Fuente:El Confidencial |
José Luis Ulibarri: “no
lo he estudiado porque eso tiene que venir de la mano de la
Administración“
Juan Carlos
Suárez-Quiñones: “pues yo, te digo, que soy la Administración“
(transcripción de
conversación entre el empresario dueño de El Mundo Castilla y León
y el Consejero de Fomento de la Junta, grabada por la Unidad de
Delincuencia Ecnómica y Fiscal).
Coordinador IU CyL
Diputado / FCSM
Cuando uno entra a un bar, si no está
de acuerdo con la atención recibida o le parece excesivo algún
precio, suele considerarse que lo correcto es preguntar por el
encargado. No por el dueño. La diferencia es entendida por cualquier
hijo de vecino: el dueño es quien posee el derecho de propiedad
sobre un negocio y recibe los beneficios del mismo, y el encargado es
la persona que tiene a su cargo el establecimiento en representación
del dueño. Cuando el negocio es pequeño o de tipo familiar, el
dueño y el administrador son la misma persona, pero en los negocios
de envergadura todos sabemos que no es así. En Andalucía, donde el
castellano cobra siempre un aire muy expresivo, se dice que una cosa
es el amo del cortijo y otra sus manijeros, capataces de las
cuadrillas de jornaleros que dirigen el trabajo, siempre en beneficio
del dueño de la tierra. En suma, una cosa es el dueño y otra cosa
es quien administra en su nombre a propiedad. O sea: los
administradores.
Las recientes informaciones de la
Operación Enredadera han vuelto a revolucionar la percepción
pública acerca de una administración autonómica que hasta hace
poco se jactaba de que Castilla y León no había entrado en el mapa
de la corrupción. A los Ayuntamientos registrados por la policía, a
los cargos públicos detenidos e interrogados, se suman ahora dos
informaciones relevantes: el Alcalde de León y el Consejero de
Fomento conversaban telefónicamente con el empresario José Luis
Ulibarri acerca de una mesa de contratación y de una obra pública,
respectivamente, tal y como han mostrado los medios de comunicación.
Recordemos que José Luis Ulibarri, uno
de los grandes empresarios de Castilla y León enriquecidos durante
el ladrillo, es además Presidente de Edigrup, grupo editor del
diario El Mundo de Castilla y León, así como de la mitad de Radio
Televisión Castilla y León (la otra mitad la tiene Méndez Pozo,
quien ostenta el honor de haber sido el primer constructor que pisó
una cárcel por corrupción).
Insistimos: el Alcalde de la cuarta
ciudad de la Comunidad, y el Consejero de Fomento (principal
responsable de obra pública) de la misma. En un momento dado, el
señor Suárez Quiñones (quien tiene además la sorprendente
costumbre de recordarnos que él es juez), recurre a la cómica
expresión “la Administración soy yo“, como un burdo eco de
aquella conocida expresión “el Estado soy yo“ que se atribuía a
Luis XIV de Francia, considerada epítome del absolutismo.
Jurídicamente no lleva razón el
Consejero (la administración es un conjunto de órganos
administrativos que tiene como función realizar una actividad para
alcanzar el bien colectivo de un estado), pero se lo perdonamos
porque por el tono de la conversación entendemos que Ulibarri es su
amigo y que desempeñan una conversación informal. Lo preocupante en
realidad es que, por la vía de los hechos, el Consejero lleva razón.
La Administración es él, como lo es Silván en León. Ellos son la
administración porque sencillamente no hay control ciudadano de lo
que hacen, por más absurdos blogs de participación ciudadana que
monten los técnicos del Consejero de Presidencia, o por más notas
elevadísimas en transparencia que reciba la Junta por parte de una
entidad privada (no hay entidad o blog alguno que permita controlar
que dos mandatarios políticos telefoneen a un empresario amigo para
informarle sobre algún suculento negocio). Es cierto: ellos son la
administración. Cabría, sin embargo, preguntarse: ¿para quién
administran?
La Operación Enredadera, y lo poco que
vamos conociendo de la misma, nos está demostrando dos cosas. La
primera es que no hay “familias buenas“ frente a “familias
malas“ en el PP. En cada investigación, en cada juicio, en cada
caso surgen nuevos nombres, nuevas implicaciones, nuevos cargos
públicos que demuestran que no son casos aislados, sino una
auténtica trama de corrupción, estructural y no coyuntural, que es
consecuencia de un sistema organizado y pervivente en el tiempo y que
consiste en un monstruoso ente con dos grandes patas: una política y
una empresarial, en la que el empresario corrompe al político a
cambio de una posición privilegiada en la obra pública. No son
manzanas podridas: es un modo de acumulación consustancial a la
historia reciente de España, tan propio del capitalismo monopolista
de estado del franquismo como de la España actual.
La segunda
conclusión, es que en Castilla y León no manda el Partido Popular.
No mandan los Herrera, los Mañueco, los Silván, los
Suárez-Quiñones. Ellos (bien lo dice el Consejero) sólo son los
administradores. Quien mandan son los Méndez Pozo y los Ulibarri.
Ellos son los auténticos dueños del cortijo. Los altos empresarios
son quienes toman las decisiones en nuestra comunidad, y los
políticos no son más que sus mandadillos, sus encargados, sus
manijeros. Ya lo decía Julio Anguita: no hay político corrupto sin
empresario corruptor. Éstos son nuestros emprendedores: bajo la
efigie de hombres hechos a sí mismos, no son más que buenos
corruptores, especialistas en el arte del sobre y el maletín que
hicieron el agosto en un país poblado por políticos mediocres
dispuestos a vender a su país por una buena prima. No son grandes
empresarios: son especialistas en este capitalismo de amiguetes que
lleva desangrando España desde el siglo XIX. No son creadores de
riqueza: son parásitos que engordan gracias a las obras públicas
que les pasan sus políticos amigos, y que pagamos las y los
trabajadores con el sudor de nuestra frente. Ellos son los auténticos
dueños de nuestro país y nuestra Comunidad, y los políticos
gobernantes sus fieles administradores.
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