Manuel Delgado Milán
Colectivo Prometeo-FCSM
El
propósito de este escrito es hacer una breve e incompleta auditoria del
funcionamiento de las instituciones en las que se configuran los
poderes del Estado, poniendo en la balanza los hechos concretos, la
respuesta institucional que sería normal y esperable en garantía de los
derechos y, poner a disposición de la sociedad las respuestas que el
propio ordenamiento jurídico pone a nuestra disposición para
corregirlas.
La realidad social, económica y política
evidencian una profunda descomposición, frustración y alarma que ha penetrado
en la mayoría de la sociedad y se
traduce en la vida de cada uno de nosotros/as.
Hay voces que dan por muerto el Estado
de Derecho, ante su incapacidad para dar respuesta a la corrupción que
cuestiona el sistema institucional, al desmantelamiento de los derechos
sociales, al deterioro de los servicios públicos, atacados por los recortes y
la privatización, a los escandalosos índices de desempleo, de desahucios. En
definitiva, que los ciudadanos estamos inermes para pedir la protección de los más
elementales Derechos Humanos, mientras campa la impunidad de hecho, y la desigualdad
de trato ante la ley, de los que son, más que presuntamente, responsables de
esta situación.
CORRUPCIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA
Los casos concretos son sólo síntomas de una
enfermad grave y letal para la sociedad, para la democracia, su sistema
institucional, para los partidos y sindicatos y, lo que es más
importante, para
la garantía de los derechos de la ciudadanía y de la convivencia. Urge
por tanto abordarlos, TODOS Y CADA UNO de ellos, con ejemplaridad y con
todas las
consecuencias, pero sin perder de vista el conjunto y el origen que los
ha hecho posibles.
Casa Real, Fiscalía, Agencia Tributaria.-
Tirando del hilo, en cada uno de los casos de corrupción, es
posible llegar al mismo ovillo, pero es el caso Noos, con la
implicación del
yerno y la hija del Rey, el que está suponiendo la prueba de mayor
desviación
del cumplimiento de las funciones y de sus estatutos legales, de
instituciones esenciales para una correcta e igualitaria aplicación de
la ley como la Fiscalía o la Agencia Tributaria. Es un caso penal
ordinario, por un delito normal, sin embargo es por la sigularidad de
los presuntos delincuentes, frente al normal
cumplimiento de sus responsabilidades del juez instructor, por lo que
este caso es muy interesante para evidenciar, los males de raíz que nos
aquejan y han dado muestras de irregularidades e ilegalidades en otros
casos.
Estas anormalidades deben ser depuradas y corregidas, más allá de que el juez Castro
llegue hasta el final en la instrucción, y posteriormente el juez de lo Penal
dicte lo que proceda, sobre las responsabilidades penales de los ahora
imputados.
Estas debieran ser las preguntas que deben ser
respondidas: ¿Están
el fiscal del caso y la superioridad de la Agencia Tributaria al servicio de la
defensa de una imputada?. En
caso afirmativo, ¿qué relación tiene esa
conducta con su condición de hija del rey?. Si es así, habrá perseguir
penalmente los delitos de obstrucción a la justicia, prevaricación y
otros contra los peritos de Hacienda y contra la Fiscalía. Al estar el
fiscal del caso bajo dependencia jerárquica, quienes hayan podido
condicionar su imparcial actuación deben ser el objetivo. ¿Podemos
llegar a los minitros Gallardón y Montoro?. Si ha habido contactos de
éstos con la casa real para influir en su actuación, tenemos derecho a
saberlo.
Los hechos que se imputan son muy concretos y
de naturaleza objetiva. No estamos ante delitos en los que influyan los
elementos subjetivos e interpretables del tipo penal, como el conocimiento o la
intención (por ejemplo el “a sabiendas de su injusticia” en el delito de
prevaricación). Por este motivo hay que depurar las responsabilidades de la
Fiscalía en todas sus implicaciones o instancias jerárquicas. ¿Qué instrucciones ha recibido ese fiscal
para estar siendo un obstáculo a la aplicación de la ley al caso concreto como
se desprende del prolijo y sólido Auto de imputación del juez Castro?.
La prueba pericial emanada de la Agencia Tributaria choca con la realidad
contrastada por informes anteriores y con la práctica habitual del trato a
cualquier ciudadano/a. Si el juez evidencia la ilegalidad de facturas y basa en
las mismas la imputación, ¿qué privilegio tiene esta ciudadana para convertir
en legal lo objetivamente ilegal?. ¿Incurre dicho informe en una conducta
incardinable en el Código penal?.
Urge que se concrete un acusación popular que llegue al tuétano de la gravedad del asunto.
¿Ocurre lo mismo en otros casos como en el
que han cesado a una inspectora y ha dimitido su superior, por desestimar un
recurso de la multinacional PEMEX?. En caso afirmativo ¿tiene este anormal
funcionamiento relación con que más del 70% del fraude fiscal, que la el
sindicato GESTHA calcula en más 89.000 millones de euros, se concentre en los
grandes (no) contribuyentes?.
No hace falta ser un lince para deducir las gravísimas consecuencias que tiene
que el Estado no cuente con los más de 50.000 millones de euros defraudados,
que ya supone más de un 5% del PIB, que para unos ayudaría a resolver el
problema del déficit anual del Estado, disminuiría el incremento de la deuda
pública, lo que hay que pedir de más cada año a los mercados (a los mismos que
presuntamente defraudan); para otros evitaría someter a durísimos recortes en
el gasto social, ese que hace efectivos los derechos esenciales de los ciudadanos,
o aumentar la carga fiscal a las capas medias y populares con impuestos
indirectos como el IVA, que no discriminan según los ingresos del
contribuyente, aumentando la desigualdad, empobreciendo a los pobres y
restringiendo el consumo hasta de lo más esencial. Hasta los medicamentos se
han visto afectados por el tipo máximo del 21% de IVA.
Banco de España, Comisión Nacional del Mercado de Valores, Partidos
Políticos y Cajas de Ahorros.
El pueblo español, (la Iglesia
Católica en algunos casos) era propietario, usuario y beneficiario de las Cajas
de Ahorros. Su nivel de negocio, sus activos, la obra social que realizaban y,
sobre todo, la financiación de la economía real, de la pequeña y mediana
empresa, autónomos y de las familias, competía y estorbaba a la gran banca
nacional y extranjera.
La inmensa mayoría de las Cajas de Ahorro ha desaparecido
dejando un rastro de
nepotismo y la corrupción de sus gestores, promovidos desde los aparatos
de los
partidos políticos, en recíproco beneficio: unos disfrutaban de sueldos y
privilegios escandalosos, y otros se han financiado, llegando se
perdonados sus créditos. Las consecuencias no han podido ser más
graves. En lo concreto, muchos ahorradores han sido
presuntamente estafados, los deudores hipotecarios han sido sometidos a
cláusulas abusivas en sus contratos para compra de vivienda habitual. En
lo general, la
vivienda llegó a unos precios astronómicos fruto de la especulación
galopante
incentivada por los entes locales, las cajas de ahorro y el sistema
financiero
internacional. Entre todos, de forma planificada, convirtieron un bien
de
interés social, garantía de un derecho humano, esencial en sí mismo e
instrumento de protección del derecho a la salud, la intimidad y la
protección
a la familia y la infancia, en un bien de inversión especulativa. Por
último, el
Gobierno ha socializado la ruina acumulada y los contribuyentes, con el
dinero
de todos, pero sin contar con nuestro consentimiento, estamos pagando
con
mayores impuestos, todas esas tropelías. Casi nadie ha respondido de
este
crimen. Nadie ha pagado por ello como debiera.
El poder judicial se ha visto sobrecargado de trabajo con las ejecuciones
hipotecarias, los concursos de acreedores, o las reclamaciones por impagos en
todo el entramado productivo de la construcción o sectores dependientes de él,
que, de la noche a la mañana se han visto en la ruina total. En el ámbito
penal, son muchos los casos de corrupción de la administración local, pero ni
mucho menos son todos. Muchos menos, ante la inactividad de la fiscalía, son
los gestores de Cajas de Ahorros imputados, y nadie entre los organismos
reguladores CNMV y Banco de España.
De esta manera llegamos a los dos grandes partidos políticos, a los casos de financiación ilegal de sus campañas y a los sobresueldos pagados a sus altos cargos. Llegamos al tráfico de influencias en la contratación de obra pública y en los servicios públicos. De ahí al dinero negro, a las cuentas en suiza y en paraísos fiscales. Lo público y lo privado se confunden en un círculo vicioso, en una puerta giratoria, en una noria de fango que el pueblo, durante años ciego y confiado, pero ya exhausto, pesadamente, está haciendo girar.
De esta manera llegamos a los dos grandes partidos políticos, a los casos de financiación ilegal de sus campañas y a los sobresueldos pagados a sus altos cargos. Llegamos al tráfico de influencias en la contratación de obra pública y en los servicios públicos. De ahí al dinero negro, a las cuentas en suiza y en paraísos fiscales. Lo público y lo privado se confunden en un círculo vicioso, en una puerta giratoria, en una noria de fango que el pueblo, durante años ciego y confiado, pero ya exhausto, pesadamente, está haciendo girar.
La justicia, instada por los
ciudadanos ante la ausencia de iniciativa de la Fiscalía, tiene que retratarse
ante estos hechos de tan enorme trascendencia y sus criminales consecuencias.
Los Gobiernos, las Cortes Generales, el Consejo General del Poder Judicial,
el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, y más abajo los gobiernos y
parlamentos autonómicos y los ayuntamientos.
Todas
estas instituciones han fallado porque
son un todo con los partidos políticos de los que emanan. Todas las
instituciones, de manera directa o indirecta, están sometidas al control
de los dos grandes partidos para que nunca puedan controlarse entre
ellas; para que se muy complicado restaurar la legalidad, depurar los
incumplimientos, y mucho menos, satisfacer las
necesidades de la sociedad cumpliendo los mandatos constitucionales.
Todo ello está ocurriendo,
en su propio beneficio y por obediencia a los que, fuera de las
instituciones, fuera
incluso de nuestras fronteras, ejercen un PODER arbitrario y opresor.
Estamos hablando de Alta Traición a los intereses del pueblo español.
Hasta tal punto es así que, puestos de
acuerdo los dos grandes partidos en esa OBEDIENCIA A UN PODER EXTRAÑO A LA
SOBERANÍA NACIONAL DEL PUEBLO ESPAÑOL, la Constitución tenía que ser
devaluada, derogada de hecho sin consultar al pueblo y CONTRA EL PUEBLO Y LOS
DERECHOS que la misma reconoce.
Los jueces
Ante tan alta traición, no cabe apelar
a los mismos que, debiendo ser garantes de la legalidad, la traicionan.
No
obstante, son encomiables los ejemplos de cientos de jueces que, en el
cumplimiento de su deber ejercen uno de los poderes del Estado. La
justicia, la aplicación de la ley se concreta en la actuación
independiente de cada juez ante cada caso. Con todas las dificultades
del mundo, a pesar de todo, los jueces -muchos de ellos- cumplen
y hacen cumplir las leyes aplicables al caso concreto. Pero ya sabemos
que ni
todos lo intentan, ni mucho menos lo consiguen, pero sólo son
cuestionados y pagan
por su osadía los que se topan con el único Poder hoy realmente
efectivo. Ante los casos “comprometidos” sufren la presión de los
poderosos y de los
medios de comunicación a su servicio. Sabemos el precio que están
pagando y
como algunos ya han sido expulsados de manera indigna por tener que
decidir
entre la ley y la obediencia, precisamente, a quien más la vulnera.
No los hemos apoyado suficientemente. Los
hemos metido muchas veces a todos en el mismo saco, cuando en ellos, en que
alimentemos con nuestro apoyo la dignidad y grandeza de su labor, en obligarlos
con masivas acciones populares, tenemos que depositar los ciudadanos nuestra
confianza en la ley y la aplicación de la justicia.
Nuestras
omisiones son las que nos condenan.
Todo esto ha llegado en ausencia de una ciudadanía empoderada, de ese
pueblo que se siente como tal. España es hoy el sufrimiento de los/as
españoles/as y el conjunto de la ciudadanía no puede permanecer
más tiempo en silencio, sin comprometerse con el destino de nuestro país y el futuro de las
nuevas generaciones.
El Rey.-
El precio a pagar por el monarca para que los
españoles renunciaran en 1978 a tener
como máximo exponente y Jefe del Estado a una persona elegido entre el pueblo y
por el pueblo, era el acatamiento de la Constitución. Ese comprimo, recogido en su artículo 61, de “prestar
juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la
Constitución y las leyes y respetar los derechos de los ciudadanos y de las
Comunidades Autónomas”, nunca cumplió ni siquiera formalmente. El
solemne
juramento fue incluso pedido, pero los más no lo exigieron con la
excusa
de que la Constitución fue sancionada por Juan Carlos, como una más de
las leyes, anteriores a la
ella, y posteriores a ser proclamado rey previo juramento de la
legalidad franquista, ante las Cortes de Franco. Aquel
juramento y el exigido por la ley, no sólo son distintos, son
incompatibles, y la actuación del monarca toda una declaración de
intenciones.
Ateniéndonos a los hechos, la actuación del
monarca, aunque sólo sea en relación a su familia, ha caído bajo la sospecha de
que no guarda ni ha hecho guardar las leyes. Si así fuera hubiese prevenido los
comportamientos que ahora se juzgan y, producidos, habría reclamado, expresa y
públicamente, un trato igual a su hija, al que se dispensa a cualquier
ciudadano, de la Fiscalía y de otras instancias del Estado. Hasta el juez se ha
apartado de ese trato igualitario para compensar la evidente desviación de
otros, porque nunca antes un juez ha justificado tanto una simple imputación, para responder y prevenirse ante la
inquina de un fiscal.
Sólo
el desprestigio de la monarquía ante la
ciudadanía que reflejan los estudios de opinión han motivado a llamar a
la ejemplaridad de los representantes públicos y a sostener
formalmente la igualdad de todos ante la ley. Pero lo ha hecho en
general, en su intrascendente discurso navideño, y tras otras actuaciones que hoy desconocemos en detalle, pero que nos han hecho sospechar una intervención en su favor.
Habla de ejemplaridad quien es el único declarado
irresponsable e inmune ante la ley y su aplicación en un tribunal, quien hace norma de la opacidad del origen
de su fortuna y del gasto real de su casa. ¿Podría ser que sea reo de encubrimiento o tácita
complicidad con el estado de corrupción que vivimos?, ¿del progresivo desconocimiento y vulneración de los derechos y libertades a los que se nos
están sometiendo los gobiernos?; ¿de las imposiciones de poderes extraños y
antidemocráticos que hipotecan la vida de los españoles/as?.
¿Qué ha hecho y cómo se legitima en el cumplimiento de sus funciones como árbitro y moderador
“del funcionamiento regular de las instituciones"?. Esas mismas instituciones que tan irregularmente actúan,
que son hoy más cuestionadas que nunca desde que se instauraron. ya sabemos que los responsables son quienes
las encarnan, pero entonces, si nada puede hacer, ¿para qué sirve?,
¿para qué nos sirve?. Los que dicen que se legitimó por el golpe de
estado el 23F, tratan a los españoles como menores de edad y al rey como
salvador, cuando quizá fue su reinado lo único que era necesario
salvar.
Los ciudadanos
Nada
de lo dicho disculpa completamente a cada ciudadano y al pueblo que
conformamos es siempre soberano, siempre el supremo juez.
Una mayoría de ciudadanos, de funcionarios,
de empleados públicos y no digamos los trabajadores de empresas privadas,
cumplen con sus obligaciones individuales. Mucho más discutible es que ejerzan
su derecho a pensar y a expresarse. A impedirlo ayudan el desconocimiento de
nuestra historia y la interiorización del miedo a protagonizarla. La dignidad del
ciudadano, en el subconsciente colectivo, está más asociada a cumplir el deber
que a imponer los derechos. Pero ¿de qué sirve un trabajo sin salario digno
para sustentar la dignidad humana?, ¿un estudio que no se puede aplicar en tu
país?, ¿toda una vida de trabajo sin garantía de una pensión y una asistencia
en la vejez y en la enfermedad?.
La dignidad es la propia autoestima del ser
humano que se siente libre y responsable, ante sí mismo y ante los demás,
porque ayuda a construir la convivencia pacífica en una sociedad libre y justa.
En España son dignos hoy los jueces que se
enfrenta con la dura realidad y se crecen ante ella cumpliendo la ley; los
policías que investigan, los inspectores de hacienda que denuncian las
tropelías de los poderosos; todos esos que son apartados o sancionados. Son
dignos los profesores que enseñan a sus alumnos a tener hambre de saber,
enseñan a pensar por ellos mismos, a ser solidarios y a rebelarse ante las
injusticias. Todos los funcionarios y empleados públicos que realizan con
diligencia su trabajo a pesar de las dificultades y escasez de medios, pero
denuncian la situación y luchan por la sanidad, la educación, la justicia o la
asistencia en situaciones de dependencia, que sean públicas, gratuitas y
universales.
La
dignidad está en los ciudadanos que trabajan, pagan sus impuestos y obedecen
las leyes, pero igualmente exigen con fuerza sus derechos, ante quien los
cuestione. Son dignos los que no toleran que se hagan leyes represoras de las
libertades y derechos, que los opriman con ellas los que casi siempre las
vulneran; que, los que dicen representarlos, los traicionen, malversen el
dinero público, incrementen la deuda ilegítima, y se vendan al poder
globalizado del dinero.
La mayoría
de los ciudadanos queremos hacer valer que “la
soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del
Estado”, como ampara el artículo 1.2 de la Constitución. Queremos que,
según su artículo 9,
los poderes públicos estén “sujetos
a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico”, promuevan que “las
condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en
que se integra sean reales y efectivas”; remuevan “los obstáculos que impiden o
dificultan su plenitud” y faciliten “la participación de todos los ciudadanos
en la vida política, económica, cultural y social”. Porque “la dignidad de la persona, los derechos
inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el
respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden
político y de la paz social”. Para conseguirlo es necesario que “las
normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la
Constitución reconoce se interpreten de conformidad con la Declaración Universal de Derechos
Humanos y los tratados y acuerdos
internacionales sobre las mismas materias ratificados por España” (artículo 10.2 C.E).
Es la
solemne declaración de Derechos Humanos la que, en su preámbulo, considera “esencial que los derechos humanos sean
protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea
compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”.
LÍNEAS DE ACTUACIÓN COLECTIVA
Como
pueblo podemos usar todas las armas a nuestra disposición
con la conciencia tranquila de que, la actuación mayoritaria, convierte
en ley lo que ampara la soberanía popular. Antes de que la ignominia se
convierta en
leyes represoras, como la ley contra el derecho de la mujer sobre su
propio
cuerpo, y las transversales contra todos los derechos que han supuesto
las tasa
judiciales, la ley de inseguridad ciudadana, la ley de seguridad
privada, pero
sobre todo, la reforma del Código penal represor de derechos y de la
Enjuiciamiento Criminal (que va a eliminar a los jueces instructores
dejando en manos de los Fiscales y del gobierno a quien y porque
persigue la ley) el pueblo
tendrá que expresar su voluntad, y, si quiere, hacer efectivo su poder,
de tres maneras:
1.- Apelando al juez concreto (interno e internacional)
exigiendo cumplimiento, tanto las leyes que son directamente aplicables, como
invocando los principios jurídicos y derechos conquistados por la Humanidad,
que están recogidos en la solemne Declaración de Derechos Humanos y los
Tratados, Pactos y Convenios que la desarrollan.
2.- Ejerciendo los mecanismos formales de expresión
democrática mediante el ejercicio de los derechos y libertades civiles y,
especialmente, cuidando que el derecho voto sirva para expresar colectivamente
el rechazo a todos quienes traicionan al pueblo.
3.- Ejerciendo la desobediencia civil, el sagrado deber de la
rebeldía ante las leyes manifiestamente contrarias a los derechos y libertades
y por tanto a la Dignidad Humana.
Si bien no podemos dejar de extender el uso de las dos
primeras, (es el objeto de este escrito profundizar en la primera, organizando
la acción coordinada del mundo del derecho para el uso efectivo de todas las
herramientas a nuestro servicio) el éxito en nuestros propósitos ya exige desde
hace tiempo, la rebeldía pacífica y la desobediencia activa.
ACTUACIONES CONCRETAS.-
1.- Creación de un Frente Jurídico por las libertades y los
derechos.
2.- Diseño de banco de herramientas y recursos jurídicos de
aplicación a cada caso o situación de hecho de trascendencia para la
ciudadanía.
3.- Acciones inmediatas:
a) Personación en los casos penales abiertos.
b) Estudio de interposición de querellas y acciones en otras
jurisdicciones.
Ahora falta concretar, difundir y ACTUAR.
Y SI A LA DESOBEDIENCIA CIVIL LA DOTAMOS DE DESOBEDIENCIA FISCAL BAJO EL LEMA NO CON MIS IMPUESTOS, YA QUE LA POLÍTICA ACTUAL ES CONTRARIA AL ESTADO DE DERECHO, Y YO PAGO IMPUESTOS PARA SUFRAGAR LOS PRINCIPIOS DE ACTUACIÓN PÚBLICA CONSTITUCIONAL, Y NO PARA SUFRAGAR LOS AGUJEROS DE LA BANCA NACIONALIZADA. HAY TAMBIÉN QUE PROPONER UNA LEY DE RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES PÚBLICOS, COMO DE LOS ADMINISTRADORES SOCIALES, PORQUE QUIEN LLEVA SU CARGO CON ERARIO PÚBLICO CON TEMERIDAD Y CONTRA LOS INTERESES PÚBLICOS, DEBERÁ ASUMIR PERSONALMENTE LOS PERJUICIOS QUE AL INTERÉS PÚBLICO HA CREADO. COMO ESTOS QUE NOS GOBIERNAN SE PASAN LA INTERDICCIÓN DE LA RETROACCIÓN DE NORMAS POR DONDE TODOS SABEMOS, YO TAMBIÉN QUIERO QUE ESTA FUTURA LEY, SEA RETROACTIVA Y SINO BUSCAMOS LOS MECANISMOS LEGALES PARA QUE PAGUEN DE SUS BOLSILLOS, QUE SEGURO ENCONTRAMOS EL CAMINO...OS APOYO Y OS SIGO!!
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