Manlio Dinucci
El Departamento de Estado ha ordenado la evacuación de las familias y de una parte del personal de la embajada de Estados Unidos en Kiev, , afirmando que se trata de una «medida de precaución frente a una posible invasión rusa en Ucrania». También ha elevado al nivel 4 de riesgo –el más alto– la advertencia a los ciudadanos estadounidenses para que no vayan a Ucrania. Inmediatamente después, el ministerio de Exteriores del Reino Unido anunció, alegando la misma motivación que Estados Unidos, la retirada del personal de la embajada británica en Kiev.
Con esos actos de guerra psicológica se trata de instaurar un clima de alarma haciendo creer que Rusia está a punto de invadir Ucrania y las 3 repúblicas bálticas y se prepara el terreno para una subsiguiente, y todavía más peligrosa, escalada de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia.
La Casa Blanca ha anunciado que el presidente Biden está evaluando la posibilidad de «desplegar varios miles de soldados estadounidenses, buques de guerra y aviones en los países de la OTAN y de Europa oriental». Se prevé que inicialmente llegarían 5 500 soldados estadounidenses, los cuales, uniéndose a los 4 000 que ya están en Polonia y seguidos después por varios miles más de militares enviados desde Estados Unidos, extenderían el despliegue militar estadounidense hasta el Báltico, como solicita Letonia.
Convoyes ferroviarios especiales ya están transportando tanques de asalto estadounidenses desde Polonia hacia Ucrania, cuyas fuerzas armadas están siendo entrenadas desde hace años por varios cientos de consejeros militares e instructores estadounidenses, que de hecho las dirigen, con el respaldo de sus colegas de la OTAN.