Jorge Alcázar
FCSM y colectivo
Prometeo
Quizás, el
momento político actual sea uno de los más importantes que la
sociedad española haya vivido en mucho tiempo. La necesidad de
cambio por parte de un amplio sector de la población, como así lo
evidencian las encuestas, la reacción de los partidos que hasta aquí
han detentado el control de las instituciones de gobierno y la
inquietud palpable del poder real pero difuso que mantiene y pretende
mantener sus intereses como clase dominadora, indican que podemos
estar a las puertas de un proceso histórico de transformación en
nuestro país.
En este escenario,
Podemos se presenta como el estilete capaz de hundirse en el tejido
surgido de la Transición española, que rompa con el status quo
existente, desplazando del poder a las dos grandes empresas
electorales que han gobernado España, PP y PSOE. Sin embargo, no
debemos confundir la capacidad de representar un fenómeno de
transformación con la materialización de esta transformación.
Valga decir, que cuando desde determinados ámbitos nos referimos a
transformar la sociedad en que vivimos, hacemos referencia a cambiar
unas reglas políticas, económicas y sociales existentes, por otras.
La cuestión así
planteada es mucho más complicada y escurridiza de lo que aparenta
ser. Coincidimos, muchas de las personas que vivimos hoy en este
país, en que corrupción, desempleo, precariedad laboral,
desmantelamiento de lo público o falta de legitimidad y calidad
democrática, son hijos de nuestro tiempo y de nuestro sistema.
Coincidimos en denunciar unas políticas que obedecen a los intereses
del 10% y se oponen al 90%. Coincidimos en que los grandes partidos
españoles, sean de ámbito estatal o autonómico, son aparatos al
servicio de sí mismos como agencias privadas y de unas élites
económicas que se esconden detrás de éstos. Y de la misma forma,
coincidimos en que es necesario hoy más que nunca, articular una
alternativa para nuestro país y nuestro futuro.
Sin embargo, lo
anterior no nos llega para materializar la alternativa que nos venga
a sacar de las injusticias existentes ni del atolladero social en el
que, como inmensa mayoría doliente de las políticas del presente,
estamos. Para materializar el cambio, para construir un proyecto
férreo que permita tomar las instituciones y articular políticas
rupturistas que cambien el paradigma de gobernanza económica y
social imperante, debemos empezar por entender que hoy no existe un
sujeto hegemónico de cambio, como parece empezar a entenderse que es
Podemos, dentro y fuera de esta formación.
¿Qué significa
que no exista un sujeto hegemónico de cambio? Para entenderlo mejor,
descendamos a la realidad del momento. Como más arriba se ha
señalado, Podemos es hoy fuerza política capaz de acudir a unas
elecciones generales con potencialidad para ganarlas. Sin embargo,
¿qué ocurrirá al día siguiente de éstas? Los enemigos de nuestro
proceso de transformación no son sólo los dos grandes partidos del
país; éstos enemigos extienden sus fueros más allá del bipartito
a través del control de los medios de comunicación, del control de
la banca y de la financiación, y del control de instituciones
internacionales como el BCE, el Parlamento Europeo o el FMI. Por
ello, pensar que simplemente con una victoria electoral podemos
iniciar la transformación anhelada, es ingenuo e infantil.
La configuración
de un espacio ideológico sólido y de una conciencia de cambio
profunda y arraigada son, por tanto, ingredientes imprescindibles
para el día después de llegar a las instituciones, si de verdad
queremos transformar nuestro mundo. Cometeríamos un grave error si
pensamos que Podemos, entendido éste como los Pablo Iglesias, Iñigo
Errejón o Juan Carlos Monedero, y su discurso afilado e inteligente,
son el cambio per se. Por el contrario, es necesario que
entendamos la capacidad de Podemos como herramienta para el cambio,
como un instrumento útil para canalizar y materializar al
alternativa por venir. Esto es, no nos basta con representar, a
través de Podemos, el cambio, si no que éste debe manifestarse
volitivamente en todas y cada una de las personas que perseguimos la
transformación radical de nuestra sociedad a través de la creación
de nuevas políticas, y que sea esta voluntad y determinación la
fuerza motriz que maneje y conduzca la herramienta Podemos.
Por lo anterior,
desde las recién formadas bases de Podemos, desde todos aquellos
sectores que progresivamente se andan acercando a la herramienta
Podemos, y en definitiva, desde las millones de personas que hoy
apuestan por el partido Podemos como llave de cambio y que configuran
ese partido orgánico al que hace poco aludía Julio Anguita, debe
hacerse una labor de crítica y reivindicación constante. Se han de
revisar los pasos que vayan dándose y las modificaciones de la hoja
de ruta que acontezcan; y serán estas bases, esta militancia
orgánica, las que en última instancia tengan que reconducir
cualquier desviación del camino y corregir las anomalías surgidas
en el proceso. Anomalías como las que se perciben en las voces
personalistas. Anomalías como las que pueden conducir a la difusión
y confusión ideológica. Anomalías como la surgida de la
convocatoria de movilización para este 31 de enero por parte de la
cúpula de Podemos, pasando por alto la confluencia de luchas veraz y
concreta que desde hace ya más de un año viene gestándose
alrededor del 22M. Anomalías como las surgidas en los procesos de
elección de Consejos Ciudadanos provinciales, que lejos de dotar de
firmeza al instrumento, están sirviendo como coladero de arribistas
y desmemoriados, poniendo en riesgo la concreción ideológica del
proceso de transformación. O anomalías como la que va a tener lugar
en Andalucía, en donde los principios fundamentales de aquel
proyecto de hasta hace poco que hablaban de horizontalidad,
participación ciudadana y nuevas formas de hacer política, han sido
enterrados para dar lugar a una especie de pasteleo electoral, cuyo
producto final es una lista fija de candidatos y candidatas a las
autonómicas andaluzas en donde sale el que no se mueve de la foto y
está bien avenido.
Si no somos capaces de comprender que con sólo escuchar a los
líderes, ir a los grandes eventos y movilizaciones, votar
telemáticamente o darle al me gusta en cualquier aplicación on line
no nos es suficiente, con seguridad, habremos conseguido el cambio,
pero el cambio de unos por otros, de unas políticas por las mismas,
de un aparato por otro más modernizado pero con los mismos vicios y
males, y de ninguna alternativa por su equivalente. Por tanto, en
nuestras manos está el ser alternativa real o aparente. No podemos,
bajo ningún prisma, dejar toda la responsabilidad en manos de sus
líderes, por mucho que en ellos creamos. No podemos hacer dejación
de nuestras funciones como sujetos rebeldes para con nuestras leyes,
nuestra política y nuestra sociedad, pues nuestra es también la
responsabilidad histórica del momento, y el cambio sólo se
materializará si cada uno de nosotros y nosotras actuamos como
sujetos que se rebelan para transformar. Por nuestras vidas pasa hoy
el río de la historia, y seremos nosotros y nosotras junto con
nuestras voluntades y proyectos, quienes podamos cambiar el curso del
mismo, o por el contrario, quedarnos sentados contemplando el
monótono y tan conocido fluir, sabiendo que a la vuelta del recodo
acecha el lobo del fascismo.
Jorge Alcázar FCSM y colectivo
Prometeo
3 comentarios:
Certero artículo.
Que hartazgo. Todos dicen lo mismo, de forma más o menos soterrada. Que no hay que votar a Podemos. Yo les voy a votar. Aunque no hagan nada, que la pasta no se la lleven siempre lo mismos, que se reparta un poco más.
http://www.eldiario.es/catalunya/ICV-Podemos-Proces-Constituent-Barcelona_0_352065061.html
¿Por qué en Córdoba Julio Anguita no ha querido? Espero que algún día nos explique a las personas de izquierdas de los pueblos por qué entregó la Diputación al PP-PSOE
Publicar un comentario