Colectivo Prometeo
No vamos a hablar en este caso de la película del mismo título, (“AGUA”) del año 2005, escrita y dirigida por Dipa Mehta y nominada a los premios Oscar; película que explora y expone la dramática vida de las viudas en un ásram de Benarés. Tampoco de “El Agua”, película también dramática de Elena López Riera, del año 2022 y que recibió dos premios Goya. En ambas está presente el agua, las mujeres y los prejuicios, mitos y creencias, si bien en la segunda ya se hace una referencia a “el agua llena de mierda”. Otra referencia cinematográfica, en este caso relacionada con el esfuerzo que suponía para las mujeres trasportar el agua al pueblo desde lo alto de la montaña, bajo un sol abrasador en Oriente Medio, y la curiosa solución que ingenian para poner fin al drama, se trata de “La fuente de las mujeres”, del director Radu Mihaileanu estrenada en 2011. Hoy el objetivo del tema no es el cine, pero sí del drama del agua.
El cine y el drama del agua aparecen reflejados en otra película “También la lluvia”, de 2011, dirigida por Icíar Bollaín y premio Goya a la mejor película. Y fue esta la primera aproximación cinematográfica a la privatización del agua de la que tuve referencia.
Desde entonces, las referencias a los conflictos por la posesión del agua, el uso ilícito para fines privados, e incluso en los últimos tiempos su privatización, son una constante en América Latina. Son muchas las zonas en que la lucha por el agua genera una guerra clandestina que se cobra muchas vidas.
La lucha por el agua cobra vidas cuando se contaminan ilícita e impunemente los acuíferos y, como consecuencia, la población enferma y muere. Cobra vidas cuando se asesina a la población, (fundamentalmente a sus líderes) porque se opone a que se instalen industrias o minería que contamina el agua, o a que se desequen ríos porque se extrae el agua para la producción masiva del aguacate, (el llamado oro verde por su alto valor de mercado), por lo que pueblos enteros están teniendo que ser abastecidos con camiones de agua para el consumo. También se cobra vidas cuando la falta de agua, ilegalmente sustraída, arruina las cosechas, causa hambruna y destroza la economía local de poblaciones que se ven obligadas a emigrar pero que su cualificación servía únicamente para cultivar la tierra.
La lucha por el agua no es una cuestión que afecte únicamente a Latinoamérica. La contaminación generalizada de ríos y acuíferos es ya un problema global y, si hablamos de América del Norte, los EE UU llevan mucho tiempo con problemas por la contaminación del agua debido al fracking, a los vertidos contaminantes y altamente tóxicos y a los pesticidas y herbicidas infiltrados en los acuíferos. Ha llegado a un punto que la mayoría del agua está tan contaminada que no es apta ni para el cultivo y que la calidad del agua para el consumo humano representa cada vez un problema más severo.
Los efectos del fracking son devastadores porque generan explosiones, contaminan los acuíferos, generan sequías de fuentes y pozos al romper capas de suelo subterráneo y por ello están teniendo problemas con la ganadería, la agricultura e incluso con el turismo.
No en vano las grandes corporaciones norteamericanas llevan varios años comprando acuíferos y derechos del agua en Latinoamérica y en África, lo cual no deja de ser un comercio inmoral y tan ilegítimo como la cotización de los alimentos en la Bolsa. Cuando la financiarización de la economía alcanza los alimentos y el agua y nuestros gobernantes lo permiten, ya estamos perdidos.
Por si los norteamericanos tenían pocos problemas con la falta de agua potable, el último accidente del volcado del tren de mercancías en East Palestine, en Ohio, el día 3 de febrero, con 150 vagones de contaminantes químicos, (cloruro de vinilo y otros gases inflamables y altamente cancerígenos), que además de varias explosiones que cubrieron con una nube tóxica esa ciudad y las adyacentes, provocando graves daños de salud obligando a hospitalizaciones y evacuaciones, también ha producido la contaminación de tres grandes ríos en los que murió de inmediato fauna, lo mismo que en tierra, tal como mostraban fotografías de drones. No se está dando información sobre algo tan grave, pese a que se filtró que, a petición de las compañías implicadas, se estaba vertiendo el contenido en lugar de vaciar los contenedores. La catástrofe catalogada como “Chernóbil químico” está silenciada y en vez de eso, nos informan de globos y artefactos.
Pero volvamos al meollo de la cuestión, el agua y cómo va a repercutir todo esto en nuestras vidas.
Dicen los especialistas que si no se toman medidas drásticas de inmediato, en menos de dos años dos tercios de la población mundial tendrán dificultades para disponer de agua limpia para sus necesidades básicas.
Los grandes ríos de la tierra están muriendo porque están cargados de plásticos, contaminantes químicos y tóxicos y los embalsamientos del agua hacen que se acumule cada vez más “una concentración que está matando el agua” dicen.
Pues si se mata el agua se mata la vida y si lo vemos comprobar como ejemplo en nuestro propio territorio, en Cataluña se ha restringido el riego de jardines, el llenado de piscinas y reducido el 40% del regadío agrícola; esta medida fue tomada por el agotamiento del agua apta para el consumo en algunos pantanos, con riesgo para la vida de miles de toneladas de peces que viven en ellos. Incluso se habla de hacer un trasvase para renovar el agua que queda en los pantanos, porque corren el riesgo de una gravísima contaminación si se produce la muerte de la biodiversidad que está sumergida en esa agua tóxica.
Al paso que vamos se cumplirá la afirmación de Ismail Sergeldin, hecha en 1995, de que las guerras de este siglo serían por el agua, aunque si los Gobiernos no reaccionan rápidamente a nivel global, ya no tendremos agua potable por la que luchar.
La creciente escasez de este recurso lo puesto en el punto de mira de los poderosos, pero el punto de mira en el que tenemos que ponerlo es en su cuidado y conservación.
Enhorabuena por tu visión global de los asuntos que tratas.
ResponderEliminarUna vez más pones el dedo en la llaga de un tema vital para una población cada vez más desertizada por el abuso, la sobreexplotación o el lujo.