Colectivo Prometeo/FCSM
Pasada la resaca electoral y la decepción
inicial, -porque uno tiene su corazoncito y se había ilusionado con todos los
cantos de sirena de las encuestas sobre intención de voto-, desde la reflexión
y la prudencia comparto algunos pareceres sobre esta segunda vuelta de las
elecciones.
Mantener los 71 escaños, a pesar de
perder más de un millón de votos en seis meses, implica que disponemos de cinco
millones de personas que siguen apostando por el cambio. No hay tal fracaso,
como quieren hacernos creer los voceros del régimen. Hace dos años esto era impensable. No hemos
tenido tiempo de parar para celebrar los éxitos, de parar para reflexionar.
Estamos en una carrera de fondo y no debemos impacientarnos.
Como apoderado por Unidas Podemos, en dos
mesas situadas en una antigua escuela unitaria, a lo largo del día percibí un
cambio de actitud en el electorado: algunos de los que el 20-D, sin conocerme,
me hacían un guiño de complicidad, no lo manifestaron esta vez. El 20-D ganamos
al PP en una de esas mesas y fuimos segundos en la otra. Ahora, el partido de
la corrupción casi nos dobló en votos. Y el PSOE también se puso por delante.
CC y Cs siguieron perdiendo apoyos.