Juan Rivera
Colectivo Prometeo
El concepto de “políticos honrados”
no es un oxímoron, ya sabes, combinar dos palabras o expresiones de significado
totalmente opuesto tipo “virgen puta” o “caos organizado”.
Nuestra Historia contemporánea es
pródiga en ejemplos de representantes políticos que han tenido como divisa en
su trabajo público la honradez y la transparencia. Eso sí, la inmensa mayoría
de ellos con el mismo sesgo ideológico.
Para no ser prolijos y remontándonos solo hasta la segunda mitad del siglo XIX, encontramos la primera figura que encarna la tradición de limpieza, en la persona de Francisco Pi y Margall, federalista y presidente de la Primera República.
Y
ese hilo conductor lo mantienen el gaditano Fermín
Salvochea, Pablo Iglesias Posse (fundador
del PSOE), Francisco Ferrer Guardia, Juan
Negrín, José Díaz, Dolores Ibarruri, Federica Montseny, Juan Peiró,
las decenas de miles de mujeres y hombres que se enfrentaron (y pagaron el precio con su vida o largos años de cárcel) al fascismo y la dictadura franquista, para llegar hasta Marcelino Camacho (“Si
uno se cae, se levanta inmediatamente y sigue adelante [ en la lucha]” o “Ni
nos doblaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar”) y Julio Anguita ( “Tengo una pensión de 1848 euros, un Seat León y un
ordenador.¿ Para qué más?”).
En la lista podríamos incluir muchos nombres más como los de Gerardo Iglesias, Felipe Alcaraz, Antonio Maíllo o a los y las dirigentes de Podemos que han sufrido durante esta década el acoso del “ Estado profundo” a través de la “ policía patriótica” o las decenas de casos falsos inventados por el Poder económico ( y jaleados por sus secuaces mediáticos y políticos) como el informe PISA, caso Neurona, cuenta en las islas Granadinas…
Ese Poder que en ningún momento se detenía por mucho que traspasase cualquier barrera legal. El intento de convertir al
eurodiputado Miguel Urbán en un
“capo” narcotraficante dispuesto a vender 40 kilos de cocaína desde el pub
Nueva Visión nos sirve de botón de muestra.
Esta vivencia se traduce en la práctica de forma concreta: las gentes de la Izquierda (anarquistas, comunistas, socialistas, republicanos, o simplemente demócratas) española somos muy susceptibles en el tema de la corrupción y cualquier atisbo de que la misma nos ronda pasa factura. Automáticamente caemos en la desmovilización.
A este hilo conductor de limpieza y honradez se contrapone otro que, para nuestra desgracia como españolitos de a pie, explica muchas de las situaciones históricas que hemos vivido en los últimos 200 años: la Derecha hispana está vacunada de corrupción y por lo tanto puede convivir perfectamente con ella porque no le afecta.
Esta simbiosis también arranca
del siglo XIX cuando puso en pie el “capitalismo de amiguetes” a la sombra del
Poder, haciendo negocios (minas, ferrocarriles) como testaferros de Francia o
Gran Bretaña, muñendo el sistema canovista, auspiciando el militarismo o
convirtiéndose en el pilar de la Dictadura franquista para después, pasar -sin
pedir un tibio perdón- a transformarse en adalid de la Constitución del 78 y
“demócrata de toda la vida”.
Por eso en los consejos de
administración de bancos y grandes empresas se repiten tantas veces desde hace
decenios los mismos apellidos. Siempre están allí, creando dinastías. Y,
curiosamente, cuando se pone el foco en el corrupto (hoy Koldo, Celdrán,
Ábalos) siempre se salva al corruptor porque, entre otras nimiedades, suele ser
el que paga la propaganda en los medios de comunicación cuando no es
directamente el dueño.
El PSOE ha sido y sigue siendo uno de los pilares del régimen borbónico. Quienes lo hemos sufrido desde la Transición somos conscientes de que le pasa como a ese tipo del refrán que “Si no te la juega a la entrada, te la juega a la salida”. Basta con pensar en temas como la OTAN, ERES, Reconversión, GAL… para darnos cuenta de que nos quedamos sin dedos de las manos y pies.
A raíz de la moción de censura
que desalojó del gobierno a una derecha absolutamente podrida, le dimos el
beneficio de la duda y, con muy buena voluntad, en lugar de aplicarles el
algodón de las “dos orillas” (en Política son los hechos, no las palabras los
que definen a un partido) quisimos creer que, aunque con mucha dificultad, esta
vez nadaba para llegar a la orilla Izquierda.
Tras la moción de censura de
junio de 2018, la caída del gobierno Rajoy y la formación del gobierno de
coalición PSOE/ Unidas Podemos, con el apoyo parlamentario para la misma de los
nacionalismos vasco y catalán, Julio, en una entrevista al diario Público
avisaba: “Haber
entrado en el Gobierno puede ser la gloria o la tumba de Unidas Podemos”
aunque, a medida que pasaban los meses sin concretarse el programa pactado, en la tertulia me comentaba con ironía “ Niño, me parece que vamos a
tener que coger la pala para ir haciendo el hoyo”. Una muestra más de "visión profética”, su capacidad innata para leer y anticipar el devenir político.
Entonces ¿ qué hacemos ante el desastroso escenario? ¿Nos rendimos sin más, dejando vía libre al extremismo derechista y totalitario de la Triple A (Abascal, Alvise, Ayuso), o la situación merece que, antes de arrojar la toalla, le demos una pensada?
Particularmente creo que no debemos vincular
nuestro destino, como si fuese un pacto de sangre, al partido socialista. Si lo hacemos nos arrastrará con él hasta el
fondo del abismo y me temo que el socio mayoritario del gobierno, si no saca un inesperado conejo de la chistera, no está ni para un boca a boca.
Sobre la mesa de juego debemos echar nuevas cartas con nuevos palos: República federal, Estado Laico, Derechos Humanos, Democracia Radical, abolición de las leyes liberticidas como la Mordaza… En definitiva, ofertar al electorado el patrimonio de nuestra honradez, el hilo antes dicho que traspasa ( y por tanto une) tanto a Izquierda Unida como a Podemos.
Es decir convencer a las gentes de Izquierda que hay vida ( y mucha) para nuestras propuestas más allá del PSOE .
No somos Vox tan espléndidamente financiado
por amigos iraníes, bancos húngaros y otros muñidores de la Internacional negra , ni Moreno Bonilla troceando los contratos
mientras desangra a la Sanidad Pública andaluza, ni Mazón “comiendo” en El
Ventorro, ni el novio de Ayuso haciendo caja.
Somos, ni más ni menos, que el sacrificado trabajo de miles de militantes que, contra viento y marea, sostienen la bandera de la Utopía posible.
Por ello, pese a las dificultades, que nadie pone en duda: ¿podemos intentar poner en pie u ofrecer algo tan ilusionante como el “Somos Mayoría” (que lo somos) soñado por Julio?
Si no fuésemos tal mayoría, el Poder no gastaría la saliva, los esfuerzos, la propaganda y la movilización de todas sus terminales que hoy gasta a toneladas. Para intentar desmotivarnos con el objetivo de que nos quedemos en casa en la próxima convocatoria electoral mientras los suyos acuden a votar en manada tras la misa de 12.
Una cosa tenemos clara: Por nosotros no va a quedar. Toca
( y van…) nuevamente intentarlo.
Expléndido. No se puede decir mejor ni más claro. Qué pena que estas opiniones no trasciendan a otros medios públicos y prensa , aunque nuestro blog del Colectivo Prometeo tenga miles de visitas. ¡Enhorabuena, porque a pesar de las dificultades seguimos en pié y defendiendo honrada y pacíficamente nuestras ideas!
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