, si la piel no se le pone
de gallina, no es un ser humano.
De oír relatos y ver lágrimas
también Irene y Ada van sobradas, a ellas mismas no es la primera vez
que se les ve emocionadas. Yo sí las he visto muy emocionadas, muchas
veces y en directo. Resulta que las emociones y las lágrimas son
difíciles de disimular: o son auténticas, o se nota fácil que son
falsas.
Las de Irene y Ada son auténticas, porque les duele lo que
ha pasado en este país estos últimos años: la precariedad social y
laboral instalada, los abuelos y abuelas creando creando comunas
familiares con ollas comunes, los desahucios, las desobediencias, las
represiones, las neveras vacías, los derechos perdidos, las
movilizaciones masivas, nuestros hijos e hijas que no entran en el
mercado laboral, y cuando entran lo hacen en trabajos basura.
Con
Ada Colau ya sabíamos antes de presentarse que podía ser una excelente
alcaldesa. A los datos me remito. Con Irene Montero también nos pasaba
lo mismo, antes incluso de que apareciera Podemos; quienes compartíamos
activismo con Irene siempre teníamos constancia de que podría ser una de
las grandes de este gran país. Sí, digo que vivimos en un gran país,
porque en este país del sur de Europa han nacido movimientos genuinos
como las mareas, las PAH, las marchas, el 15M… Un país donde nacen tales
movimientos es un gran país donde sentirse orgulloso de vivir, pero con
unas élites que desde hace siglos nos avergüenzan y siempre nos
maltratan como pueblo a la mínima oportunidad… A la historia me remito.
Estos
días hemos visto dos Españas. Una vieja de pandereta y golfa que
conforman una comunidad de intereses entre fiscales, jueces, políticos y
grandes fortunas patrióticas, pero con el dinero en los paraísos
fiscales. Y otra España nueva, joven, plural, desobediente, insumisa y
sobradamente preparada e informada, respetuosa con las naciones
históricas que forman parte de este país, si así lo quieren y deciden.
Unas naciones que se reconocen en la Constitución, donde se divide el
territorio en regiones y nacionalidades. Esto es un tema mal resuelto en
el principio de la Transición, que no se resolvió del todo por la
amenaza golpista, pero que pasados tantos años conviene revisar para
convertirnos de verdad en un Estado plurinacional.
Todas las
mociones de censura pasan a la historia por algún motivo. En esta que
acabamos de ver, lo que destaca es comprobar cómo los periodistas más
objetivos de nuestro país escriben sorprendidos sobre la potente
intervención de Irene Montero como posiblemente de las mejores en toda
la historia del parlamentarismo español. Quienes no conocían a Irene ya
la conocen, y saben que hay parlamentaria gigante para mucho tiempo y
además en permanente crecimiento, porque hay que recordar que tiene aún
menos de 30 años. Eso es lo que más le tiene que doler a las élites y
sus tertulianos a sueldo, que mientras a los viejos políticos les quedan
cada vez menos de parlamentarismo por edad, hay una nueva generación de
políticos muy jóvenes y que pisan con fuerza en los ayuntamientos,
parlamentos autonómicos y estatales, que además gestiona mejor. Hay que
repetir una y otra vez que los datos son los datos, y estos dicen que
los ayuntamientos del cambio demuestran que bajan la deuda y suben los
derechos de sus vecinos y vecinas.
También de Pablo Iglesias se
escribe largo y tendido tras la moción de censura. La prensa habla del
nuevo Pablo, del nuevo Podemos. El compañero Iglesias es el mismo con
chaqueta clara que con camisa arrugada. Sólo hay una diferencia y es que
cada vez es más sabio y con más experiencia. Y la sabiduría hace que
aprendas a escuchar, y él escucha y sabe que nos gusta así, tranquilo,
riguroso, contenido, pedagógico, con datos oficiales que demuestran como
realmente está el país. Un Pablo brillante como nunca, que genera
emoción y que dice grandes verdades perfectamente constatables, y
propuestas muy posibles y viables desde mañana mismo.
Nos gusta
que sea capaz de demostrar –no sólo a quienes ya nos tiene convencidos,
sino sobre todo a los que no– que podemos cambiar el país y las
condiciones de vida de las gentes que lo habitamos. Lo que pedimos no es
nada del otro mundo, son cosas fáciles de entender y viables, como
empleo y derechos sociales, o transición energética en toda su amplitud…
Sabemos
muchas cosas al respecto y sus resultados. Alemania, sin apenas sol, es
potencia mundial en energías renovables y aquí, teniendo sol de sobra,
los proyectos de energías renovables o medidas contra la pobreza
energética se guardan en los cajones de los ministerios porque sus
titulares no quieren convertir la energía en un bien común más limpio,
público y barato. Nuestros gobernantes siguen los dictados de las
eléctricas privadas, que les guardan sillones y buenos sueldos en sus
consejos de administración para cuando se retiren de la vida política.
Pues
sí, créaselo, créetelo. Vivimos en un gran país, un país donde nacen
personas como Carmena, Pablo Iglesias, Lola Sánchez, Lorena, Ada Colau,
Alberto Garzón, Rafa Mayoral, Iñigo Errejon, Monereo, María Marín,
Fernando Miñana, Teresa Rodríguez, Yolanda Diez, Cañamero, Kichi,
Bódalo, Bescansa, Irene Montero y algunos millones de personas más,
dignas y decentes, que demuestran que vivimos en un gran país a pesar de
sus elites casposas.
En fin, los datos son los datos.
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