TRAS
EL 21 D EN CATALUÑA:
HAY
QUE RECUPERAR LA AGENDA SOCIAL PARA CAMBIAR CATALUÑA Y ESPAÑA
Diosdado
Toledano y Ramón Franquesa
Miembros del Front Civic de Catalunya
El
resultado de las elecciones autonómicas de Cataluña del 21 D, con
una participación del 81,94%, 7 puntos más que en 2015, y el mayor
porcentaje alcanzado en elecciones autonómicas catalanas desde 1980,
muestran una sociedad dividida prácticamente por la mitad en torno
al dilema independencia o mantenimiento del vínculo con España.
Mientras
el bloque independentista formado por JuntsxCat, ERC y CUP suman
2.063.371 votos y el 47,5%, el espacio no independentista con
representación parlamentaria formado por el bloque “artº 155”
de C’s, PSC y PP, y la coalición Cataluña En Comú
Podem que se opone al artº 155, alcanza una cifra de 2.212.871
votos y el 50,94%.
A
pesar de no obtener la mayoría en votos y descender ligeramente en
porcentaje respecto 2015, el bloque independentista renueva la
mayoría absoluta en el Parlament con 70 escaños, dos menos que en
las anteriores elecciones autonómicas y cuatro menos que en 2012.
El
conjunto de fuerzas políticas no independentistas obtuvo 65 escaños,
2 escaños más que en 2015. También obtuvieron 236.418 votos más,
el 2,9%, respecto de 2015.
La
Ley electoral con una distribución territorial no proporcional (que
las derechas de España y Cataluña nunca han querido cambiar), es la
causante que el bloque independentista consiga la mayoría absoluta
de escaños cuando ha obtenido 246.363 votos menos que el espacio no
independentista.
Caben
diversas lecturas del resultado electoral en función del contexto
político provocado por la sucesión de acontecimientos que tienen su
inicio en las decisiones de la mayoría independentista en el
Parlament el 6 y 7 de septiembre, y prosiguen con la convocatoria del
referéndum del 1 de octubre y su represión policial, las
movilizaciones masivas independentistas y la réplica de
manifestaciones masivas no independentistas, el primer anuncio de DUI
del Parlament de Cataluña el 10 de octubre, el encarcelamiento de
los Jordi’s el 17 de octubre, la desestimación de Puigdemont a
convocar elecciones anticipadas el 26 de octubre, la aprobación del
artº 155 por el Senado con el apoyo de PP, PSOE y C’s el 27 de
octubre, la DUI del Parlament el mismo día por la tarde, la
consiguiente intervención del gobierno de la Generalitat por el
gobierno del estado en aplicación del artº 155, el encarcelamiento
de miembros del gobierno autonómico, el autoexilio en Bélgica de
otra parte de dicho gobierno con el Presidente Puigdemont a la
cabeza, y las consecuencias económicas del desplazamiento fuera de
Cataluña de la sede social y fiscal de más de 3.000 empresas y
bancos, etc.
Para
unos el resultado alcanzado ha sido perjudicado por dicho contexto,
para otros les ha beneficiado al provocar una respuesta de intensa
movilización y una aparición mediática excepcional desde el
autoexilio.
Junto
a la cronificación de la división social en Cataluña se ha
dibujado la división territorial entre las zonas urbanas
industriales y marítimas mayoritariamente no independentistas, y las
zonas rurales proindependentistas.
Pero,
más allá de las grandes cifras de los bloques electorales en
conflicto sobre el eje nacional, estas elecciones han supuesto un
terremoto en el mapa político parlamentario, con previsibles
consecuencias sociales y políticas en Cataluña y España.
En
efecto, el salto de C’s, formación política ultra-neoliberal, a
primera fuerza parlamentaria con 1.102.099, el 25,37%, y 36 escaños,
incrementando su presencia electoral en las zonas urbanas a costa del
PP que pierde 165.000 votos, 4,24% y 7 escaños, ganando una gran
parte de anteriores abstencionistas, y en menor medida de otras
formaciones políticas, tendrá consecuencias negativas sobre las
aspiraciones de la clase trabajadora y la mayoría social de
recuperar los derechos sociales y laborales perdidos, la desigualdad.
El notable avance electoral de C’s tendrá consecuencias nefastas
para la búsqueda de una solución negociada y democrática a las
legítimas aspiraciones de mayor autogobierno de Cataluña, al
reforzar una nueva mentalidad “lerrouxista” en una parte de
Cataluña, y empujar al PP a una posición de más dureza para no
perder posiciones en su particular disputa con C’s por el espacio
de la derecha a nivel estatal.
En
el bloque independentista, la sorpresa ha sido el “sorpasso” de
las expectativas de ERC por la candidatura de la derecha
independentista JuntsxCataluña promovida por el presidente
Puigdemont, así como el colapso de la candidatura de la CUP que
obtiene 4 escaños, perdiendo 144.442 votos y 6 escaños respecto
2015, votos que han fluido en beneficio principalmente de
JuntsxCataluña, ERC y la abstención. Con sus 34 escaños
JuntsxCataluña, 2 más que ERC, pretende hegemonizar desde la
derecha nacionalista el bloque independentista con el argumento de
recuperar la legitimidad del presidente Puigdemont y del anterior
gobierno.
Para
la candidatura del PSC, con un ligero incremento en votos que le
permite pasar de 16 a 17 escaños, el resultado es frustrante
respecto de sus propias expectativas y encuestas. Los errores
cometidos al apoyar el artº 155, aliarse con la derecha nacionalista
de la antigua Unió Democrática de Cataluña representada por Ramón
Espadaler, le han pasado factura.
En
cuanto a la candidatura de Cataluña En Comú Podem,
los 323.695 votos y 8 escaños obtenidos, es un mal resultado
respecto de los que consiguió Cataluña Si que es Pot en
2015. Perder casi 44.000 votos y 3 escaños, debe ser motivo de
profunda reflexión y autocrítica. Entre los errores cometidos
constatamos que la falta de claridad en la defensa de la alternativa
federal y solidaria, así como las debilidades simbólicas de la
candidatura, han provocado una importante fuga de anteriores votantes
hacia otras candidaturas, principalmente PSC y C’s, y han impedido
conectar con una gran parte del electorado de las clases populares y
trabajadoras, en gran parte de origen inmigrante y de cultura
castellano parlante.
La
única alegría a saborear es el hundimiento electoral del PP que
pierde 165.085 votos y 7 escaños. Pero es una alegría agridulce al
ser C’s la fuerza beneficiada. Si en lugar de considerar el color
de las banderas, se efectúa un análisis electoral en términos de
izquierda y derecha, constatamos que en Cataluña las fuerzas
abiertamente neoliberales (JxCat, PP, C’s) siguen teniendo la
hegemonía a pesar de sus recortes (74 de 155 parlamentarios), si
bien no dejan de decrecer (87 en 2010 o 78 en 2012). A pesar de todo,
hay un proceso lento de cambio de hegemonía que sigue operando, lo
que debe convocarnos a seguir luchando por una profunda
transformación de la agenda política.
Por
una alianza de los pueblos y de las clases populares para cambiar
España y Cataluña
El
bloqueo de una solución política a las legítimas aspiraciones al
autogobierno de una parte de la población de Cataluña no puede
resolverse a través de persistir en declaraciones unilaterales de
independencia. Esa vía ha fracasado como era previsible, al no gozar
de una mayoría suficiente de votos en 2015 y 2017, no contar con el
apoyo o neutralidad de una mayoría social en España, y tampoco
entre los estados de la Unión europea y del mundo. Es más, la
senda de la DUI lo único que ha conseguido es despertar a la mitad
de la ciudadanía de Cataluña que se siente amenazada por las
consecuencias de la independencia y empujar a una gran parte en
brazos de C’s, y en el resto de España, ha provocado el
alineamiento de la mayoría de la sociedad contra su ruptura, en
beneficio de los partidos defensores del artº 155, C’s, PP y PSOE.
Es
la hora de la reflexión colectiva sobre que hacer para superar este
círculo vicioso y encontrar la vía que nos permita avanzar en el
cambio social, la transformación democrática de la sociedad, y
construir un estado federal y solidario de libre adhesión.
Reincidir
en la vía de la DUI solo servirá para provocar nuevas derrotas
épicas y que el gobierno del estado aplique nuevas versiones más
duras del artº 155, y/o que refuerce la intervención de Cataluña a
través de la ley orgánica de estabilidad presupuestaria. Además,
facilitará la recomposición de la dominación de la derecha
recentralizante y neoliberal en España, y dificultará las
posibilidades de cambio al situar en un terreno adverso el papel de
las organizaciones políticas que lo promueven, como Unidos Podemos.
Es
fundamental situar como principales objetivos la defensa de los
derechos sociales y laborales, el pleno empleo estable y digno, la
reducción del tiempo de trabajo sin reducir el salario, el salario
mínimo de 1200 euros, la derogación de la reforma laboral, la
defensa de la salud y educación revirtiendo recortes y
privatizaciones, recuperar la jubilación a los 65 años y el poder
adquisitivo de las pensiones, nacionalizar la banca y los sectores
estratégicos de la energía y el agua bajo control de la ciudadanía,
etc. Para hacer realidad estos objetivos debe recuperarse la
soberanía económica y romper con los Tratados neoliberales de la UE
que impiden realizar otras políticas económicas al servicio de los
intereses de la clase trabajadora y la mayoría social.
En
torno a la defensa del programa de cambio social es posible construir
una amplia alianza de las clases populares y de los pueblos de España
que posibilite echar a la derecha antisocial, neoliberal y
centralista, del gobierno del estado.
Tras
el retroceso de las fuerzas de la izquierda y el reforzamiento de las
fuerzas de la derecha en ambos bandos C’s y JuntsxCataluña, hay
que favorecer la reorientación política de los sectores de la
izquierda ilusionados con una supuesta dinámica de transformación
social a partir del desarrollo del conflicto nacional, haciendo
abstracción del análisis de la realidad concreta y de la
correlación de fuerzas existente. Los hechos son elocuentes, en una
sociedad como la catalana pluricultural y por tanto no homogénea, el
independentismo provoca la división social en las clases populares,
dificulta enormemente su movilización por los objetivos sociales, y
debilita la influencia política de la izquierda transformadora en
beneficio de la hegemonía de las derechas de ambos bandos.
Debemos
superar el espejismo de que la única forma de movilizar a la
ciudadanía ante el horror neoliberal sea en clave nacionalista. La
épica de la politización de grandes masas no puede substituir la
reflexión sobre su contenido, de si apunta o no a la causa real del
malestar social que en Cataluña, España y Europa. Nadie que analice
objetivamente la situación puede dejar de ver que la causa de la
crisis social que vivimos es la contrarreforma que el ordoliberalismo
está imponiendo a nuestros pueblos.
Tratar
de superar la impotencia para levantar a los pueblos en la forma que
desearíamos, por una movilización de carácter patriótico no lleva
al cambio social sino a una espiral conservadora, que niega el hilo
rojo del movimiento emancipador de la clase trabajadora de los
últimos siglos. El camino sigue siendo dirigirse a las mayorías
para movilizarlas por sus necesidades inmediatas y de clase,
ayudarlas a organizarse para levantar pacientemente desde la
movilización social una nueva hegemonía. No hay atajos que nos
permitan substituir esa labor a contracorriente, si queremos
construir una sociedad de personas libres e iguales, fraternal y
pacífica.
Ahora
en Cataluña, en los plazos fijados para que constituir el nuevo
Parlament y elegir la nueva presidencia y gobierno de la Generalitat,
se deberán resolver los conflictos de intereses y proyectos en el
seno del bloque independentista.
La
izquierda independentista tiene la oportunidad de abrir una reflexión
sobre la vía a seguir. Si abandona sinceramente la unilateralidad, y
busca junto a la izquierda no independentista los objetivos comunes
para articular una nueva mayoría por el cambio social en España y
Cataluña, facilitará la superación de las mutuas desconfianzas en
el conjunto de la sociedad y ayudará a generar una nueva
confraternización que reúna las fuerzas y voluntades para acabar
con el régimen borbónico y proclamar la III República en el marco
de un proceso constituyente en el conjunto de España.
Las
organizaciones de la izquierda transformadora internacionalista
debemos prepararnos para afrontar los próximos escenarios políticos,
impulsando la reflexión constructiva para superar los errores y
debilidades observados de Catalunya En Comú Podem,
fortaleciendo la unidad de acción de los movimientos sociales, y
prosiguiendo la lucha por la recuperación de la soberanía
económica, la superación del capitalismo y la construcción del
socialismo.
Barcelona
29 diciembre 2017
El estado federal, plurinacional, autogobierno, etc. nunca arreglaran los problemas de la calase trabajadora de España. Solo provocaran mas problemas de los que tenemos.
ResponderEliminarLa federación es una buena herramienta algo que esta separado, como puede ser unir varios estados en uno, pero en un estado unido, es una herramienta vieja, pesada, oxidada, mellada, como decía Lenin, antes de la revolución soviética.
“”La izquierda independentista tiene la oportunidad de abrir una reflexión sobre la vía a seguir. Si abandona sinceramente la unilateralidad, y busca junto a la izquierda no independentista los objetivos comunes para articular una nueva mayoría por el cambio social en España y Cataluña “”
Haber si es verdad que reflexiona de una vez.
Por lo demás me parece muy acertado, les felicito.