José Antonio Naz
Colectivo PrometeoEl 10 de abril se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia. Y los
resultados suponen la repetición de la segunda vuelta de hace 5 años, elegir entre el
neoliberalismo de Macron, apoyado por la mayoría de los poderes económicos y mediáticos o el
populismo racista de Marie Le Pen. El candidato mejor situado de la izquierda, Jean- Luc Mélenchon, ha quedado a un par de puntos en tercer lugar, consiguiendo un 22% de respaldo,
frente al 23 y 26 de los dos primeros.
La campaña mediatica ha repetido todo el tiempo que el escenario que marcaban los sondeos era
lo que ha resultado. Por mucho que se viera una gran movilización de la izquierda, esos sondeos
siempre la mantenían “fuera de juego”, muy por debajo de los otros dos. Incluso dos días antes de
las elecciones los sondeos no le daban mas del 17%. En los noticieros españoles se informaba
todo el tiempo del duelo inexcusable, igualado, de Macron y Le Pen, comentando luego los
porcentajes de los demás candidatos antes que el de Melenchon, al que apenas se le dedicaban
unos segundos.
Quizás esto ha ayudado a que hubiera 3% mas de abstención que en 2017, y
como siempre en mayor medida en los barrios populares. Y para “ayudar” a la anunciada derrota
se presentaban cinco candidaturas mas de la izquierda. Alguna de ellas ha empleado una
campaña agresiva contra el único candidato con posibilidad de llevar a la izquierda a la segunda
vuelta.
Con todo ello L’unité Populaire ha estado a punto de dar la sorpresa. ¿Cuales son las claves de
este resultado? Sin duda, la campaña participativa, valiente y directa, y con mensajes
programáticos claros, concretos y argumentados con sencillez. Miles de militantes en todas las
regiones y departamentos constituidos en grupos de campaña, en muchos casos autónomos,
usando las redes sociales y la comunicación directa para contrarrestar el vacío comunicativo de
los medios “oficiales”. Y un candidato creíble, con un discurso claramente alternativo,
antineoliberal y de cambio, que ha trasmitido compromiso y convencimiento por otro mundo
posible; pero acompañado de equipos de “jóvenes preparados” en todos los campos
programáticos que aportaban los datos y los recursos para cada una de las promesas electorales.
Pero…faltó muy poco. ¿Y ahora qué? Pues lo que el propio Mélenchon planteaba al poco tiempo
de cerrar las urnas y de conocer los resultados previsibles: continuar y reforzar el proyecto, que
lleva mas de un año consolidándose, que ha constituido un “parlamento popular”, que tiene la
adhesión de cientos de miles de militantes, en su gran mayoría jóvenes y de barrios y sectores
populares de grandes ciudades, pero también de cuadros técnicos y de profesionales. Mantener y
reforzar la organización y la movilización en todas las regiones. Y a seguir explicando las
propuestas de cambio a la sociedad hasta que se convenzan de su bondad y realismo practico.
Primera meta, las elecciones legislativas en dos meses.
Ahora ver qué sucede en la segunda vuelta. En teoría seria un desastre democrático que Francia
tuviera una presidenta nacionalista y populista, de ultraderecha. Pero una gran parte de la
sociedad francesa percibe cada vez menos las diferencias en las políticas neoliberales de ambos;
incluso la Le Pen propone la autonomía económica frente a los dictados de la banca europea, y
vende propuestas de defensa de los derechos laborales de los franceses. En estos momentos de
incremento de los nacionalismos, empujados en buena parte por las restricciones económicas y la
perdida de poder adquisitivo y de calidad de vida debidos en parte a las directrices europeas, hay
una parte de la población que no tiene ya claro cual es el mal menor y porqué “elegir entre el
colera o la malaria” (citado por un obrero votante de izquierdas ante pregunta sobre intención para
la segunda vuelta). Aunque Mélenchon y los otros candidatos de izquierda, e incluso la
republicana de derechas y algún otro pidan a sus votantes que en nigua caso voten por Marie Le
Pen, los cinco años de políticas neoliberales de Macron pueden impulsar a la abstención a una
parte de la izquierda. Para colmo, Macron no piensa negociar propuestas o cambios de su
programa para buscar apoyos. En esas condiciones, nada está escrito.
Paradójicamente, por medio millón de votos en la primera vuelta Francia podría haber cuestionado las políticas neoliberales o puede incrementadlas o incluso tener una presidencia racista.
La responsabilidad del auge de Le Pen es de grupos políticos tipo Mélenchon. Los extremos se tocan. Ambos intentan vendernos la moto de que la resolución de grandes complejidades se satisfacen con recetas populistas, facilonas y que quedan muy bien a oídos mesetarios. En España tenemos su analogia entis con VOX y UP.
ResponderEliminarAfortunadamente los franceses otorgarán a Macron la Presidencia. A la hora de la verdad, solo socialdemócratas y conservadores son quienes mejor nos gestionan. Los extremismos se quedan afuera. El realismo político es un valor. Todo lo demás es palabrería light propio del aperitivo del bar.
Los comentaristas incultos de taberna, fútbol y toros, solo escuchan y digieren los interesados comentarios de medios de masas, sin pensar la realidad de una burguesía que cada día amenaza a esa socialdemocracia derechona actual.
ResponderEliminarMientras la derecha se aglutina en un proyecto común, la izquierda no aprende y se disgrega en enfrentamientos personales, haciendo imposible la unidad en una propuesta solidaria y participativa, con un programa claro de mínimos, como hiciera Mélenchon. Estamos próximos a unas elecciones en Andalucía, ¿seremos capaces de dejar de lado los intereses particulares o permitiremos que la derecha radical de VOX gobierne conjuntamente con el PP como en Castilla-León o como ha sucedido en las elecciones francesas por sus personales y ambiciosos protagonismos?