Remedios Copa
Colectivo Prometeo
Vivimos días aciagos en los que parece que no queda espacio libre de crisis y amenazas; amenazas a la democracia, a los Derechos Humanos e incluso a la vida humana en el planeta.
No es fácil vivir en situaciones de tanta incertidumbre como la que nos depara la situación actual, cargada de amenazas a nuestros derechos, a la seguridad jurídica, a la libertad e incluso a que el planeta vuele por los aires fruto de decisiones de oligarcas que provoquen una guerra nuclear que ponga fin a todo antes de que el calentamiento global lo haga poco a poco, (o no tan poco a poco como se esperaba).
Aunque los noticieros españoles pasan de refilón sobre el tema, la situación en los EE UU apunta a una guerra civil que no sería la primera ni sorprendería a muchos analistas que tratan la situación interna del país. Y cuando el hegemón estornuda, aunque sea en sus estertores finales, el ámbito de su influencia crepita.
Le recordaba Elon Musk a Trump que sin sus 250 millones de dólares donados a su campaña, Donald no sería presidente, a la vez que no se cortaba un pelo al confesar que en los EE UU no es el pueblo quien elige al Ejecutivo, sino las grandes corporaciones y los lobbies.
Esa tendencia en la supuesta democracia estadounidense está cada vez más extendida a la vieja Europa, comenzó con el sometimiento de la democracia griega en 2008 y fue in crescendo hasta nuestros días, cada día la financiarización de la economía y el sometimiento de los gobernantes a las órdenes del neocapitalismo y el Santo Mercado, esclavizan a la clase trabajadora con suave guante de seda, (cada vez menos suave y también menos invisible), provocan desigualdad y pobreza a la vez que van generando un excedente de población excluida del acceso al trabajo y por tanto de un medio de obtener sustento y un estatus social integrado y digno.
Cada día se manifiestan con más descaro las tendencias de ultraderecha que abogan por el abandono de esos sectores de población desfavorecida, creada por el sistema capitalista actual y sus prácticas de extractivismo de los recursos y acaparadoras de la riqueza en una élite cada vez más reducida, e intentan imponer el discurso que culpabiliza de su situación a las personas excluidas y las presenta como una carga perturbadora y amenazante para el bienestar del resto de la sociedad.
Tanto historiadores como analistas del ámbito económico y político advierten del peligro de estos discursos. Por una parte recuerdan la situación precursora de la explosión del nazismo, pero por otra tampoco se puede desestimar la reacción social de una población marginada y/o precarizada cuya situación les obligará a la rebelión, sobre todo en la medida en que su número aumenta y la tendencia a los recortes de bienestar social para paliarla decrecen.
Las élites hablan ya sin tapujos de “población excedente”, aunque todavía son pocos los que manifiestan abiertamente el destino que le darían a esos “excedentes humanos” que el sistema capitalista neoliberal es incapaz de absorber y las élites no están dispuestas a asumir, de ahí el afán culpabilizador hacia los excluidos, (Musk afirmaba estos días que quien es pobre es porque quiere), y la introducción del discurso que fomente rechazo hacia ellos , (aporofobia), por parte de aquellos sobre cuyas espaldas se cargaría su subsistencia.
En cuanto a las democracias, está claro cómo va la estadounidense, que por cierto no es muy diferente del funcionamiento de otras que veneran a los EE UU. Trump vulneró la Constitución y las decisiones de los Tribunales en los temas de la emigración, entre otros. Ahora ya perdió el miedo a saltarse todos los límites que haga falta, no solo apoyó a Israel en toda la barbarie genocida, también intentó frenar las decisiones de la ONU sobre condenas a Netanyahu y su gobierno con respecto a Gaza y lanzó amenazas a la Institución y a varios de sus miembros, lo mismo se puede decir con respecto a los Tribunales Internacionales.
En cuestión de democracia y Justicia, es triste y vergonzosa la imagen de nuestro país que la oposición está dando al respecto. Es fácil recuperar de las hemerotecas las declaraciones de la derecha española declarando ilegal e ilegítima la Presidencia de Pedro Sánchez y amenazando con terminar con este Gobierno en los Tribunales. Desde luego esas declaraciones no muestran respeto ni acatamiento de la democracia, de la voluntad popular representada en el Parlamento, ni de la propia Constitución Española; tampoco fomenta mucho que digamos la aplicación correcta del ordenamiento jurídico en según qué procedimientos.
Descalificando al Gobierno de la nación dentro y fuera del territorio nacional, sin otro argumento que la deslegitimación y el insulto, ni es de patriotas, ni de constitucionalistas, ni de demócratas. Tampoco dan la imagen de un partido de Estado ni muestran un programa de gobierno alternativo y no muestran su apoyo tan siquiera a las propuestas de urgente interés general para la ciudadanía.
De continuar por el actual camino, en lo que a la utilización política de la vía judicial se refiere, lo único que van a conseguir es la desafección total de la política, el descredito de la justicia, el odio y la confrontación entre los españoles que sea esa derecha la verdadera responsable de la “rotura de España”, porque de la social ya lo están siendo.
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